Eddie A. Ramirez S. //
Desde siempre los niños han hecho preguntas comprometedoras y precoces. La diferencia es que ahora son preguntas relacionadas con la política. ¿Eddie, todos los chavistas son malos?, me emplazó Andrés Eduardo, el hijo de mi hija de ocho años. Pacientemente traté de hacerle comprender que hay muchos malos que se dicen chavistas, pero que más bien son aprovechadores. Más que defender a la revolución están haciendo negocios ilícitos a la sombra de Chávez. Le recalqué que mucha gente buena todavía se dice chavista porque aspiran que se materialice el cambio ofrecido de dotarlos de vivienda, empleo, hospitales y buenas escuelas. Lógicamente le dije que el responsable de todo lo malo que ocurre es quien ocupa la presidencia.
Apenas estaba tomando un respiro cuando volvió a la carga, Eddie ¿tú hablas con los chavistas? Bueno, contesté, mis padres, tíos y hermanos votaron por Chávez, pero al poco tiempo se percataron del error. Todavía me queda una tía muy querida que se dice revolucionaria y claro que hablamos. También converso con alguna gente del pueblo que todavía tiene fe en Chávez, así como con chavistas moderados. Desde luego no hablo con los sinvergüenzas. Menos mal que no me preguntó quiénes eran.
Como su progenitora me utiliza de chofer cuando está en apuros, la pregunta no tardó, Eddie ¿tú no trabajas? Aquí me agarró un poco fuera de base. Traté de hacerle entender que trabajo con la Gente del Petróleo para lograr un cambio, pero que solo me pagan con aprecio y apoyo. Inevitablemente tuve que mencionar a los jueces que me quitaron la jubilación que tenía aprobada como derecho adquirido. Sin embargo, le dije, lo importante es sentirse bien con uno mismo y que yo estaba contento de participar en la lucha contra Chávez.
A pesar del aire acondicionado ya estaba empezando a sudar. Próximo a cumplir con el encargo del transporte escolar, me disparó la última pregunta. Eddie, ¿porqué los niños no votamos? Ah, que fácil estuvo ésta. Evidentemente, contesté, porque los niños no saben de política.
Más vale que no. Inmediatamente respondió: Yo sí sé. ¿Cómo explicarle que los que se dicen políticos nos acusan de antipolíticos a quienes no militamos en un partido, mientras que nosotros los tildamos a ellos de ser los verdaderos antipolíticos por no visualizar diferentes opciones para salir de la crisis? ¿Cómo hacerle entender que, a pesar de que es inconstitucional, hay unos candidatos inhabilitados que pocos defienden? ¡Se bajan del carro que ya llegamos!, fue mi salida autoritaria casi chavista.
Espero que en el próximo transporte las preguntas sean sobre el hombre araña, aunque después de escuchar a su hermano Diego, de cinco años, decir que prefiere cien pájaros volando que uno en la mano "porque están libres", me pregunto si los niños tienen más conciencia política que los adultos.
mailto:eddiearamirez@hotmail.com
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