CARLOS RAUL HARNANDEZ
El referéndum revocatorio salió
a retar el destino. Su entrada en el contrahecho corpachón
constitucional fue producto de la etapa “plebeya” de la revolución,
cuando invocaban al soberano y al sueño que asesinaron, y disfrutaban el
afrodisíaco tumulto de cientos de miles de franelas-rojas en las calles
cada vez que les provocaba. Después venían los estremecimientos del
galáctico, monarca del trincherazo multitudinario, de masas estremecidas
y arrobadas, Júpiter en la tribuna desde la que sembraba semillas de
desavenencia y disolución. La democracia protagónica, como todas las que
vendieron con apellido, –directa, económica, popular– no era más que la
fórmula de un caudillo rodeado de masas de extras. Para angustia
retrospectiva, el galáctico llegó a tener hasta 90% de adhesión, desde
los ricos, famosos y cultos, hasta los con hambre y sin empleo con Chávez me resteo.
Hay
que anteponer que el revocatorio presidencial es un principio
revolucionario: demagógico, irresponsable, insensato, fantoche, como las
demás ocurrencias, -no hay país decente que lo consagre- y hoy se
les revierte, como a todo aprendiz de brujo. Las constituciones
respetables dirimen el impeachment por medio de decisiones que
comprometen al conjunto del sistema político, como ocurre hoy en Brasil.
Deben participar las mayorías calificadas del Poder Judicial y del
Congreso para evitar dos perversidades, entre otras: que sean golpes de
mano de mayorías circunstanciales, y por otro lado que el Presidente se
valga de su poder administrativo y militar para bloquearlo, como ocurre
en Venezuela. Por eso el proceso es trabajoso y requiere una alianza
amplia, no una tolvanera. Hoy los creadores de la fórmula protagónica
viven encerrados en cuartos oscuros.
El tiempo no es el reloj
Allí traman muñiciones y complots para cercenar los derechos con los que hincharon, como una res muerta en la sabana, el librito azul.
Al estilo de Los comisarios de Héctor Poleo, cuajan sotto voce la
próxima calabrina para privar a la gente de los mendrugos de democracia
que quedan. Cuando la sobrevivencia de un gobierno, una empresa, una
familia, o una pareja depende de engaños, trampas, ardides,
estratagemas, es porque su futuro es precario. Confunden el tiempo con
los relojes, rompen el termómetro porque tienen calor, o venden el sofá.
La última fullería que rebota por las paredes callejeras es que
permitirán el RR en 2017, con el fin de que el eventualmente destituido
pase a ser Vicepresidente, por él mismo o por interpósita persona, e
inaugurar la era Putin-Medvedev en el Caribe. Días enteros en tales
oficios, más bien maleficios, mientras el país se africaniza.
Cientos
de neonatos mueren de desatención y militares, policías y civiles como
moscas en manos del hampa. La implosión gubernamental no cesa y
sobreviven aferrados a la institucionalidad militar que ya no comandan.
Venezuela comprobó al mundo de nuevo, con su pellejo de la espalda, que
no existe nada sobre la tierra más contrahecho, incompetente y cruel que
una revolución. Pretenden eliminar la elección de gobernadores y
consejos legislativos, otra distopía como el enroque
Presidencia-Vicepresidencia. Pero el cambio comenzó con la nueva mayoría
en la Asamblea Nacional el 6D y debería rubricar en diciembre en las
elecciones regionales (y por supuesto, el RR). En una estrategia de
poder democrática, pacífica y electoral, porque no existe otra, hay que
encender los motores de la movilización local, con candidatos que
pondrán la puja en el terreno de las necesidades directas de los
sectores populares.
Caso de la dendrita dislocada
No es algo excedentario, yuxtapuesto, sino un paso esencial para la victoria. Dendritas dislocadas pueden hacer ver que, como están las cosas,
corresponderían a bajas ambiciones políticas, a una distracción. Falso,
favor no hacer caso. El que quiera legítimamente dirigir su estado,
debería comenzar a trabajar en ello. La mayoría silenciosa y sufriente
en los barrios más profundos de las zonas urbanas, y en los caseríos y
aldeas lejanos, viven la tragedia de sus carencias, mientras en momentos
de ebullición política la preocupación del liderazgo se traslada a la
gran política, en la que el 80% no está involucrado. Volver a los
problemas locales. Hay un fenómeno curioso tal vez propio de Venezuela:
la transubstanciación de “la calle” en un ente de trascendencia bíblica,
como el pan y el vino que abandonan su naturaleza molecular para
convertirse en la Carne y la Sangre de la Redención.
Una
universalmente aceptada forma de protesta opositora, pasó a ser
manantial sagrado, fuente de la eterna juventud, perdón de los pecados.
Esa extraña anábasis opositora comenzó en 2014, y pronto no harán falta
confesión ni absolución, sino salir a una marcha para obtener
indulgencia plenaria. Un subconsciente leninista nos acompaña e impide
comprender que para cambiar democráticamente hay que incidir en los
otros dos factores de poder, y no con llamados pintorescos de última
hora, sino con un mensaje racional, prudente, creíble. Los mamarrachos
propagandísticos suelen ser contraproducentes, en eso y en todo. En Atracción fatal (Adrian
Lyne), una cinta de culto, la malvada Glenn Close no estaba ahogada en
la bañera sino más mortífera, cuando todos relajados creían que el
peligro había quedado atrás.
@CarlosRaulHer
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