Mientras Chávez no consiga completar su trámite, Venezuela estará condenada a la desidia
El mandato, en sí mismo, ya constituye una afrenta.
El presidente desea que sus gobernadores y alcaldes le dediquen sus primeros 100 días a la campaña por la enmienda. Ha señalado que no existe obra más importante que la obtención de su victoria. Los problemas de la gente, según cree el comandante, no son la prioridad. Ninguna urgencia ciudadana se equipara con la suya. Su beneficio personal está por encima de cualquier cosa.
Un centenar de muertos, producto de la inseguridad, es para él una suerte de "inversión" obligada. La ganancia que ha calculado es sustancial y supera los costos de transacción: quedarse en Miraflores hasta el 2021 bien vale una pila de cadáveres; unos cuantos grupos de nuevos damnificados; o un mar de basura putrefacta... Todo el país tiene que esperar por él. Mientras Chávez no consiga completar su trámite, Venezuela estará condenada a la desidia. Cien enmiendas representan una huelga permanente de brazos caídos: un castigo al atrevimiento del electorado, por cuya negativa la población será forzada a vivir en medio de las peores penurias.
Esa es la consigna de la revolución: si no hay mando perpetuo, tampoco habrá gobierno. El chantaje pone a prueba la capacidad de aguante del país. Cuando el presidente habla de las 100 enmiendas, no hace sino blufear. Sin embargo, aspira a que la finta le funcione como una advertencia acerca de los límites a donde llegaría si acaso no conquistara el triunfo en la próxima medición...
Chávez juega al cansancio anticipado del electorado, apostando a que éste, por puro hartazgo, le conceda la reelección indefinida. El intento procura dotar a su propuesta reeleccionista de un falso manto de inexorabilidad, que contrasta, de palmo a palmo, con los resultados de las últimas dos jornadas electorales... El punto es que el comandante necesita proyectar la idea de que su presencia infinita en el poder es un hecho irremediable y consumado, que no admite ni merece resistencia...
Pero todo es parte de una maquinación propagandística: la simbología del éxito -que estuvo siempre de su lado- hoy se ha trasladado hacia el espacio de los gobernadores y alcaldes "no alineados", cuyos primeros 100 días, quiéralo o no el comandante, harán el contraste y escribirán el decálogo de una nueva victoria democrática.
La actuación de Chávez le deja el alma al desnudo y enumera las razones para negarle su reelección indefinida. Los deseos irrefrenables de quedarse para siempre, so pena de paralizar a la nación hasta que ésta le otorgue el pasaporte necesario, son un acto de violencia compulsiva, ante el cual sólo existe una única respuesta.
Y aunque para Chávez la disputa es entre el "Sí" y el "Sí" -mediando sólo el chantaje que niega la otra opción-, los ciudadanos sabrán decirle lo que cabe: ...que, ciertamente, Chávez NO se va... pero "por ahora", y hasta el 2013. Argelia.rios@gmail.com
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