Gracias por probarnos que sí tiene sentido votar, y votar cada vez que nos desafíen
Quiero aprovechar esta víspera de tu nacimiento para mandarte esta carta, que a ratos te resultará larga, pero entenderás que la vida que llevamos de ocho años para acá, parece justificar las cosas por las que te doy gracias y, animado por esas concesiones, las que te pido otorgues a los venezolanos, sobre todo a los que, corriendo riesgos y viendo su futuro algo bloqueado, decidieron no partir a la primera escaramuza.
Como conviene a buenos hijos -porque somos hijos tuyos, aunque todavía seas un niño- déjame comenzar con los agradecimientos. Hay tantos, que nunca como ahora se hace tan real esa famosa fórmula venezolana, "Gracias por los favores concedidos", que adorna lápidas y anuncios de periódicos. Si hasta nosotros la hemos utilizado cuando nos dirigimos al constructor de nuestros padecimientos.
Gracias por no dejar que, abrumados, nos cansemos.
Gracias por ayudarnos a seguir, a pesar de que el origen de nuestras angustias nada desea más que el que tiremos la toalla o, como los "marielitos" cubanos, le abandonemos el patio.
Gracias por lo que hemos recuperado en estos últimos tiempos: lo primero el vicio de votar, y votar cada vez que nos desafíen.
Gracias por probarnos que sí tiene sentido -y resultados palpables- el hacerlo.
Gracias porque con votos -y no con balas- hemos liberado a la mayor parte de la gran Caracas. Gracias por dejar que se entreguen, los derrotados y sus recursos, únicamente a su "adoración perpetua", y estúpidamente crean que eso es lo que el pueblo venezolano espera.
Gracias por dejar con los crespos hechos a más de un francotirador tarifado.
Gracias por no dejar que los electores cayeran en trampas cazabobos. Y quizá mayores gracias por no haber permitido que fuéramos directo a la tumba. ¿Cómo no agradecerte que no impidieras que nuestra torpeza condujese a la pérdida de Bolívar y de la alcaldía de Valencia, entre otros trofeos a la mano? Impediste que nos montásemos en ese avión marcado para su estallido fatal, justo cuando iba a comenzar lo que todos sabemos está a la vuelta de la esquina. Gracias por dejar que sean los esbirros del régimen quienes, sin saberlo siquiera, aparezcan en la línea de fuego cuando la candela comience. Se sienten tan felices, y se regodean tanto en el triunfo que directo les lleva al abismo del barril a menos de 30, que respiraremos aliviados cuando constatemos que no estamos en el séquito. Nos quedamos a las puertas del festín de Baltazar. ¡Aleluya!
Gracias por darnos algunos alcaldes y gobernadores que sólo quieren aprender y a practicar lo que aprenden se dedican con tesón, sin tener que caer, para nada, en la tentación de la "adoración perpetua". Gloria a Dios.
Gracias por obligarles a triunfar con muy poco real, para que así el contraste resplandezca y la gente saque sus conclusiones. Gracias por todo eso y por tantas cosas más. ¿Y qué te podríamos pedir que no lo hayamos hecho ya? Danos la capacidad de aprender lo que rápido hemos de aplicar.
Y la de enmendar lo errado y enderezar lo torcido. Danos aguante para activamente esperar el agotamiento de un proyecto que rápido se encamina al abismo. Y cuando eso llegue, no dejes que nos salpique. Alarga nuestros brazos para recibir a cuanto arrepentido sincero se devuelva espantado. Y no nos dejes caer en la tentación del rechazo a ratos merecido.
Abre el entendimiento de los disidentes para que comprendan que ni hay opción NI-ni, ni medias tintas que les garanticen vida. Haz que brille el ejemplo de Podemos y el valor de Pastora Medina. Y mantén vivito y coleando el vigor de Wilmer Azuaje. Trae a muchos venezolanos la comprensión de que sería suicida embarcarse, a estas alturas, en un proyecto que se hunde en la crisis final.
Y, por favor, dale una pizca de vergüenza a tanto depredador desplazado, que ahora se pavonea como si del saqueo que patrocinaron, nada vieron ni oyeron. Mantén viva la esperanza en los venezolanos. Que no olviden el viejo dicho de su tierra: "No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista". Que no caigan en la tentación de entregarse, ni al mejor postor ni al triunfalismo ni a sus sombríos presagios.
Ilumínales para que vean que un socialismo que fracasó en su mejor etapa: la de las ilusiones, no hay modo que sobreviva recostado sobre el billete.
Danos, finalmente, lo que a muchos concediste: que sólo tengamos un firme propósito de enmienda: la de nuestros males y defectos; nunca la de nuestra inteligencia y sana perspicacia. Danos valor, y permanecer de pie.
antave38@yahoo.com
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