Libertad!

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domingo, 13 de abril de 2008

A Chavez no le hace falta ser comunista

Luis Vicente León // Mejor culpables que soluciones

¿Por qué no los productores de alimentos y los bancos después?
Qué motiva la onda expropiadora de Chávez? ¿Es un avance hacia el comunismo? Estas eran las preguntas más comunes entre los asistentes a los seminarios privados llevados a cabo en Miami, paralelamente a la Asamblea Anual del BID.
Uno de mis compañeros de panel, el ex ministro mexicano Jorge Castañeda, afirmó que esta es una revolución más sofisticada que la cubana de los sesenta. A nivel internacional veremos más conflictos en América Latina, en los cuales Venezuela será una constante. A nivel interno, los límites parecen ampliarse. Antes eran las empresas eléctricas y de telecomunicaciones, luego las cementeras y Sidor. ¿Por qué no los productores de alimentos y los bancos después?
Coincido que la meta de Chávez es continental y su capacidad de penetración es mayor a la cubana, debido a los enormes recursos que maneja, las necesidades no cubiertas de los países de la región y el terrible desempeño de la administración Bush ante Latinoamérica.
No obstante, tal como dijo Teodoro en la misma ronda de reuniones, Venezuela no es Cuba y es importante entender las diferencias. Que el modelo chavista no sea cubano, no significa que sea positivo. Se trata de saber, simplemente, que alacrán te está picando, para usar el antídoto correcto.
Las expropiaciones nuevas se enmarcan en la misma estrategia esquizofrénica que hemos descrito anteriormente: tanto Estado como sea posible y tanto mercado como sea ineludible. El problema es que el apetito oficial crece y los bloqueadores no.
¿Qué hace a un sector privado estar en la lista de "adquiribles"? Producir bienes básicos, tener altos niveles de concentración industrial, ser percibido como "enemigos", que a alguno de los aliados internacionales le interese el negocio, que un actor influyente quiera aprovechar la botija revolucionaria o que los trabajadores se dejen usar como tontos útiles para encubrir un interés político, como el caso de Sidor, donde insólitamente están cambiando excelentes ofertas económicas concretas de la empresa privada por discursos políticos oficiales que los dejarán trasquilados.
Recientemente ha aparecido un nuevo motivador: la pérdida de popularidad del Presidente, debida, fundamentalmente, a la mala evaluación de su gestión. Como no puede crear soluciones, va a crear culpables. Del desabastecimiento: los productores y distribuidores de alimentos; del problema de vivienda: los cementeros; de los conflictos laborales: Sidor.
Una interesantísima teoría chavista indica que no hay leche porque los lecheros quieren desestabilizar al Gobierno y no hay viviendas porque las cementeras exportan sus productos. Pero más interesante aún, dicen que expropian Sidor por prepotentes. ¿Es prepotencia aceptar incrementos salariales superiores al 100%?, o ¿pasar a nómina fija al personal contratado, y para más ñapa, incorporar y homologar al personal jubilado antes de la privatización, como parte de la actual negociación? ¡Molleja de patroncito prepotente!
Chávez busca lo que en la colonia se llamaban "la pagapeos", una muchachita que las damas caraqueñas llevaban a misa para trasladarle la culpa de sus deslices digestivos. El problema es que ese lujo colonial, revivido por esta revolución, nos cuesta, sólo en el sector cemento, 1.700 millardos de dólares y a los trabajadores de Sidor, aunque ellos no lo entiendan hoy, su futuro.
El Gobierno esfuma los recursos, metiéndolos en un barril sin fondo, desperdiciando dinero indispensable para financiar un país con la infraestructura por el suelo, abandonado en seguridad y con una maternidad pública donde se mueren niños... y los responsables se dan el tupé de atacar a quienes los denuncian. Como verán, no hace falta ser comunista para convertirse en una pesadilla para todo un país y su futuro.
lvleon@cantv.net
El Universal

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