Pedro Llorens
Siempre supe que el militar, aprendiz de evangélico, caradura y embustero que todavía manda (no gobierna) en este país, no era socialista ni comunista, marxista ni trotskista… bolivariano sí, pero de la primera época, cuando Bolívar entregó la ciudadela de Puerto Cabello tan pronto tuvo noticias de un alzamiento de presos, “y se embarcó precipitadamente con ocho de sus oficiales, sin poner al tanto de lo que ocurría ni a sus propias tropas, hacia La Guaira, para luego retirarse a su hacienda de San Mateo” (el entrecomillado es nada menos que de Carlos Marx).
Pero si se necesitase alguna prueba, el mismo autócrata endógeno la ofreció, por cadena de radio y TV, la noche del sábado 15, en Alcasa, durante el acto de juramentación de nuevos presidentes de empresas básicas de Guayana, promocionado como “Los trabajadores de Guayana asumen el control”, cuando después de levantar reiteradamente el puño y mostrar el revolucionario Cartier o Rolex o ¡que sé yo! (Ginco Biloba, al fin y al cabo esa yerba tiene nombre de reloj), el “mi comandante en jefe” (civiles y militares están obligados a llamarlo así) armó tremendo berrinche: “¡Se acabó la cadena… me voy!”, tras la inocente intervención de un trabajador de Venalum, militante del PSUV (había pasado todas las instancias del estricto control previo que impidió el acceso de la mayoría de los dirigentes sindicales legítimamente electos), que aprovechó la ocasión para recordar: “Presidente… tenemos cuatro años sin aumento salarial y nunca hemos tenido problemas de falta de producción”.
Damián Prat C. describió en Tal Cual los esfuerzos que hacía el director de la transmisión del canal 8 para disimular la ira… y todavía queda por saber qué le pasaría al Cartier, Rolex… con los trancazos dados (supongo yo) a la mesa.
La mayoría de los chavistas son socialistas o comunistas, marxistas o trotskistas “por ahora”, como la mayoría de los enriquecidos en funciones de gobierno o en su condición de familiares o amigos de quienes las asumen. “No tenía bienes de fortuna, pero le echó bolas a la vida… y el hecho de que haya tenido facilidades para hacer dinero no es un delito” (generalmente es tráfico de influencias), comentó el ex secretario de gobierno de Anzoátegui Juan Rafael Aguilarte para justificar el hecho de que su compañero José de Jesús Zambrano Lucero se convirtiera en dueño de un banco, de una empresa de seguros y de un equipo de básquetbol (Ultimas Noticias, domingo 16 de mayo de 2010).
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