Libertad!

Libertad!

domingo, 20 de abril de 2008

Respuesta para el ministro Chávez

Elías Pino Iturrieta //
Solicitar una votación sobre los programas de estudio no es sino una perjudicial engañifa
El profesor Adán Chávez Frías, ministro del Poder Popular para la Educación, soltó un par de perlas que merecen contestación. En entrevista que le hiciera El Universal hace poco, se refirió a los resultados del referéndum del pasado diciembre y a la consulta que propondrá el Presidente, su hermano, sobre los programas escolares en el año 2009.
Debido a la posición que desempeña en un sistema que pasa por republicano y a la relación que establece entre la enseñanza formal de los niños y una votación sobre sus contenidos, pero especialmente por sus opiniones sobre la derrota que sufrió el proyecto de reforma constitucional hace cuatro meses, conviene llamar la atención en torno al escándalo que acompañaría a sus declaraciones en una sociedad cabalmente consciente de los peligros a los cuales vive sometida por el régimen. Veamos qué nos sale hoy sobre lo que se atrevió a decir.
Empecemos por la parte más alarmante. Para subestimar el triunfo popular sobre el proyecto continuista de su hermano, llegó a la temeridad de declarar la endeblez de la victoria debido a que se obtuvo por estrecho margen. Como los votos victoriosos no fueron demasiados, según sus cuentas, apenas se deben mirar de soslayo y hacerse el tonto frente al mandato que se desprende de ellos. En realidad no pasó nada, una simple polvareda frente a la cual basta la protección de un pañuelo, asomó en la entrevista. De allí su perplejidad ante los reclamos de la oposición, cuya conducta juzga incomprensible debido a que no ganó por paliza el referéndum de diciembre, sino por un escueto gol. Las afirmaciones siguen la orientación del mandón de la parentela y de la república, pues ya todos sabemos cómo el más célebre de los Chávez Frías tuvo la avilantez de hablar de "un triunfo de m..." cuando debió rendirse ante la evidencia de su fracaso. Pero sucedió lo contrario, una manifestación colectiva de valentía y lucidez que echó por tierra un designio de continuismo personal y un experimento de control de la vida que nos llevaría invariablemente a un precipicio. Fue toda una hazaña frente a la prepotencia y frente a los recursos infinitos del oficialismo, una proeza digna de escribirse en letras de oro en los anales de nuestro devenir como pueblo. No propongo que se incluya en los manuales de las escuelas porque caeríamos en el cáncer que se quiere evitar en materia educativa, pero la historia se cambió entonces y no puede venir el ministro, por muy hermano que sea de su hermano, a rebuscar coartadas para burlarse de la voluntad de los electores. Concedamos que se ganó por un gol, como él maliciosamente sugiere. ¡Tremendo gol! Como el gol de Ayacucho frente a los españoles y como el gol del 23 de enero contra Pérez Jiménez, irrebatibles e irreversibles cuando de ganar campeonatos trascendentales se trata.
La idea de solicitar una votación sobre los programas de estudio viene revestida con la túnica de la democracia y no deja de parecer atractiva, pero no es sino una perjudicial engañifa. Si a ningún científico se le ocurre llamar al pueblo para que vote sobre dos tratamientos para curar el Sida, ni a un dentista le pasa por la cabeza la idea de que una multitud de pacientes tome decisiones sobre la calidad de unas fórmulas anestésicas, ni un ingeniero tiene la ocurrencia de escuchar a los electores para seleccionar los materiales que usará en la fábrica de un puente, se vuelve una insensatez ordenar una consulta sobre materias pedagógicas o sobre orientaciones de instrucción que dependen de un saber especializado. Como catedrático universitario, el ministro debe conocer sobre la aptitud requerida para entenderse con métodos instruccionales, con técnicas de aprendizaje y con los temas que se pueden ventilar en el aula para la formación idónea de los educandos, sea cual fuere su nivel. Nadie puede asegurar, sin ser irresponsable, que el común de la gente tiene calificación para determinar el destino de asuntos tan cruciales para el futuro del país. Lo más probable es que no tengan el menor conocimiento de historia universal, ni de geografía física ni de filosofía ni de química, por ejemplo, porque no han sido asuntos de su interés. Se enfrentan a temas que ni siquiera conocen de lejos y no tomarán decisiones razonables cuando tengan que votar luego de una campaña electoral que seguramente será la más insólita del mundo. Ese no es el camino, profesor Chávez Frías, porque hay un solo camino: el respeto de la Constitución que prohíbe las interpretaciones unilaterales de la vida y la imposición de una sola posición ideológica en el seno de las aulas. La Constitución no cambió en diciembre de 2007, cuando el pueblo libró una batalla espléndida y contundente que su hermano y usted están empeñados en negar.
eliaspinoitu@hotmail.com

No hay comentarios: