Argelia Ríos
Una fecha oportuna para las primarias es aquella que garantiza una participación masiva
Hay que decirlo desde ya y sin rodeos. La disputa alrededor de la fecha de las primarias enmascara una verdad del tamaño de un templo. El quórum de participación de una jornada realizada entre noviembre y diciembre siempre sería superior al de cualquier medición que se haga en los dos primeros meses de 2012. No fue gratuito que Chávez escogiera un 15 de febrero para la celebración de la enmienda constitucional, a la que sus adversarios asistieron aún desperezándose de la pausa decembrina.
Basta recordar la notable ausencia de la campaña opositora en ese episodio, para entender el motivo por el que el presidente seleccionó aquella fecha: en Venezuela, el país político y el país nacional suelen prolongar el asueto navideño hasta los últimos días de enero. No en vano, y consciente de que dirigentes y ciudadanos acostumbran a desconectarse del país durante ese período, el comandante emplea precisamente esas semanas de descanso navideño para adoptar decisiones cruciales que han significado el avance de la implantación de su modelo autoritario.
Todo esto significa que unas primarias celebradas entre enero o febrero, no se traducirá necesariamente en la selección del candidato más popular de la oposición venezolana. Aunque resulte increíble, puede suceder que el aspirante con menores simpatías, hasta dentro del propio campo de la alternativa democrática, se alce con la nominación, como producto de la influencia que tendrían en la jornada las maquinarias partidistas que lo postulan.
Sin que ellas sean en sí mismas pecaminosas porque, en efecto, son necesarias, el impacto distorsionante que estas estructuras podrían generar, reduciría en forma notable el potencial de triunfo que hoy exhibe la oposición. Es ostensible que algunos de sus componentes jerarquizan más sus intereses particulares, que el objetivo de presentarle al electorado -más amplio y complejo- la figura que concite el mayor apoyo de los ciudadanos y, en especial, los menores niveles de rechazo entre los segmentos del llamado chavismo light y de los llamados "no alineados".
Concebir la candidatura presidencial como un fin en sí mismo, y pensar que cualquier figura, por menos atractiva que sea, conseguirá derrotar a Chávez, representa un grave error de cálculo y contradice la enorme utilidad que poseen las primarias en la construcción de la atmósfera de victoria anticipada que se necesita, para dificultarle al presidente cualquier maniobra destinada a manipular los resultados de los comicios. Una fecha oportuna para la celebración de las primarias es aquella que garantiza una participación masiva y entusiasta de los ciudadanos. Un candidato impuesto por las maquinarias, en una escogencia de quórum deslucido, sólo serviría para construir la derrota anticipada de la oposición.
argelia.rios@gmail.com
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