Libertad!

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sábado, 23 de febrero de 2008

Vuelve por sus fueros

Miguel Sanmartín //

El gran histrión porfía en manipular al país con su prédica guerrerista
Como algunos canales de televisión que repiten y repiten programas -lo que termina por espantar a la audiencia- Yo-yo está otra vez en escena transmitiendo el "ripley" del trillado libreto electorero que le funcionó hasta diciembre pasado. Son las mismas atosigantes e invasivas peroratas, en las que reproduce su habitual discurso virulento y denigrante, repleto de fábulas, señuelos (ofertas) y cargado de aparentes buenas intenciones que, sin embargo, ya no conmueven al soberano.
Evidentemente Yo-yo está en campaña. Azorado. Se saber vulnerable. Persiste en la división social. Se vende él, su proyecto autocrático y su eternización en el poder. Las gobernaciones y alcaldías en disputa son para él estratégicas trincheras que requiere ocupar -con sus ordenanzas- para perpetuar la hegemonía militarista aún cuando el país no le haya aprobado la reforma constitucional que, dicho sea de paso, la impone por la vía del hecho.
El histrión porfía en manipular al país con el discurso guerrerista. Pero su audiencia se redujo. Perdió credibilidad. Traicionó la esperanza de los humildes. Su catastrófica gestión, el desabastecimiento, la criminalidad, el desempleo, la corrupción y el alto costo de la vida -la lista de fracasos es laaarga- le pasan factura. A esto se une la matazón en las filas del partido rojo. La más reciente encuesta lo ubica con apenas 22% de popularidad después de haber sobrepasado 60%.
En el chispoteo por reconquistar adhesiones asoma hipótesis de invasión y combates con fuerzas extranjeras. Esto para inflamar la vena nacionalista. Pero ni con eso ni aterrando con Bush. Tampoco logra el cometido satanizando al Imperio ni disfrazado de Caperucita para rescatar rehenes de las garras de las FARC. Falla estrepitosamente como cuando hurga la paciencia de Uribe, atiza a los empresarios, desdeña a la oligarquía o detracta a los estudiantes que no se uniforman de rojo-rojito para rendirle pleitesía.
Aunque poco creíble, él insiste en la amenaza externa. Siempre encontrará alguna en oferta. Ahora es la Exxon. Hace de la petrolera la excusa "perfecta" para evadir su responsabilidad en el caos. La hambruna que se vaticina debido a la destrucción del aparato productivo interno y del fracaso de la economía socialista por él impulsada y, como consecuencia de ello, la agitación social que se avizora, será achacada al "enemigo" foráneo por la vocería del régimen. ¿Quién sino él es culpable del desastre que padece el país? De la improductividad de los fundos zamoranos. De la no construcción de viviendas. De la paralización del metro y el ferrocarril. Él es el responsable. No el Imperio ni la oposición. Lo es por haber designado ineficientes y corruptos al frente de esos proyectos. ¿Entenderá ahora por qué la gente perdió la fe en sus promesas y por qué le dieron la espalda en diciembre pasado?
msanmartin@eluniversal.com

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