Fecha: Mon, 18 Feb 2008
La Internacional Comunista y la Internacional Cocaína
Elizabeth Burgos
Martes, 12 de febrero de 2008Recientemente el teniente-coronel, presidente de Venezuela, confesó en plena Asamblea Nacional, que era adicto al "coqueo", - como se le llama en Bolivia al acto de consumir hoja de coca cuando no está relacionado con el acto ritual que en ese caso se trataría de "pijcheo" o "acullico"-, gracias a los envíos que le hace su amigo Evo Morales. Pero también agregó que consumía "pasta" enviada también por este mismo. Este ultimo elemento reviste la gravedad que implica incurrir en drogadicción, pues la pasta es aún más tóxica que el clorhidrato de cocaína, - que es el producto ya refinado y con un grado de pureza, menor o mayor, según el precio que se pague , y al igual que ésta última, la pasta crea adicción. El consumo de pasta es el problema más grave que enfrenta hoy Latinoamérica en materia de dogradicción, pues la facilidad de adquirirla, facilita su consumo entre los jóvenes.Para los andinos, la hoja de coca es un elemento mágico que permite la comunicación con las deidades. El "coqueo" o "pijcheo" consiste llevarse a la boca una cantidad de hojas mezclada con una pasta de ceniza vegetal o cal viva, "llipta", para que produzca la concentración y la precipitación del alcaloide. El zumo de la hoja se le extrae lentamente, haciendo presión, entre la mejilla y la encía, sobre la bola de hojas y cenizas, impregnándola con la saliva durante un tiempo determinado, pues no se trata del simple consumo de una sustancia para obtener un resultado de bienestar: pinchar coca significa, ante todo, rendirle culto a la "diosa coca" a la "mamita coca". Quien no pertenece a ese universo cultural y practica el coqueo, simplemente está utilizando una costumbre ancestral fuera de su contexto: simplemente está utilizando el alcaloide con fines prácticos.Pero no es ese el tema sobre el cual me detendré, pese a la gravedad que reviste el que el presidente de un país incurra en semejante demostración de sociopatía y le dé semejante ejemplo a la niñez y a la juventud. (La sociopatía presidencial llega al extremo de equiparar la pasta de coca con esa manera de amamantamiento que le prodiga Fidel Castro, bajo la forma del envío de helados Copelia). De igual manera, el presidente de Bolivia incurre en delito al transportar e incitar al consumo de una sustancia prohibida. Si delinquir se promueve desde el más alto cargo del Estado, los representantes de la ley pierden toda legitimidad y su misión de hacer cumplir la ley queda vacía de contenido.Pero lo que interpela y mueve a preocupación es la presencia de la coca a ese nivel del Estado, y es lo que ello pueda implicar en términos políticos, económicos y militares. La alianza ideológico-estratégica de Venezuela con Bolivia, conllevaba fatalmente para Venezuela, frotarse al espinoso tema de la cocaína. No es un misterio para nadie que el mayor porcentaje de los ingresos bolivianos han provenido en los últimos treinta años de ese rubro, hecho que incide, en gran medida, en su retraso y falta de desarrollo del país. La producción de la hoja de coca ha reabsorbido el desempleo causado por el despido de miles de mineros de las empresas estatales mineras que se reciclaron en la agricultura de la coca. Cuando se decidió la supresión masiva de la coca, fueron lanzados al desempleo, miles de trabajadores. El arbusto de la coca puede dar hasta cuatro cosechas al año, no requiere cuidado alguno y la planta dura treinta años. Bolivia se cuenta entre los mayores productores de coca. Nadie ignora el incremento de la producción de cocaína hoy en la Bolivia de Evo Morales, que además de presidente de la Republica, lo es también del sindicato de "cocaleros". A nadie engaña el argumento de que la producción de hoja de coca está destinada a cubrir la demanda local destinada a usos rituales o al tradicional "coqueo" de la población indígena. La demanda local siempre fue satisfecha sin necesidad de la existencia de sindicatos productores de coca. Por el contrario, antes se podía comprar hoja de coca en cualquier esquina del país, ahora que la producción ha aumentado, hay escasez de hojas, pues seguramente se la emplea en usos más "rentables.En los años ochenta, cuando dejó de existir la URSS y el "sol dejó de brillar", - como lo expresó recientemente el líder máximo Cuba se vio en la urgencia de buscarse una fuente rápida para proveerse de divisas, y nada más fácil que alquilar sus costas y aeropuertos para el trasiego de tan lucrativo producto. Washington fingió ignorar mientras montaba un expediente. Como siempre, gracias a las prerrogativas que le confiere el gobierno vitalicio, - el poder manejar a discreción todos los hilos del poder -, Fidel Castro actuó más rápido, fusilando a Arnaldo Ochoa, al general estrella de sus Fuerzas Armadas. Ese ritual sangriento, dejaba sin motivo la acción que pensaba interponer la justicia americana contra ciertos altos cargos cubanos, que por cierto, ni siquiera fueron mencionados por el tribunal que juzgó el caso Ochoa. No sería entonces improcedente preguntarse si el genocidio industrial al que ha sido sometida Venezuela alcance niveles tan catastróficos, que pueda llevar al gobierno a verse en la necesidad de recurrir, como lo hizo Cuba entonces, a buscarse divisas en otros productos igual de rentables que el petróleo para que la ayuden a salir del atolladero? O incluso, a buscarse por ese medio, fuentes de financiamiento rápidos para la guerra contra el "imperio que tiene proyectada?Será posible imaginar que la Internacional Comunista del siglo XX, que aparentemente le sirve de modelo, coincida en las siglas, IC, pero no en su propósito de Internacional Cocaína del Socialismo del Siglo XXI. Concebida como una chispa que provocaría el incendio en el mundo entero, la revolución rusa creo la Internacional Comunista con el propósito esparcirla por todas las regiones de la tierra. Los agentes de la IC recorrían el mundo propiciando la fundación de partidos comunistas. Surge así la figura del militante comunista internacionalista, incorruptible, valiente y discreto, capaz de enfrentar las más duras pruebas y entregarse a los más duros sacrificios. Más tarde, Fidel Castro intentó arrebatarle el liderazgo a los rusos, por lo menos en el llamado "Tercer Mundo", celebrando en La Habana la Conferencia Tricontinental de la cual surgiría la Internacional Castrista. El castrista de entonces, fue un militante, mitad agente secreto, mitad futuro guerrillero, cuyo destino debía ser el de mártir. Su meta era alcanzar el panteón del martirologio; el de los muertos por la revolución. Pasado el tiempo, porque como el propio líder cubano lo declaró alguna vez "nosotros hemos sabido adaptarnos a los tiempos" - el militante del socialismo del siglo XXI es post moderno; atrás quedaron sacrificios y heroísmos, sólo le queda la retórica, para el uso de la "propaganda gruesa", como me lo confió un día un alto funcionario cubano. Este nuevo militante del Socialismo del Siglo XXI, dispone de medios económicos insospechados que le permiten adquirir adhesiones políticas y convertirse él mismo en un poder económico, usar accesorios Vuitton, relojes Cartier y toda la panoplia el nuevo rico. Además de dedicarse al trasiego de millones devengados por toda clase de tráficos. Cuenta con ese elemento esencial, estratégico que es el petróleo, con el que se puede traficar e incurrir en el comercio paralelo, pero éste nunca tendrá el estigma que conlleva el comercio del narcotráfico.No se trata de una simple planta medicinal andina, la coca es omnipresente en todas las relaciones de los seres humanos con los dioses; visión que responde a la relación que las culturas andinas mantienen con el cosmos. La acción sobre el cosmos y sobre las enfermedades, forman parte de una misma configuración, colindando con lo religioso. Así como el cacao lo transformaron en chocolate, la hoja de coca la transformaron en cocaína. Transformados ambos en productos industrializados, se han convertido en un excepcional potencial económico. El chocolate, como adicción benigna no tiene consecuencias mortales. La cocaína en cambio es la droga del poder, adaptada a la época de la histeria permanente, del capitalismo planetario, y del mesianismo compulsivo. Una de las consecuencias más perversas de la colonización, ha sido la transformación de la hoja de coca en cocaína, convirtiéndose en un producto estratégico y geopolítico.El consumidor de pasta de coca o de cocaína presenta modificaciones severas del carácter: hiperexcitabilidad, e hiperactividad, pasa por periodos de euforia a otros de depresivos y de mal humor. Cuando se instala la adicción el cocainómano sufre e accesos fuertes de paranoia y sus sistema nervioso se deteriora. Síntomas demasiado graves como para que se recomiende su uso tal como lo hizo el presidente desde la tribuna de la Asamblea Nacional.*Emilio Nouel.Especializada en etnopsicoanálisis e historia, consejera editorial de webarticulista.net, autora de "Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia" (1982).
joaquinramon00@yahoo.es
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