Antonio Cova Maduro
Cuando se analiza un sistema comunista hay que prestar especial atención a los "detalles"
Madrugada del 9 de septiembre de 1976. Mao Zedong, quizás el más firme dictador que contemplara la 2da. mitad del siglo XX, expiraba víctima de la enfermedad de Lou Gehrig. El mes de enero de ese mismo año, un cáncer había liquidado a Zhou Enlai, primer ministro de China Comunista desde 1949. El país quedaba, pues, sin la generación fundadora y sin saber qué rumbo tomarían las cosas.
Al mes justo, un rápido golpe militar, dirigido por el dúo Wang Donxing, comandante de la poderosa guarnición militar de la sede del Gobierno en Pekín, y Hua Guofeng, designado sucesor de Chou por el mismo Mao, arrestan a Jiang Qing, la viuda de Mao y el trío que la acompañaba en el liderazgo de la Revolución Cultural. Inmediatamente en toda China se desata una virulenta campaña de condena al caído cuarteto, la Banda de los Cuatro, como fueron bautizados¿ y escarnecidos.
Habrán de pasar dos años para que Deng Xiaoping, singular personaje de la elite gobernante, retorne del limbo que le fuere impuesto por el mismo Mao, a raíz de las intrigas de Jiang Qing y sus seguidores -el sobrino de Mao en lugar destacado- para asumir, de hecho, las funciones de jefe de Estado. Ello requirió el rápido desplazamiento de Hua y Wang Donxing y, por supuesto, la reposición del grueso de funcionarios que habían sido "purgados", como se estilaba llamarles en el argot comunista.
Con ellos a su lado, Deng irá desmantelando con asombrosa rapidez todo el parapeto que la extrema izquierda maoísta había montado la década precedente. China contempló cómo miles de antiguos y leales funcionarios del Partido eran reinstalados en sus perdidas posiciones, mientras que cientos de jóvenes profesionales chinos retornaban del exilio interior (conocido como su proceso de "reforma del pensamiento") al que habían sido confinados en las condiciones más adversas y en los sitios más hostiles. Nada lo pinta mejor que la maravillosa novela china Balzac y la costurera china.
El mundo contempla hoy, maravillado, algo parecido en la isla de Cuba. Con notorias modificaciones, claro está. Fidel Castro, después de todo, se empeña en no morirse todavía y su pesada sombra planea sobre el escenario cubano. Y la presencia de su hermano, desde hace tiempo el segundo de a bordo, ha impedido un acontecimiento como el golpe militar contra la Banda de los Cuatro china. Por ahora¿
Lo que sí asombra es cuan poco los opinadores y expertos, que a cada rato traen a colación el ejemplo chino como el preferido del nuevo Presidente cubano, tienen en cuenta ese caso, precisamente. Parecen esperar que ahora mismo, ya, sin tomarse ningún tiempo, Raúl Castro proceda con una Operación China.
No parecen considerar que esa operación, allá, no fue de un día para otro; pero tampoco parecen dar importancia a que "las mismas condiciones" (la grave crisis económica) impondrán el mismo desenlace, sin importar mucho cuanto lo nieguen Raúl y los suyos.
Como conviene no olvidar cuando se analiza un sistema comunista (el caso chino era en esto emblemático) hay que prestar especial atención a los detalles. Comencemos por algo que corremos el riesgo de desdeñar: ¿quién ocupará el puesto que hasta ayer no más era de Raúl? ¡Sorpresa! Ninguno de los imaginados, sino un oscuro médico, Machado Ventura, asociado en los primeros tiempos con el glorioso sistema de salud cubano, y hoy metido con planes de educación. Lo más importante: su edad, 77 años. Un año más que Raúl.
Telesur dedicó toda la tarde del domingo al evento, que reseñó completo (con dos pésimos jóvenes periodistas, de paso), mostrando de continuo a un Pérez Roque confundido con otros diputados en la sesión de la Asamblea; fuera del Presidium. De todos los civiles perpetuos de la Revolución, sólo el inconmovible Alarcón retuvo su puesto como Presidente de la Asamblea.
La estrella de la tarde fue un seguro Raúl, quien no cesaba de hacer melosas referencias a su hermano. Hasta propuso algo inesperado: que la Asamblea le permita tenerle como "consultor perenne" en tres asuntos. ¿Qué puede significar esto? Y un detalle importante: la única mención a palabras propias fue al breve discurso que pronunciara el pasado 26 de Julio.
Anunció cambios: "los más simples, primero". Atacó las permisologías y condenó "un largo etcétera", que, insistió, todos conocían (y padecían). En cualquier caso su punto focal, como aquel 26 de Julio, fue: eliminar el bloqueo que el sistema opone al desarrollo y al bienestar de los cubanos. ¡Bienvenido el Deng Xiaoping caribeño!
antave38@yahoo.com El Universal
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