EL UNIVERSAL
miércoles 13 de abril de 2011 10:08 PM
Es asombroso escuchar a los caraqueños hablar sobre la ciudad que habitan. Sus impresiones se recogen en temores, aturdimiento, estrés y miedo. Los adjetivos que mencionan al pedirles que describan el lugar donde viven se resumen en: sucia, abrumadora, infernal. Esas son las palabras que conforman el discurso de los vecinos del Municipio Libertador al preguntarles cómo ven a Caracas, son capaces de pormenorizar el estado de cada una de las esquinas que conforman la ciudad. Es obvio que ese es el escenario que día a día les sirve de trasfondo para vivir la vida.
La percepción sobre cómo gobernar la ciudad va desde ideas geniales como otras inútiles. Desde la imaginación, intentan paliar el desespero de quienes viven en medio de un completo caos. La inseguridad, el mal estado de las calles, el pésimo servicio de transporte público, el problema de la basura, son asuntos de la agenda cotidiana de los caraqueños. La gente tiene una concepción sobre lo que debería ser el espacio público, sobre el funcionamiento de un buen servicio de transporte público que apuntan hacia una ciudad desarrollada y ordenada. Incluso asombra cómo la gente logra reconocer la falta de una cultura ciudadana que contribuya a las mejoras de esta realidad que termina por consumirse las energías de los que deben esperar tres horas para llegar a casa.
Así, cuando hablas con la gente que protagoniza la verdadera historia de nuestro país, esa que con su trabajo ha construido mucho del camino que hemos andado, encontramos muchas respuestas que a veces son más viables que muchos de los planteamientos que pueden hacerse desde otro espacio. Este trabajo de escuchar las demandas de la población, esa labor de tener presencia continua, eso de regresar a una comunidad una vez sales electo es lo que la política en la calle nos está exigiendo.
Ciertamente existen problemáticas puntuales que desde una curul en la Asamblea no pueden resolverse: el asfaltado de una calle, el problema del "BusCaracas" que no termina de estar listo. Pero es importante ese canal de comunicación permanente con la gente, ese acompañamiento aunque no seamos nosotros quienes estemos al frente del gobierno. He ahí la clave para poder crear una alternativa real.
Luego de escuchar el sentir de personas que te dicen la realidad de lo que día a día padecen pero que cierran la conversa diciendo que, con todo lo aturdidos, inseguros y abrumados que se puedan sentir en Caracas, no la cambian por ningún otro lugar del mundo, comprendes entonces que abundan las razones por las que trabajar duro, para seguir construyendo, para construir en Libertador un liderazgo con la gente que demuestre que Caracas es la sucursal del cielo.
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