Libertad!

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viernes, 29 de febrero de 2008

Salvar al proceso de Chávez

Argelia Ríos
La anarquía es un peligro real que ha activado, también, al factor militar
La consigna interna describe el drama. Ya son muchos quienes la repiten: "hay que salvar al proceso de Chávez". La exigencia de una dirección colectiva -formulada por amplios sectores del oficialismo- tiene mucho más sentido del que se le atribuye. Se trata de una previsión lógica ante la calamidad de un declive irremediable de la figura del mandatario.
La constitución del PSUV y la escogencia de los candidatos regionales y locales son importantes pruebas de fuego. Si todo resulta en una nueva morisqueta se incrementarán los riesgos que le acechan a él y al proceso. Los desesperanzados -tal vez los más realistas- hablan ya de un "cisma inminente", en virtud de que las diferencias entre los grupos se volvieron irreversibles. El hecho de que el comandante no consiga unirlos es muy significativo. El deterioro de su influencia es lo que explica que el conflicto haya cobrado vida propia y que sea esta pugna la que esté inutilizando los esfuerzos de Izarra por inventar y proyectar una obra de Gobierno.
En este cuadro, la oposición no representa ningún peligro: sin líderes nacionales y sin una clara propuesta alternativa, es muy poco lo que ella puede hacer para capitalizar el desastre que el país está presenciando. Sólo un milagro podría transformar esta realidad, cuyo desenlace -según va pareciendo- quedará definido con actores desprendidos de las entrañas del mismo proceso... Algunos de sus cuadros se resisten al desgaste de Chávez y a la evolución de las iniciativas políticas estimuladas por este hecho. Otros, más prudentes, consideran indispensable iniciar -como en la Cuba actual- la transición hacia "un nuevo ciclo".
En el camino de esa transición es urgente ganar un mínimo de autonomía respecto de la figura del Presidente. El asunto exige -como lo estamos viendo- responderle al líder y desatender sus órdenes... Al jefe del Estado le parece "extraño" lo que está viendo. Incluso se atreve a hablar de "infiltraciones". No entiende a Tascón ni a Lina Ron... Pero más claro no canta un gallo... Lina dice que no acepta a otro presidente y reconoce así que esta pelea tiene como telón de fondo el problema de la sucesión, derivado del rechazo popular a la reelección y de la necesidad de salvar al proceso de un Chávez expuesto a la impopularidad.
En este cuadrilátero, por cierto, no sólo se mueve la derecha y la izquierda endógena, que bregan por el botín político de la revolución. La anarquía es un peligro real que ha activado, también, al factor militar, desde donde se observa con atención y disgusto el desarrollo de la refriega, además de la gestión gubernamental... La complejidad del panorama es tremenda. El corolario, por tanto, no está claro: si el conflicto interno del proceso se desboca, reinará un caos que impondría una salida impredecible..., al menos para quienes no están auspiciándola.
Argelia.rios@gmail.com.El Universal

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