Libertad!

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domingo, 13 de abril de 2008

Jean-Luc Nancy (n. 1940)

Saul Godoy Gómez //

Es uno de los filósofos franceses contemporáneos más importantes del postmodernismo, tiene una obra amplia y profunda (más de veinte libros y cientos de artículos, sus estudios fundamentales son sobre política, comunidad, orden social, arte e historia de la filosofía), entre otros temas apunta al espinoso asunto de la percepción del ser, o en términos más urgentes, en lo que se ha llamado "La crisis de la percepción", es decir, de cómo abarcamos al mundo, a nosotros mismos y a los otros. Nancy parte del postulado de que no tenemos que hacer nada para experimentar el mundo, sencillamente, al ser "arrojados" a él, la consecuencia radical de existir es "ser" en un espacio y un tiempo que se nos abre a cada instante, en un continuo presente y en el seno de una comunidad. De acuerdo a su teoría, pueden desaparecer las causas de la existencia, podemos prescindir del creador del mundo ya que lo único que importa y existe es el ser y con él, el mundo, por lo menos hasta nuestra muerte, nuestra experiencia es lo único que existe y esto trae unas consecuencias importantes: primero es el mundo, que de acuerdo a Nancy ya no está "allá afuera", no son cosas, representaciones u objetos aparte de nosotros, el sentido del mundo está en nosotros y nosotros tenemos sentido por la manera como percibimos el mundo, y en segunda instancia están los "otros", que como yo, comparten esta experiencia única, momentánea y local que es la vida, pero que según Nancy y gracias al progreso de la humanidad esta experiencia se ha convertido en un asunto global, planetario, no de humanos sino de humanidad.
Para Nancy los humanos no "tenemos" sensaciones, somos sensaciones, experimentamos al mundo y el mundo nos experimenta a nosotros, basta con ser pasivos sensorialmente para que un inmenso caudal de sensaciones nos inunde, imposible apagar ese flujo al menos que estemos muertos. En sus propias palabras: "El mundo está estructurado como sensación y la sensación estructurada como mundo". Dios no tiene cabida en tal ecuación. Nancy arma su argumento basado principalmente en la idea de Kant sobre las condiciones transcendentales de la existencia y en el concepto de Heidegger de mundo como sensación de "lo que es".
Curiosamente sus seguidores afirman que tal posición le pone cura tanto al nihilismo, que no le ve ningún sentido a la existencia, como al idealismo, que le atribuye virtudes, ya que no hay necesidad de que la vida tenga sentido alguno, la vida "es sentido", es causa operante.
Pero Nancy se cuida de no negar la existencia de Dios, el hecho de que el mundo pueda ser explicado sin la existencia de Dios no significa que no exista, simplemente Dios no pertenece a "lo que es", su naturaleza es otra.
El hombre está en un constante "modo" de sensación, abierto a las sensaciones, lo que nos hace seres en sensaciones, que nos obliga a una constante exposición y transformación del mundo en lo que Nancy llama "Transimanencia", recibimos y damos existencia. La idea del origen del mundo predicado por el cristianismo se convierte entonces en una multiplicidad de mundos en constante origen, en un sinnúmero de fenómenos que nacen a cada instante, en cada acto de la persona, siempre momentáneo y local.
El mundo nunca está frente a mí, yo soy el mundo, mi mundo, empieza y se acaba conmigo, según esta idea el cartesianismo es una ilusión, las resonancias del mundo están dentro de mí por lo que el mundo se convierte en un lugar de posibilidades infinitas de acción.
Es a partir de este punto que Nancy se plantea la importancia de "ser para"…, hay implícita una necesidad de apertura, de coexistencia, ser al mismo tiempo singular y plural, somos uno, individuales y al mismo tiempo parte del otro o de los otros, pues "ser", implica estar juntos, dándonos existencia unos con otros, percibiéndonos como comunidad.
Parte importante de la obra de este filósofo es su tesis de la necesidad del hombre al retorno a la comunidad original, al seno de una vida relacional, de valores, a un "estar juntos" que es parte esencial de nuestra naturaleza. Para Nancy la existencia es necesariamente una experiencia compartida, de múltiples voces donde existe una pluralidad de interpretaciones, versiones, experiencias y puntos de vista y es en esta singularidad que nace la política como instrumento del "ser" para alcanzar el "nosotros", pero advierte, que todo proyecto de reforma social impuesta desde el Estado, todo intento de forzar a una comunidad planificada sobre el individuo lleva inevitablemente al terrorismo político y a la violencia social. Nancy lanza su crítica al totalitarismo en el siglo XX y XXI como una forma de tratar de igualar la totalidad de voces en un solo sentido, en un único camino y dirección contradiciendo la esencia misma de la vida. Para quienes gustamos de la ontología, Jean-Luc Nancy es una lectura necesaria y para los que creemos en la globalización como el camino superior de la existencia en el mundo, Nancy es fuente de inspiración.
percival367@yahoo.com
El Universal

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