El despertar de Cuba a la vuelta de la esquina
Pedro Lastra recuerda hoy en su columna el caso de Heberto Padilla, el primer disidente castrista que fue obligado a retractarse en público y lo compara al joven Eliécer Avila. Sin embargo, para Lastra, "no les servirá de nada. El sino está marcado: no es Castro el que agoniza, es su régimen. El despertar está a la vuelta de la esquina."
Esta es su columna:
Jamás podremos agradecerle suficientemente al pueblo venezolano haber despertado del siniestro encantamiento de un caudillo desquiciado y estar impidiéndole montar una Venezuela cubano-castrista, la sucursal corregida y aumentada del siniestro "mar de la felicidad". El mismo que desterrara a millones de sus ciudadanos, pudriera en las mazmorras del régimen a miles y miles de demócratas y condenara al hambre, la infelicidad y la muerte a una población entera que creyera en la redención y terminara condenada al infierno. Con el nombre de un solo y omnímodo responsable: Fidel Castro.
Muchos de quienes lo hubiéramos dado todo por la revolución cubana, y a la que le sacrificáramos vidas, profesiones, carreras y futuros comenzamos a despertar del engaño allá a comienzos de los 70's, cuando asistiéramos asombrados al primer caso público y notorio de extorsión, arrodillamiento y humillación de un famoso poeta cubano llamado Heberto Padilla. A quien Fidel Castro y sus esbirros – entre ellos Ramiro Valdés, el siniestro Beria de la policía cubana, asesino profesional y hermano del alma de Hugo Chávez Frías – obligaron a retractarse públicamente por sus posiciones críticas. Ver a Padilla confesando sus "crímenes" fue un caso de abyección estalinista. Fue entonces que surgió la primera gran ruptura entre los intelectuales y artistas del mundo y la revolución barbuda.
De ese golpe mortal a la grandeza que le atribuíamos entonces a Fidel Castro surgieron las primeras disidencias: Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y otros grandes artistas de renombre universal se distanciaron para siempre de lo que comprendieron no era otra cosa que la peor dictadura que hubiera conocido América Latina en toda su historia. Se había acabado el noviazgo de Castro con la intelligentsia.
Muchos de los que sufrimos la gran decepción de nuestras vidas comenzamos entonces a desear no terminar nuestras vidas sin vivir la caída y el castigo del castrismo y la resurrección de la Cuba eterna tras banderas de reconciliación, justicia, paz y democracia. Uniéndonos en un compromiso de honor en la lucha contra las dictaduras – de cualquier signo y condición. De allí nuestro indoblegable esfuerzo por impedir la imposición del proyecto totalitario de Hugo Chávez. Conscientes de que el fin de esta pesadilla contribuirá de manera fundamental al fin de la dictadura castrista. Y que el renacimiento de nuestra democracia provocará el nacimiento de la democracia cubana. Los pueblos de Cuba y Venezuela, ténganlo o no consciente – están hoy entrañablemente unidos por lazos de comunidad espiritual. Chávez y Castro desaparecerán simultáneamente de nuestro horizonte histórico y vital.
De allí la alegría que nos produjo ver el efecto de nuestros combates – particularmente el de nuestros jóvenes – en el despertar de la rebeldía en la aherrojada isla del Dr. Castro. Supimos que en el corazón del pueblo cubano ya hierve el deseo de reparación y redención y que nada ni nadie podría impedir que la muerte del déspota abra los grandes portones de la libertad, que los cubanos no han abierto jamás como lo hiciéramos nosotros en 1945 y en 1958. De allí que las valerosas y lúcidas críticas de unos jóvenes universitarios no nos sorprendieran en lo más mínimo. Pablo Milanés y Silvio Rodríguez se encargarían de refrendarlo.
Pero aunque el monstruo agoniza, todavía patalea. Hoy resucita el caso Padilla en la figura de un modesto muchacho llamado Eliécer Ávila, que luego de tener el coraje de abrir su pecho ante uno de los esbirros del régimen se ve obligado a dar explicaciones innecesarias. Sólo para agradar a la pandilla de los hermanos Castro, a Alarcón, a Ramiro Valdés & Cia. Un caso "Padillita". No les servirá de nada. El sino está marcado: no es Castro el que agoniza, es su régimen. El despertar está a la vuelta de la esquina.
CUBA AGONIZA: EL CASO "PADILLITA"Pedro Lastra
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