El Ser Humano no tiene por qué supeditarse a la Voluntad de Dios ni a la voz de su conciencia
Pese a las quejas por lo abstruso de la filosofía, la gente lee... ¡¡y critica!! el contenido de estos artículos. El domingo pasado hubo un par de reacciones fuertes ante una frase mía: "la profunda debilidad del pensamiento de Aristóteles y Santo Tomás". ¿Cómo se te ocurre decir que los enfoques de dos de los grandes fundadores de la Civilización Occidental son endebles?
Sin duda, precisamente por el apego a la racionalidad platónico-aristotélica, no podemos entender que se pueda ser un insigne filósofo y tener, al mismo tiempo, profundas debilidades intelectuales. Para la tosca lógica con la que nos enseñaron a pensar, es contradictorio que se pueda ser el más grande pensador de una civilización ¡¡y ser a la vez radicalmente endeble!!
He allí el problema: si queremos afrontar la profunda crisis que vive el intelecto occidental, hay que atreverse a criticar a "los grandes". ¡¡Hay que deslastrarse de ese enfoque según el cual el pensamiento posterior a Platón y Aristóteles, tan sólo desarrolló o complementó a dichos autores!! Esa creencia boba según la cual toda la filosofía occidental son "notas al pie de página de las obras de Platón".
¿Pero, qué es lo endeble en Aristóteles y en Santo Tomás? Primero, un reconocimiento ineludible: Platón y Aristóteles constituyeron Occidente sobre una noción poderosa: la Razón, el instrumento cognoscitivo más fértil que jamás haya existido. San Agustín y Santo Tomás re-constituyeron a Occidente con una maravillosa síntesis entre la Razón y la noción de Dios, el fundamento último de todo lo que existe.
¿Dónde reside entonces la profunda debilidad de esos cuatro insignes pensadores? El domingo pasado asomamos la respuesta: ¡¡en la imposibilidad radical de asumir la libertad individual y la capacidad de acción consciente del hombre!! Dos conceptos sin los cuales no se puede entender nada de lo humano.
Para Platón y Aristóteles, ello era del todo imposible. Porque no disponían de las nociones previas que permiten pensar la libertad individual y la capacidad de acción consciente y creadora del hombre. No tenían en efecto intuiciones tales como la Nada, el No-Ser, la Creación a partir de la nada (esto es, exnihilo); lo Absoluto, por oposición a lo relativo, o sea, a lo racional; el Infinito y, menos aún, la Existencia como plenamente irreductibles a cualquier concepto.
Agustín y Tomás, por más que se apoyaran en Platón y Aristóteles, tenían una cosmovisión, una episteme, muy superior a la de ellos. ¡¡Porque ya poseían todas las antedichas cruciales intuiciones, las que Grecia no captó: la nada, la creación exnihilo, lo absoluto, etc.!! Ellos ya tenían, en síntesis, la noción del Libre Albedrío, el milagro del cual brotó toda la filosofía posterior y, sobre todo, la Moderna, la Episteme Burguesa.
¿Cuál fue entonces la "profunda debilidad" de San Agustín y Santo Tomás? Tal vez no haber llevado hasta sus últimas consecuencias el Libre Albedrío, creer que él es distinto de la Libertad, asumir a priori que ésta sólo es tal cuando va acompañada del Amor al Prójimo; no llegar, en síntesis, a captar -¡o a aceptar!- la fuerza infinita, demoledora y trágica del carácter absoluto de la Libertad Individual. No alcanzar a intuir -sin duda porque los tiempos no estaban maduros para ello- ¡¡que el Ser Humano no tiene por qué supeditarse a la Voluntad de Dios (ni a la voz de su conciencia)!! Que se puede ser profundamente espiritual y hasta vivir la experiencia sublime de lo trascendental y lo sagrado sin que haya una sujeción jerárquica del hombre a Dios.
emeteriog@cantv.net
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