Chávez es una expresión acabada del descaro en el poder
Todas las argumentaciones ofrecidas contra la reelección vitalicia de gobernadores y alcaldes no han sido obstáculos para el patético cambio de opinión que acaba de formular el Presidente. Lo que Chávez ha hecho esta semana, al transformar el contenido de la enmienda, demuestra una absoluta falta de escrúpulos. El comandante está comprobándole otra vez al país que su capacidad de maniobrar será siempre infinita, porque no está sujeta a ningún tipo de miramiento ético.
La política es una actividad sencilla para quienes no poseen límites ni contemplaciones morales. Los que juegan con instrumentales principistas, amparados en el decoro y el respeto a las audiencias, siempre se enfrentan a cuestas más empinadas. Chávez es una expresión acabada del descaro en el poder.
El Presidente no admite las fronteras entre lo correcto y lo incorrecto. Hoy le dice a los incautos que será el pueblo el que a fin de cuentas decidirá. Mañana, sin dudas, dirá lo contrario. Cuando las elecciones le perjudiquen seriamente, terminará desechándolas tal cual como despacha hoy los fundamentos por los que rechazaba la reelección de gobernadores y alcaldes. Nunca hay que olvidar tampoco que Chávez aseguraba no ser un "socialista": el camino recorrido lo refuerza como un mentiroso reincidente.
Aún así, una parte del auditorio nacional comienza a consumir la idea de que la reelección no es un problema porque "será el pueblo el que en su momento decida". Ese sector de venezolanos subestima el hecho de que el 2D ya el pueblo había decidido y de que los votos no tuvieron la fuerza inapelable del mandato popular. Quien tenga ojos, debería ver con nitidez lo que se oculta detrás de esta edulcorada versión del mandato vitalicio, ofertada sin pudor como una supuesta "ampliación" de los derechos políticos ciudadanos.
Tampoco debería desestimar la sentencia decembrina del Presidente, quien ha dicho que después de la reelección, vendrán los otros temas de la reforma ya negada por el voto de los venezolanos. Más claro, no canta un gallo: si la enmienda es aprobada, la propiedad privada y la patria potestad de los niños seguirán bajo riesgo.
En las revoluciones, la honradez no tiene relevancia: el objetivo de mantener secuestrado el poder, justifica el empleo de todos los medios. La ausencia de probidad era y sigue siendo notable: los alegatos con los cuales se justificaba la reelección indefinida exclusivamente para el timonel del proceso, son tan indecorosos como los que ahora se ofrecen para vitorear la creación de una casta vitalicia de carácter regional y local.
Basta saber cómo reaccionará la opinión pública. Si ella creyera que la ampliación de la enmienda es un acto de "justicia" con los gobernadores y alcaldes, la jugada de Chávez resultará exitosa. Si la interpretara como una acción cínica y desesperada, el jefe saldrá con las tablas en la cabeza. El Presidente movió el tablero y de eso depende ahora el destino de la enmienda.
Argelia.rios@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario