Libertad!

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domingo, 10 de abril de 2011

CARLOS BLANCO | "Para que la transición sea posible, en cualquier escenario, es necesario un acuerdo"

Tiempo de palabra
EL UNIVERSAL
domingo 10 de abril de 2011 12:00 AM
Pacto de gobernabilidad

Los venezolanos se encuentran en "modo de sobrevivencia" por lo cual temas que los separen de sus tragedias cotidianas, como las de conseguir leche o azúcar o cómo financiar la compra de pimentones y tomates, pueden ser tomados con frialdad. Sin embargo esta lenta y penosa transición a la democracia que se ha iniciado por la voluntad de un amplísimo sector del país, obliga a considerar temas que parecen más distantes pero que, en su momento, adquirirán características de torbellino.

Diseñar un acuerdo nacional para el gobierno de transición es esencial. No se trata de un programa electoral, sino de las bases de un entendimiento nacional, sin el cual los delicados equilibrios que se asoman podrían caer en las cañerías.



Las condiciones. La transición comenzó porque las fuerzas en pugna ya han tomado decisiones esenciales. Los demócratas saben que no tienen lugar, espacio, respiro, bajo el régimen de Chávez como no sea el silencio, aunque se les permita formar parte del sistema. Muchos demócratas decidieron no ceder y su decisión se ha puesto de manifiesto cada vez que tienen oportunidad tanto en la calle como en las urnas electorales. La voluntad democrática impide que la puerta se cierre y siempre se cuela aun cuando esté a punto de ser expulsada del recinto de la existencia civil. Por su parte, el gobierno ha pasado a la defensiva, se mantiene, se sostiene, puede maniobrar porque tiene dinero y disposición a conservar el poder, pero no avanza; las pasiones que lo rodeaban se apaciguaron y, para muchos, se congelaron. El gobierno es una fortaleza sitiada por el conflicto social; tiene las armas para atacar en las calles pero no la emoción que alguna vez lo acompañó. La revolución ha degenerado no sólo en gobierno sino en un trámite. Se volvió un fastidio.

Véase el desvarío que acompaña al régimen en el caso del acusado de narcotráfico Walid Makled. Chávez ha insistido en que se traiga al personaje a Venezuela, y Santos, en maniobra ejemplar, lo ha concedido. Un sujeto que ha acusado a los miembros fundamentales de la cúpula militar chavista y que asegura tener pruebas de todo lo que afirma, va a ser traído a la "justicia" venezolana, no sólo para que eche el mismo cuento (que ya lo deben tener de sobra los servicios de inteligencia de Colombia y de EEUU), sino para que todos los observadores internacionales tengan en la mira las condiciones de reclusión del extraditado y el juicio que se le seguiría. La oposición nunca habría podido hacer el esfuerzo necesario, que ahora la torpeza oficial procura, para que el mundo vea cómo funciona el sistema judicial cuando la trama es pavorosa y los señalados son de un color rojo inflamable.

Ante estas vulnerabilidades, los dueños del país tienen su única ventaja real en que la dirección opositora no muestra voluntad de poder. No hay que equivocarse, claro que desea y procura ganar las elecciones, pero no expresa real voluntad de poder cuando no está dispuesta a desbrozar el camino para impedir el ventajismo y el fraude. Esto puede cambiar, si se escoge un candidato que represente una sólida bravura como fuerza de poder.



Formas de la Transición. El gobierno puede ganar las elecciones sea porque refleje voluntad de poder y capture a los vacilantes, sea porque arregle la caja negra del CNE como otras veces. Sin embargo, si la oposición logra aglutinar la votación necesaria como ya ha ocurrido, puede haber dos resultados extremos. Uno es que el candidato opositor gane y Chávez entregue el gobierno sin chistar, con la idea de reagrupar sus fuerzas y dar otras batallas. En este caso, actuaría como un presidente normal, derrotado, que entrega el mando. Lo haría no porque le dé un súbito ataque de democracia sino porque el entorno nacional e internacional lo obligue. El otro caso es que revire y trate de usar el fraude y la fuerza para obstaculizar su eyección, tal como Gadafi y otros hermanos de la causa autoritaria. En esta situación podría volverse a dar la alianza entre el movimiento social (los estudiantes en aquella ocasión), los militares institucionalistas y los partidos, que obligaron a Chávez a reconocer la derrota en el referéndum de 2007.

En la forma tranquila o en la forma turbulenta, la transición tendrá elementos de inestabilidad muy fuertes. Los grupos paramilitares están revoloteando por allí; los mandos militares radicales no parecen resignarse; los que se acostumbraron a mascar a dos carrillos no quieren ni que les mencionen la eventualidad del fin de la lactancia bolivariana; la burguesía socialista le da palpitación y meneo cuando el destete asoma. Aun el sector del chavismo que quiere estabilizarse como factor político a futuro en una democracia normal, se sentirá amenazado por esos elementos extremistas que tiene al lado.

Para que la transición sea posible en cualquiera de los escenarios, se hace indispensable un Pacto de Gobernabilidad, cuyo elemento central es la reinstitucionalización del país.



Descentralización y cambio institucional. El eje de la reinstitucionalización debe ser la descentralización. No sólo es una reivindicación democrática sino que es el elemento indispensable para destrabar el funcionamiento del Estado venezolano. Descentralizar es una pieza maestra para procurar la descompresión de Venezuela, cuyos niveles centrales y nacionales de tanto absorber control ya no pueden dar un paso más. El absoluto control presidencial ya no puede ser compensado con la retórica zurda; los engranajes se han trabado y se observa a simple vista que no pueden con ese bacalao. Los aprendices de brujo comenzaron a mover cables, a conectar electrodos, a tender redes, y de pronto se han visto atrapados en la madeja con la cual querían adueñarse del comando total.

Junto a la descentralización como pieza maestra del Pacto de Gobernabilidad se requiere trabajar sobre tres áreas institucionales esenciales: la industria petrolera, la FAN y el Banco Central. En las tres áreas habrá que discutir cómo se puede reestructurar su gerencia y su personal y determinar en qué casos es conveniente que vuelvan los profesionales que fueron arbitrariamente expulsados; en cualquier caso hay que hacer justicia con las decenas de miles que han sido arrojados de esas estructuras por razones políticas. La recuperación de una dirección profesional es esencial; capaz de emerger pacíficamente de la época de desastre en que están sumidas las tres instituciones.

En materia de poderes públicos nacionales habría que procurar el relevo constitucional de los integrantes del Consejo Nacional Electoral para restituir la honorabilidad en la conducción de los procesos electorales.

En caso de que las instituciones controladas por el chavismo se resistan a la nueva realidad, no quedará más camino que la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Pero esto es tema para otra ocasión.

www.tiempodepalabra.com twitter @carlosblancog

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