No hay que convencer a nadie de que eso de gobernar es justo lo que tenemos ya diez años
Todos los que hemos sentido -y seguiremos sintiendo- un súbito rechazo, un corrientazo de indignación cada vez que Chávez, en el tonito desafiante que le caracteriza, informa a su cuidadosamente "escaneada" audiencia, en una graduación express cualquiera en el Teatro Teresa Carreño, que "me dicen que ahora vamos en cadena", para obtener de los más exaltados el grito chocante de: "¡Así, así, así es que se gobierna!, jamás imaginamos que éramos nosotros quienes íbamos a terminar coreándolo. Ya veremos por qué y con qué sentido. No hay que convencer a nadie de que eso, eso de gobernar es justo lo que tenemos ya diez años esperando de este régimen.
Naturalmente, cuando gobernar significa lo que significa: proveer de paz y seguridad a todos los ciudadanos, construir acelerada y firmemente una infraestructura digna de tal nombre en el país entero (que para eso se ha gozado de los más altos ingresos de los últimos cien años), garantizar a todos la salud y educación que necesitan, para poder ubicarse en un empleo digno y seguro, y no colgarse de una teta gubernamental, que ahora sabemos puede secarse al más mínimo descenso del barril. Sabemos y lo repicamos a los cuatro vientos, que gobernar no es repentinamente "darse cuenta" -luego de tres años de obvia presencia activa de afanados constructores- que un centro comercial, que se levanta a menos de ocho cuadras de la sede del gobierno nacional, podría tener efectos dañinos para esa zona y que ello exige, que abruptamente y "porque lo digo yo y con eso basta", deba ser confiscado, sin todavía saber para destinarlo a qué.
También sabemos que, salvo personajes como el notorio Amin Dadá africano, no se despliega un gobierno desde un micrófono público, donde, "sin aviso y sin protesto", los ministros y altos funcionarios que están obligados a asistir a la escuelita dominical, reciben órdenes y contraórdenes. Es Chávez, y nadie más, el que finalmente gobierna. Es él, nadie más, quien quita y pone& e indispone.
Cómo será que a ese regalito dominical debe -entre otros- que el rechazo pertinaz que logra mantener vivo en la mitad de la población, se vea sin cesar renovado. Los medios de comunicación, esos que el chavismo detesta por hacer lo indecible por cumplir con su misión y su tarea, que no es otra que informar al instante lo que pasa y, por supuesto, lo que debería pasar y no pasa, están repletos de ejemplos de buen gobierno desde lo que ellos resienten como una oposición inquebrantable.
Tome usted cualquier periódico desde que tomaron posesión alcaldes y gobernadores que no tuvieron que venir a Miraflores a oír clases de ese experto que lleva 10 años ya sin realizar ninguna acción de gobierno digna de tal nombre, -y que, de paso, se molestó porque no todos atendieron su llamado- y verá con grato asombro que no han dejado de realizar las tareas que esperábamos hacía años. Desde, por primera vez, atender las necesidades sentidas de los motorizados de Caracas, dotar de un seguro digno a los bomberos de la ciudad, hasta anunciar los pasos que se darán para disminuir la creciente inseguridad en las zonas que les toca gobernar, y los que se esperan para mejorar la calidad de vida de todos, no sólo de los "rojo rojitos".
De paso, la llegada de Capriles Radonski inferimos ha sido una liberación para los empleados de la gobernación, quienes eran forzados -al estilo Mao- a chapear monte en apartadas carreteras, trajeados de "rojo rojito", de modo periódico, mientras que a su gobernador no se le veía nunca en nada de eso. Por fin esos empleados podrán clamar "Tú como que vienes del Federal".
Pronto los caraqueños, amén del resto de Miranda, así como Zulia, Táchira y Carabobo, sentirán lo que significa dedicarse a gobernar. Y lo más importante, cómo eso se puede ir consiguiendo sin la perniciosa ayuda de Chávez, quien insiste en manejar los recursos del país como si fueran suyos. En efecto, todos aquellos que desesperan de no ver "un proyecto creíble alternativo al de Chávez", se van a ver sorprendidos, porque un proyecto no lo configuran palabras y planes en el papel, sino acciones bien dirigidas y con propósito, llevadas a cabo todos los días, como lo han mostrado Bogotá y Medellín en nuestro continente.
Mientras, los escolares de Chávez ya verán qué hacen. Mientras esto se va haciendo realidad, encaremos confiados este difícil año 2009, con un barril a menos de 30 y un inconsciente pendiente de su reelección perpetua y de nada más. Vienen tiempos duros, de aprendizaje y esperanza. antave38@yahoo.com
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