Mons. Baltazar Porras //
Una peregrinación merideña develará una placa de gratitud de la Arquidiócesis
El 28 de abril de 1958 el Papa Pío XII elevó a diócesis el Vicario Apostólico de Curazao, dándole el nombre de Willemstad, capital de las islas neerlandeses del Mar Caribe. Se cumplen cincuenta años de aquel acontecimiento. Su Obispo Mons. Luis Antonio Secco, salesiano, ha cursado invitación especial al episcopado venezolano por los muchos lazos que unen a Venezuela con estas islas.
Fue erigido Vicariato Apostólico por el Papa Gregorio XVI el 20 de septiembre de 1842. Comprende las islas de Curazao, Aruba, Bonaire y más al norte Saba, San Eustasio y la parte holandesa de Saint Marteen. Curazao fue descubierta por Alonso de Ojeda en su expedición por el Caribe venezolano en 1499. Fue evangelizada por los Jerónimos venidos desde Santo Domingo y posesión hispana hasta 1634 cuando pasó al poder de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales. En 1772 tuvo su primer Prefecto Apostólico y desde 1868 fue confiado al cuidado de los dominicos holandeses.
Mérida tiene una deuda de gratitud con Curazao. El cierre de los seminarios por Guzmán Blanco en 1872 trajo consigo una grave crisis. A finales de aquel siglo se barajó la idea de crear un seminario en Curazao bajo el cuidado de los dominicos. Al llegar Mons. Antonio Ramón Silva a Mérida puso en marcha la idea y levantó un edificio en Scherpenheuvel a donde fueron enviados los seminaristas de la diócesis. Funcionó desde 1897 hasta 1901.
El edificio se conserva en perfecto estado donde funciona un colegio católico. Una peregrinación merideña develará una placa en la que la Arquidiócesis agradece la acogida fraterna a los que fueron allá a recibir formación. La deuda de gratitud de Venezuela con las Antillas Neerlandesas es grande y múltiple. Sobran las razones para acrecentar los lazos de intercambio y fraternidad con los hermanos curazoleños.
fautihg@yahoo.es
Una peregrinación merideña develará una placa de gratitud de la Arquidiócesis
El 28 de abril de 1958 el Papa Pío XII elevó a diócesis el Vicario Apostólico de Curazao, dándole el nombre de Willemstad, capital de las islas neerlandeses del Mar Caribe. Se cumplen cincuenta años de aquel acontecimiento. Su Obispo Mons. Luis Antonio Secco, salesiano, ha cursado invitación especial al episcopado venezolano por los muchos lazos que unen a Venezuela con estas islas.
Fue erigido Vicariato Apostólico por el Papa Gregorio XVI el 20 de septiembre de 1842. Comprende las islas de Curazao, Aruba, Bonaire y más al norte Saba, San Eustasio y la parte holandesa de Saint Marteen. Curazao fue descubierta por Alonso de Ojeda en su expedición por el Caribe venezolano en 1499. Fue evangelizada por los Jerónimos venidos desde Santo Domingo y posesión hispana hasta 1634 cuando pasó al poder de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales. En 1772 tuvo su primer Prefecto Apostólico y desde 1868 fue confiado al cuidado de los dominicos holandeses.
Mérida tiene una deuda de gratitud con Curazao. El cierre de los seminarios por Guzmán Blanco en 1872 trajo consigo una grave crisis. A finales de aquel siglo se barajó la idea de crear un seminario en Curazao bajo el cuidado de los dominicos. Al llegar Mons. Antonio Ramón Silva a Mérida puso en marcha la idea y levantó un edificio en Scherpenheuvel a donde fueron enviados los seminaristas de la diócesis. Funcionó desde 1897 hasta 1901.
El edificio se conserva en perfecto estado donde funciona un colegio católico. Una peregrinación merideña develará una placa en la que la Arquidiócesis agradece la acogida fraterna a los que fueron allá a recibir formación. La deuda de gratitud de Venezuela con las Antillas Neerlandesas es grande y múltiple. Sobran las razones para acrecentar los lazos de intercambio y fraternidad con los hermanos curazoleños.
fautihg@yahoo.es
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