Libertad!
miércoles, 31 de diciembre de 2008
Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer-RIMA LXX
Antonio Cova Maduro // ¡Así, así!
Todos los que hemos sentido -y seguiremos sintiendo- un súbito rechazo, un corrientazo de indignación cada vez que Chávez, en el tonito desafiante que le caracteriza, informa a su cuidadosamente "escaneada" audiencia, en una graduación express cualquiera en el Teatro Teresa Carreño, que "me dicen que ahora vamos en cadena", para obtener de los más exaltados el grito chocante de: "¡Así, así, así es que se gobierna!, jamás imaginamos que éramos nosotros quienes íbamos a terminar coreándolo. Ya veremos por qué y con qué sentido. No hay que convencer a nadie de que eso, eso de gobernar es justo lo que tenemos ya diez años esperando de este régimen.
Naturalmente, cuando gobernar significa lo que significa: proveer de paz y seguridad a todos los ciudadanos, construir acelerada y firmemente una infraestructura digna de tal nombre en el país entero (que para eso se ha gozado de los más altos ingresos de los últimos cien años), garantizar a todos la salud y educación que necesitan, para poder ubicarse en un empleo digno y seguro, y no colgarse de una teta gubernamental, que ahora sabemos puede secarse al más mínimo descenso del barril. Sabemos y lo repicamos a los cuatro vientos, que gobernar no es repentinamente "darse cuenta" -luego de tres años de obvia presencia activa de afanados constructores- que un centro comercial, que se levanta a menos de ocho cuadras de la sede del gobierno nacional, podría tener efectos dañinos para esa zona y que ello exige, que abruptamente y "porque lo digo yo y con eso basta", deba ser confiscado, sin todavía saber para destinarlo a qué.
También sabemos que, salvo personajes como el notorio Amin Dadá africano, no se despliega un gobierno desde un micrófono público, donde, "sin aviso y sin protesto", los ministros y altos funcionarios que están obligados a asistir a la escuelita dominical, reciben órdenes y contraórdenes. Es Chávez, y nadie más, el que finalmente gobierna. Es él, nadie más, quien quita y pone& e indispone.
Cómo será que a ese regalito dominical debe -entre otros- que el rechazo pertinaz que logra mantener vivo en la mitad de la población, se vea sin cesar renovado. Los medios de comunicación, esos que el chavismo detesta por hacer lo indecible por cumplir con su misión y su tarea, que no es otra que informar al instante lo que pasa y, por supuesto, lo que debería pasar y no pasa, están repletos de ejemplos de buen gobierno desde lo que ellos resienten como una oposición inquebrantable.
Tome usted cualquier periódico desde que tomaron posesión alcaldes y gobernadores que no tuvieron que venir a Miraflores a oír clases de ese experto que lleva 10 años ya sin realizar ninguna acción de gobierno digna de tal nombre, -y que, de paso, se molestó porque no todos atendieron su llamado- y verá con grato asombro que no han dejado de realizar las tareas que esperábamos hacía años. Desde, por primera vez, atender las necesidades sentidas de los motorizados de Caracas, dotar de un seguro digno a los bomberos de la ciudad, hasta anunciar los pasos que se darán para disminuir la creciente inseguridad en las zonas que les toca gobernar, y los que se esperan para mejorar la calidad de vida de todos, no sólo de los "rojo rojitos".
De paso, la llegada de Capriles Radonski inferimos ha sido una liberación para los empleados de la gobernación, quienes eran forzados -al estilo Mao- a chapear monte en apartadas carreteras, trajeados de "rojo rojito", de modo periódico, mientras que a su gobernador no se le veía nunca en nada de eso. Por fin esos empleados podrán clamar "Tú como que vienes del Federal".
Pronto los caraqueños, amén del resto de Miranda, así como Zulia, Táchira y Carabobo, sentirán lo que significa dedicarse a gobernar. Y lo más importante, cómo eso se puede ir consiguiendo sin la perniciosa ayuda de Chávez, quien insiste en manejar los recursos del país como si fueran suyos. En efecto, todos aquellos que desesperan de no ver "un proyecto creíble alternativo al de Chávez", se van a ver sorprendidos, porque un proyecto no lo configuran palabras y planes en el papel, sino acciones bien dirigidas y con propósito, llevadas a cabo todos los días, como lo han mostrado Bogotá y Medellín en nuestro continente.
Mientras, los escolares de Chávez ya verán qué hacen. Mientras esto se va haciendo realidad, encaremos confiados este difícil año 2009, con un barril a menos de 30 y un inconsciente pendiente de su reelección perpetua y de nada más. Vienen tiempos duros, de aprendizaje y esperanza. antave38@yahoo.com
martes, 30 de diciembre de 2008
Bolívar le escribe a Santander: "no acepto otra reelección"
Simón Bolívar fue categórico contra "la permanencia de un mismo hombre en el poder por largo tiempo". Ya sabemos lo que dijo en el Congreso de Angostura, momento cumbre del Bolívar civil, liberal y demócrata. Pero no fue la única ocasión. Ocho años después de Angostura, en Junio de 1826, el congreso de Colombia (la Gran Colombia) decide extender el mandato presidencial del Libertador para otro período. Francisco de Paula Santander, el héroe neogranadino, quien presidía aquel Congreso, le informa a Bolívar de tal decisión mediante una carta.
El 4 de Junio, Bolívar, desde La Magdalena donde se encontraba en campaña, le responde con otra carta a Santander:
"Me ha sido tan honrosa como satisfactoria la recepción del despacho de vuestra excelencia en que me participa que las elecciones para la Presidencia de la República habían recaído en mí… (…)Inútil sería expresar la emoción...por la bondad de Colombia... y hasta mis deseos,¿pero no me será lícito rechazar con reverente sumisión a la República, un decreto popular que viola de hecho la Ley Fundamental?La Constitución no quiere que un ciudadano rija la nación por más de ocho años; ya la he mandado catorce en medio de la guerra y la revolución; entre las leyes y la dictadura".
Bolívar, en su carta respuesta a Santander, se permite, también, reflexionar sobre el militarismo y el civilismo, incluso para hacerse una profunda autocrítica:
"Mi horrible profesión militar me ha obligado a formarme una conciencia de soldado, un brazo fuerte que no puede manejar el Bastón sino la espada. El hábito de la guerra... me ha puesto fuera del mando civil. Lo digo con rubor, mas debo
confesarlo".
Luego ofrece una lección de su postura ideológica; Bolívar es un liberal republicano (lo contrario del monárquico conservador para la época), es decir, un seguidor de las ideas políticas de la democracia representativa, el equilibrio e independencia de los poderes, la libertad política. Se confiesa, como tantas otras veces, inspirado por las ideas políticas de la Revolución Francesa y de la Revolución norteamericana. Y de hecho, en la carta, alaba el gesto de George Washington de renunciar a una tercera reelección (que por ese tiempo lo permitía la Constitución de los nacientes Estados Unidos cosa que muchos años mas tarde sería corregido) y usa ese argumento para objetar su propia reelección."Además... la honrosa lección que me ha dejadoel héroe ciudadano ( Washington), el padre de la gran República Americana,no debe ser inútil para nosotros. El pueblo quiso nombrarlo nuevamente para la Suprema Magistratura; generosamente mostró el peligro... de continuar indefinidamente el poder público en manos de un ciudadano... y tan sublime lección me dice lo que debo hacer..."Y finaliza con una clara y rotunda decisión de no aceptar lo que el Congreso de Colombia ya había aprobado."Yo no puedo mandar más, Excelentísimo Señor, la República Colombiana; mi gloria me lo prohíbe y la libertad de Colombia me lo ordena. Sírvase Vuestra Excelencia ser el órgano para trasmitir al Congreso de la Nación mi respetuosa negativa....De todos modos y en todos casos, Colombia debe contarme siempre en sus filas... para defender sus leyes...".
Zamora también grita:"No al continuismo. Viva la legalidad"El "árbol de las tres raíces", fue la justificación original para la irrupción de un grupo de militares en la política nacional. Bolívar, Zamora y Simón Rodríguez. De Bolívar, ya sabemos lo que pensaba sobre la concentración de poder en un solo individuo y sobre el reeleccionismo. Pero resulta que Ezequiel Zamora, el general de la Guerra Federal, muchas veces invocado por Chávez como "el general del Pueblo Soberano" que así lo llamaban sus seguidores en su tiempo, también es rotundamente contrario a las "ideas" políticas del reeleccionismo y el continuismo de un solo hombre en la Presidencia. Zamora también se oponía al afán centralista de los gobernantes de su tiempo.
De hecho, la Guerra Federal se llamó así porque era la defensa del federalismo, es decir, la descentralización contra el centralismo enfermizo.
Zamora y la revolución federal se alzaron contra la obsesión de controlar la vida del país desde el centralismo caraqueño."No al continuismo. Viva la legalidad",era la consigna de las huestes de Zamora para justificar su alzamiento.
lunes, 29 de diciembre de 2008
En la bajadita
Independientemente de lo que haga o no haga la oposición, cuyo proyecto estratégico y su línea de acción es harina de otro costal, la dinámica histórica - que decide de los acontecimientos de los hombres y el desarrollo de sus procesos - ya ha echado a andar sus engranajes. El curso inevitable del proceso político que conduce, como único y omnímodo capitán el teniente coronel Hugo Chávez, indica que ha fracasado en todas o en casi todas sus instancias. La más importante de ellas, que era hacerse con el Poder total y establecer el marco socio político y jurídico para un régimen despótico, autocrático y vitalicio – siguiendo los parámetros castristas – puede darse por definitivamente cancelada. Incluso si valiéndose de todas sus malas artes lograra la victoria aparente en el próximo referéndum de febrero, impuesto a redropelo de la voluntad popular por el voluntarismo suicida del teniente coronel. La revolución bolivariana está muerta, si es que alguna vez tuvo más vida que en los discursos majaderos, odiosos, reiterativos y altisonantes del comandante en jefe. Si lo que define a una auténtica revolución es la participación creativa de las masas y el trastrocamiento del orden político, jurídico, institucional y económico del establecimiento, luego de diez años de más y peor de lo mismo que se pretendió erradicar, la realidad es patética: este gobierno ha profundizado las taras, vicios y corruptelas de los anteriores. Ha sido un gobierno muchísimo más autoritario, más corrompido, más ladrón y más injusto que todos los habidos anteriormente, incluido el del general Juan Vicente Gómez, lo que es mucho decir.
Lo que queda es lo que fue desde un comienzo: un pésimo gobierno, amparado y sostenido por el carismático y demagógico delirio del caudillo, el fanatismo de los sectores más retrasados y desamparados de nuestra sociedad, altísimos recursos financieros y una derrengada oposición carente de ideas y liderazgo. Bastaba que la seducción llegara a su fin desconcertando a los más recalcitrantes de sus fieles, los artificiales precios del petróleo comenzaran a hacer agua y la oposición a adquirir una mínima experiencia en el manejo de los asuntos políticos frente a este inédito asalto a las instituciones, para que se trancara el engranaje bolivariano. Es lo que define esta situación: Chávez y su revolución se han estancado en el pantanal de su inoperancia. Agoniza en medio de un pavoroso balance. Mientras la oposición gana espacios casi por el curso de la fuerza gravitatoria de los hechos. Esta sube, mientras aquel se desbarranca. Ese es el escenario que se abre ante nosotros a partir de enero del 2009.
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Hasta ahora, a la oposición la favorece, sin que haya hecho mayores esfuerzos por unirse y dotarse de una jefatura única, el inmenso poderío de la Hegemonía Democrática, asentada en la sociedad civil a partir del esfuerzo de la generación del 28, la lucha contra la dictadura de Gómez y la década post-gomecista, los tres años de gobierno octubrista y los cuarenta del Pacto de Punto Fijo. Así como la fortaleza del sistema socio-económico capitalista heredado de nuestra tradición republicana, profundamente afincado en los intereses individuales y colectivos del venezolano. El eje de esa hegemonía radica en las ideas y creencias de una cultura católica, de libre mercado, individualista, libertaria, democrática e igualitaria. Que ha asimilado sin hiatos ni grandes contradicciones nuestros componentes multirraciales, multiculturales y multiétnicos. Incluso multinacionales, asentados en una fuerte inmigración europea y latinoamericana. Una sociedad que supo aprovechar la eclosión petrolera para salir del marasmo, modernizarse a pasos agigantados, permitir una sorprendente movilidad social y dotarse de la mejor de las democracias de la región. Cuando América Latina y las señeras democracias del Cono Sur se vieran ensangrentadas por el oprobio de terribles dictaduras militares, Venezuela fue luz y faro, consuelo y refugio para cientos de miles de desterrados de Chile, de Argentina, de Uruguay. Y centro de atracción para la emigración de los países vecinos, quienes, como Colombia, Ecuador y Centroamérica drenaron gran parte de sus presiones sociales gracias a la generosa acogida de los demócratas venezolanos. Un auxilio que los países de la región les deben fundamentalmente a Acción Democrática y a COPEI, así muchos de quienes fueran sus beneficiados olviden hoy en elemental gesto de agradecimiento su respaldo a la lucha de los demócratas venezolanos contra el asalto fascista a nuestras instituciones.
Es esa cultura múltiple y compleja, pero perfectamente metabolizada en la nacionalidad, la que ha reaccionado casi espontáneamente contra el asalto final del castro-chavismo a las instituciones: la ilegal expropiación de RCTV, la reforma constitucional, el quiebre del mercado, la propiedad privada y la libre iniciativa. Esos valores han sido más poderosos que el otro gran ingrediente de la hegemonía puntofijista: el clientelismo y el populismo estatal, sustentados en la universal creencia en que la riqueza de cada uno de los venezolanos es tributaria de los ingresos petroleros, base de nuestros recursos y propiedad de cada uno de los venezolanos. La creencia de que Venezuela es rica y de que todos los venezolanos tenemos el derecho natural a expoliarla se encuentra en la base del chavismo. Es la base de esta grave crisis moral, de esta irresponsabilidad colectiva y de este festín de Baltasar en que hemos venido a naufragar los venezolanos bajo la estafa de la revolución bolivariana. Es la grave deuda de que deberemos dar cuenta quienes no supimos alfabetizar moral y políticamente a parte importante de nuestros conciudadanos. Es uno de nuestros más graves errores: habernos creído ricos y haber jugado a serlo solapando nuestra responsabilidad histórica frente a nuestra ancestral pobreza.
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El proyecto anti hegemónico del castro-chavismo se basó en el secuestro de la figura de Bolívar y la historia independentistas, usurpándolas y poniéndolas al servicio del llamado socialismo del siglo XXI en dos grandes secuencias: en una primera fase, mediante la identificación del anti colonialismo de la guerra emancipatoria con un anti capitalismo de nuevo cuño; y del proyecto republicano liberal y gran colombiano que le sucediera en un proyecto socialista y latinoamericano sustentado exclusivamente en nuestro poder económico. Ese proyecto, tributario del castrismo en su fase decadente y final, se sirvió del caudillismo propio de la tradición política latinoamericana y del rol desempeñado por Hugo Chávez gracias a los poderosos recursos petroleros en esta particular etapa de su bonanza.
Lo que no logró la revolución bolivariana, a pesar de todos sus esfuerzos y todas sus cuantiosas inversiones, fue liquidar la hegemonía democrática y esclavizar a las masas tras un liderazgo autocrático. Ni en Venezuela ni en ningún de los países tributarios de la revolución bolivariana. Sólo pudo desarrollar lo que ya estaba a su alcance a través del populismo reinante: repotenciar una política redistributiva del ingreso, elevar la capacidad consumidora de los sectores más depauperados, consentir a las clases medias y crear una poderosa nueva élite gobernante, la llamada Boliburguesía, siguiendo los clásicos parámetros del surgimiento de las élites en Venezuela. Nacer, crecer y expandirse a costa de los ingresos fiscales convertidos en botín de los poderosos de turno. Usurpar el bien general en beneficio particular de los protegidos del régimen. Lo que condujo a los doce apóstoles de Carlos Andrés Pérez, y ahora a la élite gobernante. A los Cisneros del pasado y a los Cabellos y Rupertis del presente. El mismo musiú con distinto cachimbo.
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Estamos hoy exactamente como hace diez años, pero ante una situación doblemente agravada: frente a una Venezuela en crisis, consumida por la corrupción y la pobreza, que despierta como tantas veces en el pasado de una feroz borrachera de recursos dilapidados. Luego de un carnaval de ochocientos cincuenta mil millones de dólares devorados por la desidia, el manirotismo, la corrupción y el mantenimiento de masas ociosas recompensadas con misiones, becas y otras granjerías por su lealtad al caudillo. Con su infraestructura en ruinas, su economía devastada y su prestigio por los suelos. Agravado todo ello por la inseguridad y la desesperación por encontrar una salida definitiva a tanto estupro. Una década tirada al basurero de la historia. Diez años perdidos por la vanidad y la soberbia de un soldado mediocre y ambicioso.
Busca Venezuela una vez más una salida a sus conflictos, enguerrillada por el discurso y la acción de un caudillo que llega a su fin traicionando sus intenciones iniciales. La imposición de un referéndum que le de legitimidad a una enmienda preñada de ilegitimidad y anti constitucionalismo le da un carácter ruin y mendaz a la coyuntura crítica que vivimos. Empujando a un proceso electoral que nadie desea, salvo el presidente de la república, y sin otro objetivo real que encubrir la gravedad del momento y falsear las auténticas disyuntivas.
El país no se pregunta por la reelección o el continuismo del responsable de las actuales desgracias. Se pregunta por una salida democrática y constitucional a esta crisis. Se demanda por políticas novedosas, justas y creadoras, capaces de sacarnos del marasmo en que chapoteamos y enrumbarnos por fin y definitivamente hacia la senda de la prosperidad y el progreso. Vuelve una vez más a repudiar la regresión y la barbarie, entronizadas por un régimen que ha perdido toda legitimidad, y a exigir modernidad, civilidad y justicia.
Caben dos grandes alternativas ante el futuro, independientemente del resultado de una consulta espuria e innecesaria, inconstitucional, estúpida e inútil. Que sólo pretende encubrir la gravedad de la derrota presidencial y resarcirlo con una pírrica victoria – si la consigue - ante tan importante traspiés. Que si es derrotado no tendrá la grandeza de poner su cargo a la orden y hacer mutis, que es lo que la historia quisiera. La disyuntiva es definitoria: o el régimen acomete las rectificaciones que le permitan alcanzar el fin de su mandato en sana paz, buscando con seriedad y sensatez un acuerdo de gobernabilidad con todas las fuerzas vivas de la Nación y contribuyendo a diseñar conjuntamente con la oposición el escenario de la convivencia pacífica del futuro. O insiste en su insensato curso hacia el abismo, que nos puede acarrear graves desequilibrios, la ingobernabilidad y la ruptura. Incluida su violenta salida del Poder. Que nadie quiere, que nadie pretende.
Es, para nuestra desgracia, su naturaleza: incordiar hasta que desaparezca del mapa arrastrado por el sino de los tiempos. No irrumpió con grandeza en el escenario de la política nacional. Lo hizo mediante un avieso y sangriento golpe de Estado. Con la traición de aliada. No saldrá con grandeza: arrastrará sus despojos causando tanto daño como le sea posible. Debemos impedírselo.
sanchez2000@cantv.net
Carlos Blanco //"(A Chávez) Le toca tomar decisiones mayúsculas que no pueden ser disimuladas"
Chávez está metido en un brete de los bravos, en el cual el voluntarismo tiene mayores restricciones que en otros momentos. La crisis económica para Venezuela no es cuento de camino. Aunque el petróleo suba más adelante, la situación es que el precio estaba en julio a 130 dólares por barril y hoy está a menos de 30, lo cual hace que las reservas internacionales existentes tengan que consumirse aceleradamente, se haga imperativa una devaluación, la inflación crezca a ritmos mayores y la situación social se deteriore. No es el imperio; no son los malucos del Norte; es un reajuste financiero y económico que tiene al planeta por escenario. En el campo político, después de 10 años de julepe, el hombre pierde terreno y las contradicciones comienzan a desguazar su tarantín bolivariano. Le toca tomar decisiones mayúsculas que no pueden ser disimuladas con vivezas.
Opción 1. Chávez tiene la opción de hacer un "ajuste bolivariano", es decir, un falso cambio con la idea de ganar tiempo y de poner sobre los lomos de sus enemigos las culpas del desastre que se va a incrementar en las próximas semanas. Dentro de la panoplia de recursos de los cuales dispone están intervenciones de bancos, confiscación de propiedades, cierre de medios de comunicación, represión selectiva aunque acentuada, realización del referendo reeleccionista con el propósito de ganarlo por las malas si hay riesgo de perderlo, tratar de poner preso a Manuel Rosales, irrespeto sin límites a los alcaldes y gobernadores no chavistas, y desarrollo de un Estado policial con el donaire típico de Mugabe.
El discurso sería el de una revolución amenazada que tiene que batirse casi sola ante la tempestad imperialista y el deterioro sería achacado a los enemigos que no habrían cesado en su conjura antibolivariana.
La dificultad de este escenario es que su lógica es demasiado evidente y, por lo tanto, poco creíble. Si se hace caso al correo de las brujas, se ha hecho notorio el descontento dentro del chavismo y la pugna se ha incrementado. No pocos diputados manifiestan su hastío.
Opción 2. Esta segunda opción parte de la idea de que Chávez no es el más radical dentro del chavismo. Aunque su lenguaje esté insuflado del aliento sulfuroso del infierno, lo cierto es que hay sectores más extremos que el del propio líder. Dicho sea, de paso, suele ocurrir que este tipo de jefes son los administradores de las presiones que vienen de distintos frentes. Chávez necesita a la izquierda que lo legitima como líder revolucionario y no quiere prescindir de ella; tampoco quiere romper con los grupos de acción directa porque éstos realizan las actividades sucias que las fuerzas regulares del Estado no pueden ejercer; no desea romper con la franjita de clase media que podría quedarle por algún lado; tampoco de los intelectuales que, aunque traguen grueso, están allí y de vez en cuando escriben una nota diagonal para salvar la honrilla; además tiene que lidiar con unos valetudinarios que son los que proporcionan las argumentaciones más descaradas.
Este equilibrio doméstico riesgoso va de la mano con que los apoyos internacionales lubricados con petróleo pueden menguar; siendo el más simbólico el de Cuba, que de la mano del "tío" va en una ruta de complejo entendimiento con EEUU. Y, como ya se sospecha, al "tío" Raúl le importa un comino el "sobrino" Hugo si las apuestas son más prometedoras por otras veredas. El viejo apotegma vuelve a cumplirse, según el cual en el mundo no hay amistades sino intereses.
En este escenario, Chávez podría estar tentado a hacer lo mismo que en la opción 1 pero a paso más lento, con talento de equilibrista para complacer a todos, de a poco, con la esperanza de que los dioses se cansen de mirar a otro lado y lo vuelvan a enmantillar como en la mayor parte de esta década sufrida.
Opción 3.El tercer camino suena irreal, dados los antecedentes, la presión ideológica y las aspiraciones de los grupos. Más irreal porque el ser humano que es Chávez se ha convertido en prisionero de su imagen; es cautivo de un rol que la historia no parece proclive a concederle, sobre todo en este momento en que los pivotes de su definición (Bush como enemigo y Fidel como su "padre") dejan la escena a quienes no pueden cumplir ni una ni otra función. Chávez va al encuentro de una nueva soledad que hasta ahora no ha conocido: sin enemigo, sin padrino, sin mucha plata, con una popularidad otra vez menguante, y a la intemperie, como un personaje devorado por el afán de poder.
Sin embargo, como ejercicio, podría pensarse que Chávez, tan sensible como un barómetro para medir los cambios de presión, pudiera dar un vuelco radical. Piénsese en tan solo dos medidas que transformarían enteramente el panorama político e institucional del país: la libertad de los presos políticos y el inicio de un diálogo con la disidencia política e institucional. Sí; es posible que no aparezca como viable desde la perspectiva gubernamental, pero concédase a este narrador la licencia de imaginar estos dos pasos.
La libertad de los presos, el retorno de los exiliados, el cese de las persecuciones y de las amenazas, cambiaría instantáneamente la vibración de la sociedad. Sería como reiniciar un camino desde el lugar donde se perdieron las posibilidades de diálogo, hace varios años. El problema que tiene esta medida para los sectores más radicales del gobierno es que -a sus ojos- sería como consagrar la impunidad respecto de supuestos actos "golpistas"; el flanco más extremo del oficialismo podría argumentar que es darle alas a la disidencia dura. Sin embargo, el espíritu de alivio con que el país recibiría una medida de esta envergadura podría -dicho con todas las prevenciones- establecer una onda pacificadora como la que Leoni y muy especialmente Caldera, introdujeron a fines de los 60.
La otra medida sería la de establecer contactos para una agenda común. Esto es más complejo, pero podría apelarse a técnicas de negociación internacionalmente ensayadas para establecer los temas. Por ejemplo, el gobierno tal vez estaría interesado en lograr una cierta neutralidad de sus adversarios para medidas de ajuste económico que serán tan impopulares como inevitables, mientras que opositores y disidentes estarían interesados en niveles mínimos de interlocución política y de respeto, tanto para la funcionalidad de gobernaciones y alcaldías como para temas sobre la enmienda, seguridad pública, seguridad jurídica y garantías democráticas.
Hay razones para la desconfianza y es posible que éstas sean reflexiones demasiado influenciadas por la santidad de la época, pero si hay algún chance de trabajar este ángulo, si hay una mínima posibilidad de restablecer un punto de partida, habría que intentarlo. Por Vivas, Simonovis, Forero, los ocho PM, Gebauer, Patricia, Ortega, ...
carlos.blanco@comcast.net
domingo, 28 de diciembre de 2008
La importancia de conocer el porqué El Valle de Caracas, se dividió en dos entidades políticas administrativas diferentes.
Evolución geopolítica del Valle de Caracas, y de los despojos a que fue sometido la Ciudad Capital.
Despojo de Chacao.
Despojo de Petare.
Recuperación de Chacao.
Anexión de Macarao.Creación del Distrito Federal; pérdida nuevamente de Chacao y oficialización del despojo de Petare, hoy Distrito Sucre (sus cuatros municipios mirandinos actuales: Sucre, Baruta, El Hatillo y Chacao)
Creación del Estado Vargas.
Creación del Distrito Capital.
Creación del Distrito Metropolitano de Caracas.
El Valle de Caracas fue asiento de la ciudad Capital desde que se creó la Capitanía General de Venezuela en el año de 1777, y La Provincia de Caracas fue una de las seis que la integraron. La Provincia de Caracas para esa época ocupaba una extensión de territorio de más del 50%, sin incluir a Guayana.
La idea central del trabajo es hablar específicamente qué pasó con la división del Valle de Caracas y su repercusión que aún existe sobre la Ciudad Capital, sin entrar en mayores detalles sobre la evolución de la Provincia de Caracas, que es motivo de otro tema.
Despojo de Chacao, de la ciudad Capital
Ya instalada la República, la Ordenanza Municipal de 1820, en el Artículo 3º, Capitulo 1 de la primera parte expresa claramente los límites de la ciudad:“Se declara que sólo tenga el nombre de ciudad de Caracas la población que hay y en adelante hubiere en el terreno contenido entre el río Anauco, por el Oriente, la quebrada llamada de Lazarinos, por Occidente, y entre el río Guayre al Sur, y por el norte una curva tirada desde el nacimiento de dicha quebrada de Lazarino a la hermita del Calvario: de allí rectamente a la de la Pastora: desde esta a la calle y puente que guía y sale al cuartel de San Carlos, y desde éste, en dirección del -Lest-sueste- a terminar en el expresado río Anauco, frente a la estancia que llaman de los Solórzanos, cita del otro lado del mismo”.Comenta Lila Mago de Chopite (1):
“Esta ordenanza fija definitivamente los límites de la ciudad de Santiago de León de Caracas con todos los honores y privilegios que como cabeza y metrópolis de la Provincia de Venezuela le correspondía por derecho y soberanas resoluciones. El alcance social de esta medida está en la discriminación que se establece entre el sector urbano ubicado dentro de estos límites y las numerosas viviendas humilde que venía proliferando en los últimos años del período colonial y a raíz del terremoto de 1812, fuera de los límites señalados, negándosele según el contenido de esta disposición el derecho de pertenecer a la ciudad, pero que sin embargo quedaban sometido a su jurisdicción y según otra ordenanza de policía en cuanto al gobierno interior se pensó darle una organización aparte”.
Para a los que les parezca extraño el nombre de la quebrada de Lazarinos; en el año de 1747 indagando la ubicación de los enfermos de lepra, se encontró que tres de ellos tenían su morada junto a una quebrada, en la Sabana de Caroata, que desde entonces fue llamada, por algunos, quebrada de Lazarinos (2).
Agregando al comentario de la profesora Chopite, vemos como precisamente nosotros los venezolanos, ya en vía de plena independencia, en vez de consolidar geopolíticamente a El Valle de Caracas, asiento de nuestra amada ciudad - a excepción de Macarao-, lo que hacemos, como buenos políticos y sin visión de futuro, desde entonces, hasta ahora, es rendirle culto a la improvisación y la ineficiencia. Lo ocurrido en una de las primeras reuniones del Cabildo, fue dar el primer paso para la división de nuestro valle, así como iniciar la amputación de nuestra Caracas.
Despojo de Petare
Luego el Ayuntamiento de Caracas en 1822, como si fuera poco, ordenó que El Cantón de Petare fuera segregado de Caracas, “por ser demasiado vasto y difícil de atender el territorio que administraba". La recomendación expresada en acta del 16 de enero de 1822, fue aceptada, y la nueva división política entro en vigor poco tiempo después, siendo solemnemente instalada el 26 de octubre del mismo año (3). Las razones de la época: distancia, dispersión de la población, etc (si es que fueron razones) ya no tiene vigencia; como expresa Doña Irma de Sola en su libro Contribución al estudio de los planos de Caracas (4):
“El Valle de Caracas es una unidad natural que no debió nunca fraccionarse y que hoy reclama su integración geopolítica”.
Lamentablemente la publicación de su libro, coincidió con el terremoto de Caracas del 29 de julio de 1967, y el Gobierno Nacional en ese entonces no tomó las recomendaciones y providencia que planteo Doña Irma, principal defensora de la unidad de El Valle de Caracas.Con todo lo comentado hasta ahora, hemos cercenado a Caracas la parroquia de Chacao, que desde la colonia le pertenecía a Caracas, sólo que para la época era una aldea algo alejado del centro de la ciudad, pero de una importancia agropecuaria y cultural invalorable, y vivienda de notables y valiosos caraqueños, integrada en todo sentido a la Capital, incluso fue una de las primeras parroquias erigida en la colonia (1769).
Comenta Rafael Valery lo siguiente sobre Chacao (5):
“Chacao es uno de los sectores más extensos y llanos del gran valle de Caracas. Humboldt, intrigado, se preguntaba por qué razón la Ciudad no se había fundado en ese sitio. A raíz del terremoto del 21 de octubre de 1766 fue propuesto al Cabildo reconstruir la Ciudad en la llanura de Chacao, pero la idea no prosperó”; este comentario hace ser más insólito lo sucedido. Además apartó el Cantón de Petare, que pertenecía a la Provincia de Caracas y estaba localizado precisamente en su propio valle, aunque fuera un Cantón aparte, jamás debió separarlo de la Capital ,a la cual pertenecía geográficamente; se adelantaron a la nefasta Constitución Federal 44 años, que en vez de corregir tremenda brutalidad, lo que hicieron fue oficializarla.
Al constituirse de nuevo la República, después de la disolución de la Gran Colombia, por mandato constitucional el Congreso dictó la Ley sobre el régimen y organización de las Provincias, acorde con la legislación relativa a la organización política contenida en la Constitución centro-federal que se dio la República en 1830, por cuyo efecto quedó la Nación divididas en Provincias, Cantones y Parroquias. En cada Provincia quedaron establecidas las Diputaciones provinciales, que equivale a las Asambleas Legislativas actuales, a las cuales se le asignaron, entre otras, dos de las atribuciones más importantes que garantizaban la autonomía municipal: la facultad de legislar con alcance local y la disponibilidad de recursos económicos propios. A la cabeza de cada Cantón estaba un Consejo Municipal, cuyas funciones quedaron notablemente reducidas, limitadas a funciones de inspección y cuido. En cada parroquia se destinaba un Juez de Paz. En 1831 por decreto legislativo del 25 de mayo se designó a Caracas, capital de la República (6).
Con esta explicación de Lila Mago de Chopite, se recuerda que Caracas- Capital pertenecía como Cantón del mismo nombre a la Provincia de Caracas y formaba uno de los dieciséis Cantones para la época en el año de 1936, o sea era el centro del poder y no tenía que estar haciendo concesiones que perjudicara la conservación geopolítica del valle, donde se encontraba la Capital. Para esa época ya se había despojado a Chacao de Caracas (7).
Recuperación de Chacao
Pasamos a treinta y seis años de la Constitución de 1830, y encontramos lo siguiente:En el año de 1856, el congreso hizo uso de la Constitución de 1830, de atribuir al congreso la potestad de “elegir el lugar en que deba residir el gobierno y variarlo cuando lo estime conveniente” y dictó la Ley del 28 de abril de 1856 en la cual determinó que “la ciudad de Santiago de León de Caracas, cuna del Libertador Simón Bolívar, es la capital de la República de Venezuela”. Esa Ley dividió el territorio nacional en veintiuna Provincias, entre las cuales estaba la Provincia de Caracas, cuya capital sería la ciudad de Caracas, integrada por varios Cantones: uno de ellos también con el nombre de Caracas y estaría formado por las parroquias Catedral, San Pablo, Santa Rosalía, San Juan, Altagracia, Candelaria, Chacao, Valle, La Vega, Antímano y el Recreo. Como cabezera se designó la ciudad de Caracas (8). Como podemos observar, vuelve la Parroquia de Chacao a Caracas, tal como era en el principio de la República y en la colonia. Aquí se corrigió, por los Monagas, parte del error cometido hasta ahora. Luego de esta corrección parcial de los Monagas, que por lo menos tuvieron el merito de hacerla, vino la nefasta y desastrosa Guerra Federal, que aún no me explico como algunos “políticos” y gobernantes la halagan.
Anexión de Macarao
Es de hacer notar que, Macarao, aldea situada al occidente del valle de Caracas, bastante alejada del Casco Histórico de Caracas. Más distanciada aún que el pueblo de Petare, como lo podemos observar en cualquier plano de la ciudad, y que para la colonia no pertenecía al Cantón de Caracas, y su jurisdicción comprendía a San Pedro y los Teques; sucedió todo lo contrario que con el resto de los lugares que le fueron despojado al Valle de Caracas, por las autoridades de turno. Geográficamente pertenecía al Valle de Caracas, pero políticamente no. Se explica esto con la narración que al respecto hace Rafael Valery (9):“El pueblo de Macarao fue erigido en parroquia hacia 1740, y hasta 1810 su jurisdicción comprendía San Pedro y los Teques. El 28 de noviembre de ese año, varios hacendados solicitaron la desmembración de estos pueblos y el Tribunal de Policía de Caracas procedió entonces a fijar nuevos linderos”De no haber sucedido esto: el reclamo de los pobladores de Macarao, la parroquia del mismo nombre, una de las más extensas territorialmente del municipio Libertador, perteneciera hoy al Estado Miranda, y la amputación del valle de Caracas fuera aún mayor. Más hicieron y pudieron sus pobladores por defender su territorialidad en el Valle de Caracas, que todas las autoridades del Poder Ejecutivo y Municipal desde que se instaló la República hasta el presente.
Creación del Distrito Federal; pérdida nuevamente de Chacao y oficialización del despojo de Petare ( sus cuatros municipios mirandinos actuales: Sucre, Baruta, El Hatillo y Chacao)
Sobre esto, Tomas Polanco Alcantara (10). Comenta lo siguiente, sic:“Al triunfar la Revolución Federal y ser planteado el problema de la nueva organización del Estado, se presentó un dilema de aparente contenido teórico y de sentido político, que debía ser resuelto: si todos los estados que se “federan” se consideran mutuamente iguales “iguales en entidad política” no era admisible que ninguno de ellos fuere sede del poder federal porque se estaría creando una seria diferencia a favor de ese Estado y en perjuicio de los demás”.La cuestión estaba prevista en el proyecto de Constitución presentado a la consideración de la Asamblea Nacional Constituyente el día 18 de enero de 1864. La discusión finaliza por una resolución de la Asamblea, dictada el 29 de febrero de 1864, según la cual, ese cuerpo, persuadido “de la ingente necesidad de fijar el radio de acción exclusivo del gobierno central “resuelve que el territorio comprendido dentro de los departamentos de Caracas, Maiquetía y la Guaira, quedaban provisionalmente erigido en Distrito Federal”. El Cantón de la Guaira donde ya estaba incluido Maiquetía formaba parte de uno de los dieciséis cantones de la antigua Provincia de Caracas, que para esa época estaba reducida su territorio y llamada “Estado Caracas”.El poder ejecutivo fue encargado de darle una organización provisional y se dispuso que en todas las elecciones, que no fueran para senadores, “el Distrito tiene las mismas competencias de los Estados”. Ese día fue designado el general Antonio Bello como gobernador del distrito.Esa decisión inmediatamente provoca una fuerte reacción política; los generales José Rafael Pacheco y Luciano Mendoza, miembros del gobierno provisorio del Estado Caracas, protestan: la conducta del gobierno al designar el gobernador del distrito es precipitada y violenta, la Asamblea a transgredido sus atribuciones, dispuesto a su antojo de un Estado que es soberano y no podía arrebatar a un Estado un pedazo de su territorio ni someter a sus habitantes a un régimen excepcional. Concluyen: “se ha violado el pacto de la Revolución Federal. A los pocos día de ese suceso, el mariscal Presidente dicta un decreto organizando el Distrito Federal; como consecuencia de ese proceso el antiguo Estado “Caracas”-lo que quedaba de la antigua Provincia de Caracas- desaparece y se le da el nombre de Estado Bolívar (hoy Estado Miranda) y se le dio por capital a Petare.Esta provisionalidad, para complacer a los que mantenían el deseo de conservar la capitalidad para Caracas, con el tiempo se convertiría en permanencia.
La "famosa Revolución Federal", con la creación del Estado Bolívar-actualmente Estado Miranda, con su capital en Petare, lo que hizo es oficializar hasta el presente la división del Valle de Caracas, despojando en forma definitiva a Petare de la Capital, y con ello a los actuales Municipios mirandinos; Sucre, Baruta, Chacao y el Hatillo.
Luego de esto hubo una serie sucesiva de modificaciones, según el capricho de Guzmán Blanco, durante cada uno de sus tres períodos presidenciales, a igual como lo hizo Joaquín Crespo; a veces separaban a la Guaira del Distrito Federal, y en otras oportunidades la reincorporaban, hasta llegar al gobierno de Cipriano Castro, quien por decreto del 2 de julio de 1900 incorpora el Departamento Vargas definitivamente al Distrito Federal. En la Constitución de 1901, en cuyo artículo 6, numeral 7, queda conformado el Distrito Federal en forma definitiva en Departamento Libertador y Departamento Vargas, hasta 1986 (11). La nueva modificación ocurrió en el año 1986; Ley Orgánica del Distrito Federal del 30 de diciembre de 1986, cuando se divide en dos municipios en vez de departamentos: Municipio Libertador y Municipio Vargas (12).
Creación del Estado Vargas
El Municipio Vargas en marzo de 1998 fue elevado a la categoría de Estado (13).
Creación del Distrito Capital y el Distrito Metropolitano de Caracas
En el año de 1999 se crea el Distrito Capital, una entidad federal equivalente a los demás estados (pero con condiciones especiales por ser la sede del Gobierno Nacional), conformada en la actualidad únicamente por el Municipio Libertador y el cual sustituye al antiguo Distrito Federal.Luego surge el Distrito Metropolitano de Caracas, el cual esta conformado por los municipios Libertador, perteneciente al Distrito Capital; y por los municipios Baruta, Chacao, El Hatillo, y Sucre, perteneciente al Estado Miranda. La creación de esta unidad político territorial, administrada por la Alcadía Mayor, surge a partir de la aprobación de la Ley Especial sobre Régimen del Distrito Metropolitano de Caracas, sancionada por la Asamblea Nacional Constituyente y publicada en Gaceta Oficial Nº 36.906, de fecha 8 de marzo de 2000, conforme a lo dispuesto en elartículo 18 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1991 que señala: “Una ley especial establecerá la unidad político territorial de la ciudad de Caracas que integre en un sistema de gobierno municipal a dos niveles, Los municipios del Distrito Capital y los correspondiente al Estado Miranda. Dicha ley establecerá su organización, gobierno, administración, competencia y recursos, para alcanzar el desarrollo armónico e integral de la ciudad. En todo caso, la ley garantizará el carácter democrático y participativo de su gobierno (14).
Elaborado por Gerónimo Alberto Yerena para el Blog Venezuela de Antaño y Venezuela Libre.
Correo: yerena.geronimo@gmail.com
Bibliografía
1.- Lila Mago de Chopite.Caracas y su crecimiento urbano. Publicación de la Unidad de Cultura y Publicaciones del Instituto Universitario Pedagógico de Caracas. 1986. p 98.
2.- Rafael Valery S. La Nomenclatura Caraqueña.Ernesto Armitano Editor. 1979. p 197.
3.- Ibidem. p 43.
4.- Sola Ricardo, Irma de. Contribución al estudio de los planos de Caracas. Ediciones del Cuatricentenario.1967.
5.- Rafael Valery S. La Nomenclatura Caraqueña.Ernesto Armitano Editor. 1979. p 37.
6.- Lila Mago de Chopite.Caracas y su crecimiento urbano. Publicación de la Unidad de Cultura y Publicaciones del Instituto Universitario Pedagógico de Caracas. 1986. p 107.
7.- Ibidem.Gráfico # 5.p 109.
8.- Tomas Polanco Alcántara. Historia de Caracas.El Distrito Federal hasta 1945. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. 1955. p 83.
9.- Rafael Valery S. La Nomenclatura Caraqueña.Ernesto Armitano Editor. 1979. Macarao.p 40.
10.-Tomas Polanco Alcántara. Historia de Caracas.El Distrito Federal hasta 1945. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. 1955. p 83.
11.- Ibidem.p 86.
12.- Atlas práctico de Venezuela. Nº 11. 1º edición. Publicación del diario El Nacional y Cartografía Nacional.
13.- Atlas práctico de Venezuela. 2º edición. Distrito Capital. Diario El Nacional. P 105.
14.- Ibidem. p 109.
sábado, 27 de diciembre de 2008
El 61% de los venezolanos votaría contra la reelección continua de Hugo Chávez
El estudio realizado por la encuestadora Hinterlaces consta de 700 entrevistas hechas en hogares de los principales 12 estados del país.
El director de la empresa, Oscar Schemel, informó que, según la encuesta, el 32% votaría a favor de la propuesta del jefe de Estado. "El 62% (de los encuestados) piensa que el presidente quiere quedarse en el poder y lo asocian con la figura de Fidel Castro", dijo Schemel a la emisora Unión Radio.
El encuestador señaló que la diferencia de 30 puntos se reduce a 10 puntos cuando se pregunta a las personas "si está de acuerdo con que no haya problemas en plantear la reelección indefinida, siempre y cuando haya elecciones cada seis años y participen otros candidatos, este es un argumento democrático, y el oficialismo tiene una oportunidad de argumentar democráticamente".
"Hay un chavismo moderado que ya no reproduce mecánicamente las opiniones del presidente, sino que tiene sus propios criterios y opiniones e incluso puede votar en contra del presidente sin sentirse un traidor, es el tránsito del chavismo moderado al ni ni (indeciso)", explicó. El proyecto de enmienda fue presentado el martes a la Asamblea Nacional (Congreso) que la discutirá la próxima semana y que según los plazos legales podría ser sometida a consulta popular a comienzos de febrero. De ser aprobada, el presidente podría postularse a una segunda reelección
viernes, 26 de diciembre de 2008
Argelia Ríos // Engañifas y envoltorios del mando vitalicio
Mienten con alevosía y sin recato. La engañifa no tiene límites. Ahora a la reelección indefinida la rebautizaron como el "derecho a la postulación continua". El significado es el mismo: pero decidieron -así no más, insidiosamente- esconder el puñal afilado para encubrir la insaciable voracidad del jefe. El asunto expone una debilidad y revela la ironía: hace apenas diez años la revolución decía representar al soberano. Se ufanaba de interpretar sus inquietudes y necesidades.
Hoy, convertida en pasado, sus timoneles se burlan de él, hilvanando palabras que subestiman su inteligencia. Empinados en la arrogancia, la comparsa bolivariana supone que el lenguaje lo puede todo y que cualquier glosario sirve a los fines de potabilizar la barbarie... Pero sólo un profundo desprecio por el pueblo puede dar cabida a la descarada manipulación que el país está presenciando... Poco a poco, Chávez se ha equiparado con los peores mandamases. Como ellos, trafica con la candidez de los humildes, contra quienes conspira manipulando temores y recelos íntimos. Los verbos remendados para adornar la reelección son la mejor prueba de que "el proceso" va en declive y de que sus operarios están conscientes del rechazo popular a la vocación perpetuista del presidente.
El conocimiento de esa objeción popular, y la certeza de que la reelección indefinida genera aprensiones bien fundadas entre la mayor parte de los electores, ensancha el delito de la traición al soberano. El hecho de que a la reelección indefinida se le pretenda cubrir con un envoltorio artificial niega lo que muchos dan como cierto. Las pretensiones de Chávez, de quedarse por siempre en Miraflores, no son insignificantes para el ciudadano de a pie.
A juzgar por las previsiones de la revolución -que lleva todo un año descifrando el 2D, con el propósito del contrabando en mente-, la reforma constitucional fue rechazada tanto por sus efectos en la propiedad privada y en la patria potestad, como por la desconfianza que produce la ambición desenfrenada del presidente de la República. Cuando Chávez habla sobre "su" derecho a la postulación continua lo hace sabiendo que se trata de una falacia y de que, habiendo sido aceptable en otros tiempos, la reelección es hoy objeto de grandes dudas.
Pero la trampa cazabobos trasciende de la redenominación de la iniciativa. La verdad es que el presidente vuelve a mentir al asegurar -también alevosamente- que la decisión en torno a su reelección quedaría siempre sujeta a la aprobación o desaprobación del soberano. Los ingenuos pensarán que es irrelevante otorgarle a Chávez "su" derecho a postularse.
Pero ni ellos pueden negar que las dudas son válidas. Siendo público y notorio que Chávez nos está ofreciendo otra vez la misma reforma que antes ya fue negada en votación, ¿quién tiene la certeza de que el presidente aceptará la victoria de cualquier otro candidato distinto a él? Ese es el problema.
Argelia.rios@gmail.com
Notas: La socialdemocracia criolla II.La senda socialdemócrata
Jorge Lanzaro
NUEVA SOCIEDAD ,217
Los partidos de la izquierda institucional en Brasil, Chile y Uruguay llegaronal poder nacional por dos vías diferentes: la acumulación de fuerzas como polo autónomo mediante la anexión de pequeños grupos, procurando lograr umbrales mayoritarios, tal cual lo ha hecho el FA; o las fórmulas de coalición,que a su vez difieren entre sí, como son los casos del PT y del PS.
Los distintos caminos generan consecuencias en el modo de gobernar. En todos,sin embargo, se produjo un revisionismo ideológico y programático que acompañala competencia al centro del espectro izquierda-derecha.
Estas izquierdas, que han vivido en hermandad con el movimiento obrero, abandonaron las pretensiones de impulsar una transformación en profundidad de la sociedad capitalista y desarrollaron la condición de partidos catch-all, de tipo electoral.
Por ende,perdieron espesor como partidos de masas y, aunque preserven el enlace conlos sindicatos, apuntan a una audiencia más amplia y diversificada.La prosperidadelectoral y la conquista del gobierno pasan a ser su leitmotiv central, procuradomediante empeños que fueron remodelando la organización de estospartidos y su membresía, los procesos decisorios y las estructuras de liderazgo.
Esas rutas condujeron a la instalación de los gobiernos socialdemocráticosque, aunque tienen peculiaridades propias, muestran los rasgos típicos de lasexperiencias de este género, y en particular dos características definitorias.
Por un lado, son gobiernos compuestos por partidos de izquierda de filiaciónsocialista, reformista o revolucionaria, que al influjo de la competencia políticaen sistemas relativamente institucionalizados asumieron las reglas de lademocracia representativa de raigambre liberal y respetan los parámetros dela economía capitalista bajo sistemas de mercados abiertos.
Por otro lado, en virtud de su matriz ideológica y movidos por la misma competencia inter- eintrapartidaria que los induce a ajustarse a dichas lógicas, estos gobiernos tratande impulsar orientaciones distintivas en políticas públicas estratégicas.
Para llegar al gobierno, y de modo aún más abierto una vez en él, estos partidos,sus jefes y sus diferentes sectores aceptaron, con diversa convicción, lasrestricciones políticas y económicas vigentes.En rigor, estas izquierdas tendierona acatar las restricciones económicas –derivadas fundamentalmente delos flujos de la globalización y de los cambios en las relaciones capitalistas enel ámbito nacional– no solo por el peso que ellas tienen, sino también en funciónde las condicionantes específicamente políticas y, en particular, del marcapasosdemocrático y la métrica rigurosa que prevalece en los sistemas competitivose institucionalizados
En efecto, estos fenómenos sobrevinieron en América Latina –como han ocurridoen Europa– una vez que las izquierdas descartaron los caminos más radicalesy aceptaron la restricción democrática, en sus dos dimensiones básicas:la competencia electoral como vía exclusiva para llegar al gobierno y, apartir de ello, el acatamiento de la normatividad republicana, mediante procesosde gobierno que transitan por las instituciones democráticas bajo regímenesde frenos y contrapesos.
Se construye, por ende, una ingeniería institucionaly política que sirve para articular mayorías y acotar disensos, mejorando las decisionesen términos de legitimación y estabilidad.No se trata solo de aceptar lavía electoral como medio instrumental de llegar al gobierno, algo que todas lasizquierdas de esta tercera ola han hecho.
Se trata, fundamentalmente, de incorporarla democracia representativa en tanto régimen de gobierno, en escenariosplurales y de competencia efectiva. Esto define el patrón incremental y el sistemade compromisos en el que se mueve el reformismo socialdemocrático, con efectospositivos sobre la calidad y la sustentabilidad de las innovaciones15.En sustancia, este temperamento político implica aceptar el capitalismo y sostenera la vez un designio reformista efectivo pero moderado.
En principio,se impone entonces cierta continuidad con respecto a las pautas vigentes y alparadigma neoliberal que cundió en la década de 1990.Cabría pues sostener que se perfila, en estos casos, un «régimen normativo» (policy regime)16: se tratade una situación en la cual los partidos principales, independientementede su inclinación ideológica, siguen pragmáticas similares, que resultan aceptablesy aceptadas por las elites políticas, de buen grado o con resignación, enfunción de las condicionantes que imperan, de los aprendizajes realizados yde los cálculos electorales.
Estamos entonces ante una circulación de modelos, similar a la que existiódurante la época keynesiana, pero que se reproduce ahora bajo el dominio delneoliberalismo. Experiencias que, en ambas fases históricas, se presentan tantoen los centros del capitalismo como en países de la periferia. Los desafíosque ha enfrentado la socialdemocracia europea en tiempos neoliberales sereplantean en América Latina, con las peculiaridades del caso, en virtud delos estrenos de Brasil, Chile y Uruguay.15.
Las democracias pluralistas no se mueven a grandes saltos, sino que tienden a cambiar sus políticasa través de ajustes incrementales, en compases de regulación del consenso y del disenso,acotando los agravios y las posibilidades de un vuelco revisionista. Bajo estas pautas, el reformismomoderado viene a ser de hecho radical por su calado político, la sintonía pluralista y sus posibilidadesde consolidación más allá del gobierno de turno.
16. Adam Przeworski: «How Many Ways Can Be Third?» en Andrew Glyn (ed.): Social Democracy inNeoliberal Times. The Left and Economic Policy since 1980, Oxford University Press, Nueva York, 2001.
Sin embargo, no necesariamente hay en este orden la uniformidad que a veces sepresume. Bajo este trasfondo de convergencia, el signo ideológico de los partidosno es indiferente y, en ancas de la competencia política, los gobiernos de izquierdatienden a cultivar la lógica de la diferencia respecto de los gobiernos anterioreso de sus rivales. Más allá de las continuidades y convergencias, cabe registrarinnovaciones de distinto calibre en áreas estratégicas para el desarrollo económicoy político: en particular, en la reforma del Estado y la regulación del mercado,las formas de inclusión y ciudadanía, cohesión social y equidad, derechos humanosy herencias autoritarias, valores culturales y progresos democráticos.
■ Recursos políticos
Las posibilidades de innovación están condicionadas por las estructuras económicasy sociales que ha ido labrando la historia de cada país, en la larga duracióny en el pasado reciente. Dependen también de factores coyunturales y del ciclo debonanza actual, marcado por elempuje favorable del comerciointernacional, los altos preciosde los commodities y la renta deciertos recursos naturales.
Pero la capacidad de innovaciónde un gobierno deriva,más allá de las determinaciones económicas, de su conformación política y delos recursos de poder de que dispone. En función de esta variable decisiva, losgobiernos de Brasil, Chile y Uruguay, que tienen similitudes básicas, presentansin embargo diferencias significativas en su textura política y, por ende, ensu potencial socialdemocrático.Conviene repasar brevemente los artículos más significativos que integran lacanasta de recursos políticos de los tres casos analizados. Haremos referenciaa Brasil pero sobre todo a Chile y particularmente a Uruguay, probablementeel que más se acerca a un modelo criollo de socialdemocracia.Legados políticos e institucionales. En lo que se refiere a las instituciones delEstado y las políticas públicas, los tres países tienen historias diversas.
Porañadidura, la transición liberal siguió en ellos derroteros distintos. En Chile,el modelo de cambio radical hacia un diseño neoliberal fue tramitado durantela dictadura. En el extremo opuesto, Uruguay delineó un modelo típicamentegradualista en una transición que –a semejanza de la de Brasil– se produjomayormente bajo la democracia, con iniciativas más centristas y moderadasLa capacidad de innovación deun gobierno deriva, más allá de lasdeterminaciones económicas,de su conformación política y de losrecursos de poder de que dispone
■por la competencia partidaria,
con la izquierda que hoy gobierna como fuerzade oposición y actor de veto.Los saldos son, por lo tanto, diferentes: en el grado de la liberalización y de lasprivatizaciones, en la organización y el nivel de mercantilización de los serviciossociales, en el desmontaje o la preservación de los modelos vernáculos de bienestar,en la matriz de las políticas públicas y en la fortaleza del Estado, sus capacidadesinstitucionales, la entereza de las burocracias y la formación de cuadros, lacentralización y la descentralización, la intervención en la producción directa debienes colectivos y en los procesos de regulación, el control nacional del capital yde los recursos naturales, el reparto de poderes en el conjunto de la sociedad y encada sector de actividad, con pasos que fueron modificando los ordenamientosjurídicos e incluso los estatutos constitucionales.Las herencias del pasado y las facturas del periodo neoliberal establecen restriccionespara la acción política.
Pero algunas de las adquisiciones de largo plazo ylos resultados de ciertas reformas recientes preservan, y a veces mejoran, la cajade herramientas de los gobiernos, lo que puede favorecer los propósitos de innovación,el realce del Estado y los cursos de repolitización que las izquierdas impulsen.En este sentido, operan la continuidad histórica y la acumulación progresivaque ha tenido, por ejemplo, el Estado desarrollista en Brasil desde las obrasfundacionales de Getúlio Vargas y Juscelino Kubitschek hasta los aportes de FernandoHenrique Cardoso.
Algo similar ocurre en Chile, con las burocracias estatales,las agencias de regulación y promoción o la red de saberes especializadosque nutre las políticas públicas. Uruguay tiene igualmente ciertas ventajas, graciasal mantenimiento en manos del Estado y la modernización de las empresasde servicios públicos más importantes, al influjo del patrón de reformas de losaños 90, que también moderó las privatizaciones y la descentralización en sectorestan estratégicos como la educación o la seguridad social17.Coeficiente de poder.
El potencial de producción política de un gobierno dependesobre todo de su coeficiente de poder, que referimos básicamente al caudal parlamentario,considerado en dos niveles: a) posición del partido de izquierda gobernanteen el conjunto de la izquierda (y dentro de las coaliciones de gobierno); b)posición del partido –o de la coalición de gobierno– en el sistema de partidos.17.
En el índice de privatizaciones de Eduardo Lora para el periodo 1985-1999, Uruguay ocupa ellugar más bajo entre 18 países de América Latina, con el menor valor de activos públicos privatizadosen proporción al PIB (no alcanza al 0,1%). Brasil se ubica en tercer lugar (más de 10% del PIB),seguido de Argentina (algo menos de 9%), en una lista encabezada por Bolivia (casi 20%) y Perú(cerca de 15%). E. Lora: «Las reformas estructurales en América Latina: qué se ha reformado y cómomedirlo»,DT 462, Banco Interamericano de Desarrollo, Washington, D.C., 2001.
* Partidos con representación parlamentaria cuya autoidentificación ideológica está por debajo deen la escala izquierda-derecha 1-10. Brasil: PT, PDT, PPS, PSB, PCdoB; Chile: PS, PPD.Fuente: elaboración del autor a partir de Instituto de Ciencia Política – Banco de Datos.
A este respecto, las diferencias son apreciables. El FA es monopólico en la izquierda uruguaya y lleva adelante un gobierno mayoritario, de un solo partido,que por su génesis constituye en sí mismo un «partido de coalición», fragmentado pero unificado.
En Brasil y Chile hay en cambio gobiernos de coalición,que a su vez difieren entre sí, como difiere el lugar que tienen dentro deellos los respectivos partidos de izquierda.Ambos se encuentran en situacionesminoritarias (10% a 18% de la Cámara de Diputados), no cubren el universoentero de las izquierdas y comparten poderes con socios de otros linajes,en relaciones complejas. Sea desde el lugar de pívot, como partido formadorde una coalición bastante heterogénea que mantiene el PT, con distinto perfilen los sucesivos gobiernos.
Sea en el cuadro más paritario y homogéneo –establey densamente articulado– de una alianza de veinte años con la DemocraciaCristiana (DC), en el que está inserto el PS.Junto con la magnitud de la representación parlamentaria, hay que calibrar la polarización ideológica
18. En Chile, la distancia entre el PS y el bloque de la derechaes considerable (4,4), como lo es también, dentro de la Concertación, ladistancia entre el PS y la DC. No es de extrañar, pues, que la innovación sea moderada.En Brasil y Uruguay, la distancia ideológica del PT y el FA con respectoa los partidos de oposición es en cambio menor (2,2 y 2,7 respectivamente).
Sin embargo, la producción política resulta en ambos casos diferente, dadoque el PT es minoritario y gobierna en base a una coalición heterogénea, mientrasque el FA lleva adelante un gobierno mayoritario.Partido de gobierno (PT, PS, FA), izquierdas y coalición de gobierno:bancas en la Cámara de Diputados (en porcentaje)Cuadro 3Lula 1 Lula 2 Lagos Bachelet VázquezPartido de gobierno 18 16 10 13 53Partidos de izquierda* 31 33 32 29 53Coalición de gobierno 60 70 52 49 --18. Cálculos estimativos de distancia ideológica en base a datos de autoidentificación partidaria,tomando en cuenta el tamaño de los partidos (bancas en la Cámara de Diputados, presidencias deLagos, Lula –primer periodo– y Vázquez).
Ver Manuel Alcántara Sáez: ¿Instituciones políticas o máquinasideológicas? Origen, programa y organización de los partidos políticos latinoamericanos, ICPS, Barcelona,2004.
Evolución partidaria.
Los tres partidos han experimentado una evolución semejanteque los ha llevado a la moderación ideológica y a transformacionesde sus estructuras. Este proceso ha tenidosin embargo características y consecuenciasdistintas, que repercuten en losemplazamientos como partidos de gobierno,la competencia interna y las relacionesexternas.
El PS chileno parece más afincado en sucondición de partido electoral de elites,al servicio del gobierno y en su rol deengranaje de la Concertación. Ha tenidoconstreñimientos fuertes que lo han llevadoa una mayor convergencia con elstatu quo, tras un proceso de reunificación trabajoso, que dio lugar a unamarcada conversión ideológica y política19. De ahí su aversión al riesgo macroeconómicoy al riesgo político, la voluntad de evitar la polarización y lasmovilizaciones populares, con posturas que inciden en su relación con lossindicatos y con la izquierda comunista, lo que a su vez moldea la «transversalidad» dentro de la Concertación y el trato con la derecha.
El FA también ha acentuado su perfil de partido electoral, pero preservó encierta medida su militancia, sus redes de organización y prácticas de movilización,conectadas con los sindicatos y los grupos sociales, lo que le permitióconservar márgenes de autonomía en su vínculo con el gobierno. En la bregaque franqueó su llegada a la Presidencia, supo conjugar una estrategia a dospuntas: fue incorporando los cambios programáticos que exigía la competenciaelectoral, pero mantuvo una firme oposición ante la agenda de reformasobrando como actor de veto (veto player). Con esas trazas, las variacionesideológicas fueron más limitadas que en otros países; para prosperar, debieronpasar por un contencioso interno incesante, con sectores y dirigentes queexhiben diverso grado de asimilación o de resistencia ante la revolución culturalque generó el neoliberalismo.19. Pasó por la experiencia conflictiva del gobierno de Salvador Allende y por la dictadura de AugustoPinochet, que fue muy severa y protagonizó el empuje fundacional más decidido de la región.La transición democrática y los procesos consecutivos se ven marcados por estos «traumas»,acumulando otros efectos «moderadores»: fuerza remanente del establishment autoritario y del propioPinochet, «candados» institucionales y caudal político de la derecha, particularidades de laoposición democrática y de la alianza con la DC.Los tres partidos han experimentado una evoluciónsemejante que los ha llevadoa la moderación ideológicay a transformacionesde sus estructuras.
Esteproceso ha tenido sinembargo características y consecuencias distintas
■Las diferencias entre los partidos
se cruzan con las diferencias en el liderazgo presidencial.
Vázquez suma la jefatura del gobierno y la jefatura del partido,que logró afirmar en una forja política de quince años. Con un apronte igualmente prolongado, Lula también desempeña los dos papeles y ha sido ademásel jefe neto de sus coaliciones de gobierno, proyectándose como una figuranacional relativamente despegada del PT.
Estos logros se alcanzaron conmayores condicionamientos en el mandato de Lagos y resultaron aún más trabajosospara Bachelet.
Las ecuaciones de poder dan lugar a pragmáticas de gobierno distintas. La Concertación ha cultivado una política de consensos con el bloque de la derechaaun disponiendo de la mayoría parlamentaria (que mantuvo durante lapresidencia de Lagos y perdió durante la de Bachelet).Los dos mandatos deLula han combinado el presidencialismo de coalición, una práctica consuetudinariaen Brasil, con un presidencialismo de compromiso, que implica buscarmayorías parlamentarias caso a caso, en arreglos de geometría variable.
El FA tiene el coeficiente de poder más grande en tanto titular de un gobiernomayoritario, llevado adelante por un solo partido, con disciplina casi perfecta.No está obligado a formar coaliciones ni a celebrar compromisos parlamentariosy ha optado por prescindir tajantemente de la oposición.Conexión sindical y ciudadanía social.
En la canasta de recursos políticos pesaparticularmente la complexión del movimiento sindical y el tipo de vínculoque mantiene con el gobierno y el partido de gobierno. La articulación entreestos dos pilares –partidos y sindicatos– es una de las marcas típicas de lasconfiguraciones socialdemocráticas.
Tal entronque asume en los tres países características diferenciales. En todoslos casos existe una hermandad histórica entre partidos y movimiento obrero.En todos los casos, también, el empuje neoliberal resultó en una mala temporadapara los sindicatos.
En aquella etapa, se registraron flujos de descentralizacióny flexibilización de las relaciones laborales, debilitamiento organizativoy bajas en la afiliación, cambios en el balance entre el sindicalismo del sectorpúblico y del sector privado. Estos cambios acompañaron las reformas económicas,la reestructuración del trabajo y de las clases trabajadoras, las nuevassegmentaciones, la formidable expansión de la informalidad, la desocupacióny la marginalidad.
En términos generales, cuanto más se sostiene el centralismo gremial y su proyecciónpolítica, la disciplina y la lógica militante, mayor es la fuerza de lossindicatos en los respectivos gobiernos de izquierda: como grupos de apoyoy como vector de influencia, que va desde la integración del gabinete y deotros cuadros dirigentes hasta la orientación en las distintas áreas políticas,particularmente en las relacioneslaborales, campo en el cual –salvoen Uruguay– se registraron máscontinuidades que cambios.
En este aspecto, el caso uruguayoes probablemente el que mejor expresauna ecuación socialdemocrática.Los gremios, que fueron actoresmuy relevantes en la recuperacióndemocrática, padecieron los embates de la transición neoliberal de los 90.
Aunque se debilitaron en la negociación laboral, lograron no obstante preservarla central única y reciclar el sindicalismo político en la militancia contralas reformas de esa década –en especial, en la presentación de recursos de referéndumcontra las leyes de privatizaciones– aportando sus energías al crecimientodel FA.
Acuden así al plebiscito de las urnas en vez de insistir con elplebiscito de las calles, mediante ejercicios ciudadanos que cambian la pautade movilización y articulan vetos eficientes o un potencial de amenaza, de caraa las iniciativas de liberalización y sobre todo a las privatizaciones.
Tales prácticas reforzaron el enlace estratégico con el FA, aunque manteniendo a lavez un grado de autonomía. Los sindicatos, particularmente los del sector público,pudieron obrar así como núcleos de reclutamiento y de movilización yse convirtieron en actores coadyuvantes en la construcción de una alternativade izquierda.Este esquema plasmó en la integración del elenco del gobierno y en su agenday dio paso a una política que contempló a las clases trabajadoras a travésde medidas de salario y seguridad social, regulación del trabajo y fueros sindicales,combate a la informalidad, reforma impositiva, sistema de salud, etc.De paso, se asignaron bienes de poder a los sindicatos, lo que favoreció elejercicio de sus funciones e incrementó los niveles de afiliación. La reposiciónde las instituciones tripartitas de negociación laboral es una pieza decisiva eneste cuadro y delinea un esquema neocorporativo, que no se traduce, sin embargo,en una concertación al máximo nivel.Junto a las cuestiones referidas a los trabajadores y a los sindicatos, están losproblemas específicos de los desocupados y de la población ubicada bajo laEn términos generales, cuantomás se sostiene el centralismogremial y su proyección política,la disciplina y la lógica militante,mayor es la fuerza de lossindicatos en los respectivosgobiernos de izquierda ■línea de la pobreza.Las alternativas socialdemocráticas latinoamericanas seencuentran aquí ante un desafío de inclusión mayúsculo y muy peculiar, queconstituye uno de los elementos que distinguen a estas nuevas experienciasde sus congéneres europeos. Tal desafío implica, antes que nada, un esfuerzodiferenciado de integración y de expansión de la ciudadanía.En primer lugar, esto remite a la implementación de políticas económicas ysociales adecuadas, que se debaten entre opciones estratégicas encaradas comoalternativas dicotómicas o en forma complementaria (focalización y universalidad,transferencia de ingresos y programas centrados en el empleo,distintas reglas contributivas y fórmulas de financiamiento).En segundo lugar,el objetivo del desarrollo inclusivo supone también la afirmación de institucionesespecializadas –eventualmente paralelas a los circuitos corporativos yal relacionamiento sindical– que establezcan, en términos democráticos y através de redes públicas, el vínculo sistemático del Estado con los gruposde pobres y excluidos, que por definición no están encuadrados en los procesosy las organizaciones del mundo del trabajo. En una tarea propiamentesocialdemocrática, ambos vectores –acción con los sindicatos y políticasdirigidas a los sectores excluidos– pueden contribuir al diseño de modalidadesactualizadas de Estado de Bienestar, que tienen necesariamente implicacionespolíticas.
■ Palabras finales: compromiso socialdemocráticoEl estreno de versiones criollas de la socialdemocracia es una novedad significativay plantea interrogantes acerca de la naturaleza de estas especies y deltipo de iniciativas que impulsan.Hemos consignado las características fundamentales de estas experiencias. Enparticular, subrayamos que su potencial de cambio depende de la conformaciónde cada gobierno y de los recursos políticos con que cuenta.En Brasil,Chile y Uruguay se registran las variantes más cercanas a los modelos socialdemocráticos,en virtud de los legados históricos y el coeficiente de poder, laevolución política de los partidos de izquierda y los parámetros ideológicosen que se insertan.La conexión con los sindicatos y los vínculos con otros actoressociales terminan de definir estas configuraciones. Ese potencial resultatambién de la temporalidad política –que es en sí misma un componente depoder–, ya que se trata de ejercicios presidenciales de distinto perfil y de diferenteduración, que están sujetos a la alternancia.
Por tratarse de gobiernos que por definición operan en democracias competitivas,sabemos que sus iniciativas dependen de procesos específicos de regulacióny autorregulación política, ajustándose en consecuencia al patrón incrementaly al «cálculo de consenso» que suele predominar en los sistemaspluralistas.En esa tecla, y también por definición, la gestión de los gobiernos de este géneroapela a un compromiso socialdemocrático hecho de contradicciones yequilibrios complejos.
Tal como ocurrió en las experiencias europeas clásicasy tardías, pero con los rasgos propios de los tiempos actuales y de nuestracondición periférica, hay aquí un balance entre capitalismo y democracia, quebusca conjugar la lógica de mercado con una reconducción del Estado y de lapolítica, tratando de compaginar los requerimientos del progreso económicocon las aspiraciones de equidad social
Notas: La socialdemocracia criolla I
El actual giro a la izquierda en América
Latina trae una novedad absoluta:
el estreno de gobiernos de tipo
socialdemocrático en Brasil, Uruguay
y Chile, que aunque asumen rasgos
propios guardan semejanzas con sus
congéneres europeos. En estos países
gobierna una izquierda institucional,
que opera en sistemas de partidos
relativamente institucionalizados,
plurales y competitivos, asumiendo las
reglas de la democracia representativa
y las restricciones de la economía
capitalista en mercados abiertos, pero
impulsando un reformismo moderado.
Los tres gobiernos tienen un potencial
socialdemocrático diverso, en función
de sus recursos políticos, cultivando
el compromiso entre capitalismo
y democracia, en busca de nuevas
formas de desarrollo que compaginen
progreso económico y cohesión social.
En América Latina se registra un acontecimiento histórico. Agrupamientos
políticos de izquierda o centroizquierda –progresistas, en un sentido
más amplio– acceden al gobierno en un amplio arco de países que incluye a
algunos de los más importantes de la región.
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista NUEVA SOCIEDAD No 217,
septiembre-octubre de 2008, ISSN: 0251-3552,
NUEVA SOCIEDAD 217
La socialdemocracia criolla
41
El giro a la izquierda tiene el carácter de una «ola». No obstante, estos gobiernos
muestran una marcada diversidad. Entre ellos hay nuevas composiciones
populistas (Venezuela, Bolivia, Ecuador) y también gobiernos que recrean las
manifestaciones precedentes del nacionalismo popular (Argentina y, eventualmente,
Panamá). Ambas figuras presentan singularidades relevantes, pero
se inscriben en el viejo tronco del populismo, un fenómeno recurrente en
América Latina en distintas fases históricas y que ha asumido distintos signos
políticos1.
Al mismo tiempo, esta temporada registra una gran novedad: el estreno de
gobiernos de tipo socialdemocrático2 en Brasil, con Luiz Inácio Lula da Silva;
en Chile, con Ricardo Lagos y Michelle Bachelet; y en Uruguay, con Tabaré
Vázquez3. Se trata de fórmulas inéditas en nuestra región, que presentan rasgos
propios de su condición periférica, específicamente latinoamericana, pero
que pueden compararse con los referentes europeos clásicos. En particular,
encuentran similitudes con las experiencias socialdemocráticas tardías que
surgieron a partir de los 70 en España, Portugal y Grecia, las cuales sobrevinieron
–como las nuestras– al paso de una doble transición: luego de las respectivas
transiciones democráticas y en el surco de la transición liberal, fuera
de los círculos virtuosos de la era keynesiana y a la hora de un nuevo empuje
de la globalización.
Las experiencias de esta socialdemocracia criolla, que trata de encontrar su camino
en Brasil, Chile y Uruguay, tienen diferencias palpables. Las tres son resultado
de rutas políticas diferentes y muestran configuraciones gubernamentales
1. La senda que va del populismo clásico al populismo moderno despunta con las manifestaciones
desarrollistas que dejaron rastros duraderos (México, Brasil, Argentina), pasa por varias experiencias
abortadas (Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú, etc.), para llegar luego a un populismo
de «afinidades inesperadas», que se anota en la fajina neoliberal (Alberto Fujimori en Perú).
Actualmente, Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa han puesto en marcha un populismo de izquierda, que se inscribe en esa tradición latinoamericana, aunque cada uno muestra sin dudas
rasgos diferentes, entre sí y con respecto a sus ancestros.
2. Se utiliza en este texto el adjetivo «socialdemocrático» o «socialdemocrática» (en lugar de «socialdemócrata
») en tanto alude a una forma política, mientras que «socialdemócrata» se refiere a
una corriente política. Las experiencias aquí analizadas son socialdemocráticas, aunque los partidos
no necesariamente lo sean, se llamen o se reconozcan como tales.
3. En América Latina ha habido otras experiencias de apelación socialdemocrática (por ejemplo,
los gobiernos del Partido de Liberación Nacional en Costa Rica, de Acción Democrática en Venezuela
y del Partido de la Socialdemocracia Brasileña de Fernando Henrique Cardoso). A su vez, la
posibilidad de una alternativa socialdemocrática o de «tercera vía» en nuestra región ha sido planteada
por algunos intelectuales (como Helio Jaguaribe; Maravall, Bresser-Pereira y Przeworski, o
Castañeda y Mangabeira) y también por actores políticos (en particular, fue desarrollada en el
«Consenso de Buenos Aires», labrado por líderes de izquierda del continente, incluidos Lula y
Ricardo Lagos). No obstante, es la primera vez que se concretan efectivamente gobiernos de este género con las características que definimos.
42
muy diversas, con posibilidades variadas de continuidad e innovación:
transitan una senda posneoliberal y enfrentan el desafío de labrar un nuevo
paradigma, que no viene diseñado de antemano sino que –como es usual
en los recodos de la historia– se forja sobre la marcha, sin que medie un libreto
acabado.
■ La izquierda institucional
Para clasificar a los gobiernos de izquierda atendemos a su naturaleza política:
fundamentalmente, el tipo de partido o movimiento en el poder y, como
variable basal, la fisonomía de cada sistema de partidos, su nivel de competitividad
y su grado de institucionalización, lo cual remite a su vez a rasgos
diferenciales en el gobierno presidencial, los estilos de liderazgo y la calidad
de la democracia4. En el arco que va de los populismos a las figuras socialdemocráticas,
observamos las estructuras políticas, el balance de poderes partidarios
y la efectividad de la competencia como condicionantes principales de
la forma de llegar al gobierno y de la forma de gobernar.
De manera muy esquemática, cabe decir que en América Latina encontramos
izquierdas sin partidos o con partidos, que actúan en sistemas de partidos relativamente
fuertes o en sistemas débiles o en colapso, y en el marco de democracias
que exhiben distintos grados de competencia efectiva. Todo esto
genera consecuencias importantes en los procesos electorales, las prácticas de
gobierno y la consistencia de la oposición.
Por definición, los gobiernos socialdemocráticos están protagonizados por
una izquierda que cabe considerar institucional en dos sentidos.
El primero
es el grado de institucionalización que presentan los partidos de izquierda
que forman el gobierno: el Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil, el Partido
Socialista (PS) en Chile y el Frente Amplio (FA) en Uruguay.
El segundo es
que tales partidos están integrados a la competencia electoral y al régimen
democrático republicano, en el seno de sistemas de partidos plurales y competitivos,
más o menos institucionalizados.
El primer punto –la institucionalización de cada partido– responde desde
luego a los trazos generales del sistema de partidos, pero tiene una dinámica
4. Jorge Lanzaro: «La ‘tercera ola’ de las izquierdas latinoamericanas: entre el populismo y la social
democracia» en Las izquierdas latinoamericanas y el gobierno, Pablo Iglesias, Madrid, 2006. 43
5. El PS chileno es el mayor. Creado en 1933, tenía 73 años cuando Bachelet llegó a la Presidencia y
cuatro menos al asumir Lagos, que antes de la formación del Partido por la Democracia (PPD) también
pertenecía al PS. El FA llegó a la Presidencia con 33 años, dos décadas después del fin de la
dictadura: aunque nació en 1971, en su fundación participaron grupos con trayectoria anterior,
incluidos dos veteranos de la izquierda uruguaya: el Partido Socialista (inaugurado en 1910) y
el Partido Comunista (en 1921). El PT brasileño fue creado en 1980 y tenía 22 años cuando Lula llegó
a la Presidencia.
propia y características específicas. A su vez, los tres partidos mencionados
tienen formatos políticos distintos, que llevan la marca de su modelo genético
y que reflejan los cambios suscitados ulteriormente por la competencia
inter- e intrapartidaria.
Se trata, en los tres casos, de partidos bien establecidos, que llegaron al gobierno
con más de 20 años de antigüedad y tras sobrevivir a las vedas autoritarias5.
Son partidos muy estructurados, que se foguearon en la oposición y en la
conducción sindical, que han mantenido su representación parlamentaria
por periodos relativamente prolongados y que compitieron en varias elecciones
presidenciales. Todo esto posibilitó acumulación de experiencia y responsabilidad
en base a un aprendizaje democrático. Este aprendizaje, que viene de la
historia, se desplegó en las fases de transición y está marcado por las lecciones
que dejaron las dictaduras y los sucesos críticos que condujeron a ellas. En
la fase siguiente, ya en democracia, se fueron desarrollando las elites partidarias
y construyendo liderazgos que se afirmaron primero en las filas del partido
para adquirir luego reconocimiento nacional.
La longevidad, asociada a la continuidad y la aptitud de adaptación frente a
los cambios, es un indicador del grado de institucionalización partidaria. Se
trata de un factor que contribuye a delinear distinciones entre las actuales izquierdas
gobernantes, como se sintetiza en el cuadro 1, donde se aprecia que
los partidos de izquierda de Chile, Uruguay y Brasil se encuentran entre los
más longevos y los que enfrentaron un mayor número de elecciones antes de
acceder al poder.
Los tres partidos viven en sistemas de partidos plurales y competitivos, relativamente
institucionalizados. Esto constituye otro factor definitorio, que delinea
una pauta de evolución política que resulta positiva para el conjunto del
sistema y para el propio partido de izquierda en carrera. La institucionalización
significa que los sistemas adquieren estabilidad y son valorados como tales,
por sus propios integrantes y la ciudadanía, de modo que los partidos y
las contiendas electorales gozan de reconocimiento y legitimidad, como resortes
de representación política y arbitraje democrático. Ello implica también
cierta continuidad en los patrones de competencia y los alineamientos políticos,
con volatilidad electoral moderada.
Los estudios en la materia muestran que la institucionalización es alta en Chile
y Uruguay.
En Brasil ha sido comparativamente más baja, pero en la última década
ha mejorado de manera sostenida. La izquierda institucional ha contribuido
a cultivar estos logros debido a su participación activa en las transiciones democráticas
y sus desempeños posteriores, integrando la coalición de gobierno
en el caso de Chile o como fuerza de oposición en Brasil y Uruguay6.
6. En Europa occidental, los partidos de izquierda han actuado como pace setters de la institucionalización,
con repercusiones importantes para el sistema y efectos de emulación en los demás partidos,
que ante la emergencia de esos actores debieron reorganizarse para competir. Algo similar
ocurre con el PT en Brasil, cuyo desempeño contribuyó a dotar de cierta estabilidad a los patrones
de competencia partidaria y a los alineamientos políticos, lo que redujo la volatilidad electoral. Por
su parte, el FA uruguayo creció como partido desafiante en el seno de un sistema ya institucionalizado,
pero atravesó una coyuntura crítica y cambió fuertemente, manteniendo sin embargo su
consistencia. Ver J. Lanzaro (ed.): La izquierda uruguaya, entre la oposición y el gobierno, Fin de Siglo,
Montevideo, 2004.
Fuente: elaboración del autor a partir de Instituto de Ciencia Política – Banco de Datos.
Partidos de izquierda en el gobierno:
edad y trayectoria electoral
País Partido Año de Edad al llegar Elecciones
formación al gobierno presidenciales
en el ciclo actual al llegar al gobierno
en el ciclo actual
Argentina Partido
Justicialista (PJ) 1945 57 5
Bolivia Movimiento
al Socialismo (MAS) 1997 8 2
Brasil Partido de
los Trabajadores (PT) 1980 22 6
Chile Partido Socialista (PS) 1933 73 14
Ecuador Alianza Patria
Altiva y Soberana (PAIS) 2005 1 1
Panamá Partido Revolucionario
Democrático (PRD) 1979 25 4
Uruguay Frente Amplio (FA) 1971 33 6
Venezuela Movimiento Quinta
República-Patria
para Todos (MVR-PPT) 1997 1 1
Jorge Lanzaro
La volatilidad electoral, medida por la variación en el número de bancas
que obtienen los partidos en elecciones para la Cámara de Diputados, es un
indicador apropiado de la institucionalización de los sistemas de partidos.
Chile y Uruguay exhiben una volatilidad relativamente
baja, inferior a 20 puntos y similar a las de las democracias avanzadas7.
En Brasil, la volatilidad, que era alta, ha ido descendiendo sensiblemente;
en las últimas elecciones, bajó a la mitad de la que existía en la
década de 1980.
En cambio, en Bolivia y Ecuador la volatilidad ronda los 30 puntos y en Venezuela
llega a 408. En Argentina, la volatilidad mostraba marcas intermedias
durante las décadas de 1980 y 1990 y aumentó en forma significativa a partir
de 2001, para disminuir en las elecciones más recientes (2003-2007) gracias a
la performance del peronismo frente a una oposición desperdigada9.
La institucionalización prospera en sistemas de partidos plurales y de competencia
efectiva, donde los saldos electorales y la representación política
7. Mientras que en Chile la volatilidad descendió, en Uruguay ha aumentado algunos puntos con
la elección de 2004, en la que el FA amplió su representación y el Partido Colorado llegó a su mínimo
histórico.
8. En Venezuela, el sistema de partidos surgido del Pacto de Punto Fijo (1958) se desplomó antes
de la llegada de Chávez a la Presidencia, sin que haya construcciones de relevo. Bolivia vio esfumarse
vertiginosamente los avances en la materia que había logrado desde la transición democrática,
a partir de 1985. En Ecuador el sistema de partidos está «pulverizado».
9. En Argentina, el sistema de partidos –tradicionalmente débil, aunque con partidos relativamente
robustos– presenta una importante fragmentación, que afecta a sus integrantes más veteranos
(Unión Cívica Radical, PJ). Vuelve a plantearse una franca asimetría, que ha sido recurrente en la
historia argentina y que favorece una vez más al peronismo.
Fuente: elaboración del autor a partir de Instituto de Ciencia Política – Banco de Datos.
Volatilidad en elecciones para la Cámara de Diputados
mantienen cierto balance de poderes, con equilibrios partidarios que favorecen
los equilibrios institucionales. Así ocurre en Chile y Uruguay. Sin embargo,
ambas características no necesariamente corren parejas.
En Brasil la institucionalización
viene progresando, pero ha sido más débil y no obstante el sistema
de partidos es marcadamente plural y competitivo10.
La competencia efectiva –que es una característica fundamental en un sistema
democrático– puede medirse por las alternancias en el gobierno y, sobre
todo, por el «margen de victoria» en una elección determinada, es decir,
el porcentaje de votos que obtiene el ganador en relación con el de sus contendientes.
En esta relación a dos puntas cuentan pues el peso del gobierno
y el peso de la oposición11. La fuerza de uno y otro bloque está en relación
con la magnitud de cada contingente, pero también con la densidad
de su organización partidaria y el grado de unidad o fragmentación que
presentan.
El índice de competencia efectiva de David Altman y Aníbal Pérez Liñán12
mide el poder relativo del gobierno y la oposición en base al número de bancas
con el que cuentan en la Cámara de Diputados13.
Aplicando esa fórmula
para el periodo 1989-2007, Brasil, Chile y Uruguay,
1, presentan los índices de competencia efectiva más altos, seguidos de
Bolivia, Argentina, Panamá y Venezuela14.
Al agrupar los casos se evidencia que los países con gobiernos de
tipo socialdemocrático mantienen un grado de competencia efectiva alto y
relativamente constante, aun después de la instalación de presidentes de izquierda.
En cambio, los demás países considerados presentan un grado menor
de competencia.
10. Al revés, puede haber sistemas institucionalizados que no sean competitivos, como lo fue por
muchas décadas el de México, mientras duró la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional
(PRI).
11. El poder político depende de la representación parlamentaria a nivel del gobierno central. Pero
cabe asimismo tener en cuenta otras instancias y en particular, la distribución regional de autoridad:
en los regímenes unitarios y más marcadamente en los regímenes federales. El federalismo
«robusto» de Brasil es un ejemplo resaltante.
12. D. Altman y A. Pérez-Liñán: «Assessing the Quality of Democracy: Freedom, Competitiveness
and Participation in Eighteen Latin American Countries» en Democratization vol. 9 No 2, 2002.
13. La representación en la Cámara de Diputados se pondera tomando en cuenta la cantidad de
partidos que integran cada bloque, en el entendido de que tanto el gobierno como la oposición
tienen distinta potencialidad, según estén formados por un solo partido o por varios.
14. No incluimos Ecuador ya que la extrema fragmentación política vuelve poco confiable la
aplicación de este índice.
Fuente: elaboración del autor a partir de Instituto de Ciencia Política – Banco de Datos.
Evolución de la competitividad en países seleccionados, 1989-2007. Gobiernos
socialdemocráticos versus otros gobiernos de izquierda
Socialdemocracia
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Eduard Bernstein (1850-1932): Político socialdemócrata alemán y fundador de la teoría evolucionaria del socialismo mediante reformas parlamentarias.
La socialdemocracia es una ideología política que surgió a finales del siglo XIX y principios del XX del seno del marxismo, creían que la transición a una sociedad socialista podía lograrse mejor mediante una evolución dentro de la democracia representativa que mitigara los efectos del capitalismo antes que por algún otro método. Los socialdemócratas pretenden reformar el capitalismo democráticamente mediante la regulación estatal y la creación de programas y organizaciones patrocinados por el Estado para aliviar o quitar las injusticias que ellos piensan son inflingidas por el sistema capitalista de mercado.
Con anterioridad, se describía a los socialdemócratas como socialistas reformistas (dado que abogaban por el desarrollo del socialismo a través de reformas parlamentarias graduales) en contraste con los socialistas revolucionarios, que pretendían alcanzar el socialismo mediante una revolución obrera o caso contrario por medio de una evolución extraparlamentaria no estatal. La socialdemocracia también aborda los temas valóricos desde un prisma progresista. Es el sector de la izquierda partidista más importante del mundo contemporáneo.
A menudo se utilizan los términos "socialismo" o "socialista" en referencia a la socialdemocracia y los socialdemócratas, aunque el concepto "socialismo" es más amplio, ya que en diferentes países pueden incluir a socialistas democráticos, marxistas, comunistas y anarquistas. Mientras algunos consideran a la socialdemocracia una forma moderada del socialismo, otros, definiendo el socialismo en el significado tradicional o marxista, rechazan esta designación.