Aqui les van algunos analisis politicos
Joaquin
La mitad de los habitantes de Ucrania se opone al ingreso en la OTAN
Bush llega hoy a Kiev para apoyar la postura proatlantista del Gobierno
PILAR BONET - Kiev - 31/03/2008
Más de la mitad de los ciudadanos de Ucrania se opone al ingreso en la OTAN, pero este rechazo no desalienta a los dirigentes del país que, sintiéndose protagonistas de una misión histórica, realizan una enérgica ofensiva para que la Alianza Atlántica invite a Kiev a iniciar los trámites de ingreso esta semana en su cumbre de Bucarest.
La OTAN está dividida sobre la conveniencia de ofrecer a Ucrania un plan de acción hacia el ingreso (MAP o Membership Action Plan). El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, que esta noche llega a Kiev, y los nuevos socios de la Alianza apoyan la petición conjunta del líder Víktor Yúshenko, la primera ministra Yulia Timoshenko y el jefe de la Rada (Parlamento). Alemania y Francia se oponen y otros Estados, como España, no se han pronunciado. Alegan los proatlantistas que la falta de una señal positiva en Bucarest será vista como un "triunfo" de Moscú, donde el presidente saliente Vladímir Putin y el entrante Dmitri Medvédev, ven los pasos del vecino eslavo hacia la OTAN como una amenaza para la seguridad rusa.
Las encuestas del Centro Razumkov de Kiev son inequívocas. Desde 2002, cuando comenzaron a medir la opinión pública ucrania sobre la OTAN, los adversarios del ingreso han aventajado siempre a los partidarios y además han ganado posiciones. En junio de 2002, los adversarios eran el 32,2% y los partidarios, el 32%. En febrero de 2008, fecha del último sondeo, la relación es de 53,1% en contra y 20,9% a favor.
Ante estas cifras, responsables e implicados en la política exterior de Kiev aseguran al unísono que los ánimos cambiarán con una campaña de información a fondo sobre la OTAN. Como ejemplo, citan a Eslovaquia, donde hubo gran resistencia al ingreso. Pero Ucrania, con sus regiones orientales profundamente vinculadas a Rusia, no es Eslovaquia. "No podemos ignorar que la mitad de la población considera el ruso como lengua materna, y que otra parte de Ucrania quiere sofocar los derechos de los rusohablantes. Estos problemas se irán resolviendo con los años, pero hay quien desea forzar el tiempo", afirma el diputado Leonid Kozhara, uno de los artífices de la política exterior de Regiones, el partido de la oposición.
Kozhara distingue entre "colaborar" con la OTAN e "ingresar" en ella. "Queremos la máxima colaboración con la Alianza", subraya. Según él, los dirigentes se concentran en el ingreso y omiten las implicaciones de la "relación estratégica con Rusia", fijadas en el tratado bilateral de 1997. La "seguridad europea" del siglo XXI -a diferencia del concepto de seguridad euroatlántica del siglo XX, heredado de la guerra fría- da especial importancia a la energía, afirma. "Es absurdo hablar de seguridad en Europa sin incluir a Rusia, en calidad de suministrador energético clave, y sin incluir el sistema de transporte energético", señala.
Tras el revuelo provocado por la carta de los dirigentes ucranios al secretario general de la OTAN pidiendo la concesión del MAP en Bucarest, las fuerzas políticas llegaron a un consenso para someter el ingreso en la Alianza a referéndum. Pero la coalición liberal en el Gobierno y la oposición de Regiones discrepan sobre la fecha y el carácter del plebiscito.
Los proatlantistas prefieren una consulta no vinculante, aunque aseguran que la ganarán si ésta se celebra tras cumplir el MAP. "La élite tiene la responsabilidad de guiar el país", afirma Borís Tarasiuk, jefe del comité de integración europea del Parlamento. "Los intereses nacionales no los forman los funcionarios, sino la sociedad, y no se puede hacer política en contra de la mayoría", discrepa Kozhara.
"El rechazo a la OTAN en Ucrania no se basa en la falta de información, porque ni la misma Alianza tiene claro su papel hoy", dice el diputado Kozhara, y recuerda que todos los líderes de su país, al margen de su color político, han colaborado con la OTAN y que los pacificadores y especialistas ucranios están hoy en Kosovo y en Afganistán.
Bush llega hoy a Kiev para apoyar la postura proatlantista del Gobierno
PILAR BONET - Kiev - 31/03/2008
Más de la mitad de los ciudadanos de Ucrania se opone al ingreso en la OTAN, pero este rechazo no desalienta a los dirigentes del país que, sintiéndose protagonistas de una misión histórica, realizan una enérgica ofensiva para que la Alianza Atlántica invite a Kiev a iniciar los trámites de ingreso esta semana en su cumbre de Bucarest.
La OTAN está dividida sobre la conveniencia de ofrecer a Ucrania un plan de acción hacia el ingreso (MAP o Membership Action Plan). El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, que esta noche llega a Kiev, y los nuevos socios de la Alianza apoyan la petición conjunta del líder Víktor Yúshenko, la primera ministra Yulia Timoshenko y el jefe de la Rada (Parlamento). Alemania y Francia se oponen y otros Estados, como España, no se han pronunciado. Alegan los proatlantistas que la falta de una señal positiva en Bucarest será vista como un "triunfo" de Moscú, donde el presidente saliente Vladímir Putin y el entrante Dmitri Medvédev, ven los pasos del vecino eslavo hacia la OTAN como una amenaza para la seguridad rusa.
Las encuestas del Centro Razumkov de Kiev son inequívocas. Desde 2002, cuando comenzaron a medir la opinión pública ucrania sobre la OTAN, los adversarios del ingreso han aventajado siempre a los partidarios y además han ganado posiciones. En junio de 2002, los adversarios eran el 32,2% y los partidarios, el 32%. En febrero de 2008, fecha del último sondeo, la relación es de 53,1% en contra y 20,9% a favor.
Ante estas cifras, responsables e implicados en la política exterior de Kiev aseguran al unísono que los ánimos cambiarán con una campaña de información a fondo sobre la OTAN. Como ejemplo, citan a Eslovaquia, donde hubo gran resistencia al ingreso. Pero Ucrania, con sus regiones orientales profundamente vinculadas a Rusia, no es Eslovaquia. "No podemos ignorar que la mitad de la población considera el ruso como lengua materna, y que otra parte de Ucrania quiere sofocar los derechos de los rusohablantes. Estos problemas se irán resolviendo con los años, pero hay quien desea forzar el tiempo", afirma el diputado Leonid Kozhara, uno de los artífices de la política exterior de Regiones, el partido de la oposición.
Kozhara distingue entre "colaborar" con la OTAN e "ingresar" en ella. "Queremos la máxima colaboración con la Alianza", subraya. Según él, los dirigentes se concentran en el ingreso y omiten las implicaciones de la "relación estratégica con Rusia", fijadas en el tratado bilateral de 1997. La "seguridad europea" del siglo XXI -a diferencia del concepto de seguridad euroatlántica del siglo XX, heredado de la guerra fría- da especial importancia a la energía, afirma. "Es absurdo hablar de seguridad en Europa sin incluir a Rusia, en calidad de suministrador energético clave, y sin incluir el sistema de transporte energético", señala.
Tras el revuelo provocado por la carta de los dirigentes ucranios al secretario general de la OTAN pidiendo la concesión del MAP en Bucarest, las fuerzas políticas llegaron a un consenso para someter el ingreso en la Alianza a referéndum. Pero la coalición liberal en el Gobierno y la oposición de Regiones discrepan sobre la fecha y el carácter del plebiscito.
Los proatlantistas prefieren una consulta no vinculante, aunque aseguran que la ganarán si ésta se celebra tras cumplir el MAP. "La élite tiene la responsabilidad de guiar el país", afirma Borís Tarasiuk, jefe del comité de integración europea del Parlamento. "Los intereses nacionales no los forman los funcionarios, sino la sociedad, y no se puede hacer política en contra de la mayoría", discrepa Kozhara.
"El rechazo a la OTAN en Ucrania no se basa en la falta de información, porque ni la misma Alianza tiene claro su papel hoy", dice el diputado Kozhara, y recuerda que todos los líderes de su país, al margen de su color político, han colaborado con la OTAN y que los pacificadores y especialistas ucranios están hoy en Kosovo y en Afganistán.
Historia de Ucrania
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La historia de Ucrania inició en el Neolítico. Posteriormente, durante la Edad Media, el territorio fue invadido por los godos.
Tabla de contenidos[ocultar]
1 Antecedentes
2 Siglo XX
3 Siglo XXI
4 Véase también
5 Enlaces externos
Antecedentes [editar]
Si bien el primer Imperio ruso se formó en Ucrania y tuvo por capital Kiev (siglo X), se trasladó más tarde al norte cuando los tártaros invadieron el país. Elementos insumisos (cosacos) se refugiaron en las estepas y pantanos y con la ayuda de Lituania lograron expulsar a los tártaros (1590), pero se vieron sometidos a la nobleza polaca.
Reconquistada la independencia en 1648, pronto tuvieron que aceptar el patrocinio de Rusia (1654) y la repartición del país entre ambos Estados vecinos. La presión rusa se hizo cada vez más fuerte y durante el siglo XVIII privó al país de toda autonomía. Durante el siglo XIX surgieron movimientos separatistas, cuya represión dio paso a la Revolución rusa de 1905.
Siglo XX [editar]
Al estallar la Revolución rusa de 1917, Ucrania se proclamó República independiente, pero la invasión alemana por una parte y las luchas civiles por otra llevaron a la formación de dos Repúblicas, una de ellas sometidas a los alemanes. Victoriosos finalmente los bolcheviques en 1920, Ucrania quedó convertida en la República Socialista Soviética de Ucrania, un Estado federado.
Después de la Segunda Guerra Mundial, que causó graves daños a la economía y a la población del país, Ucrania recibió territorios que habían pertenecido a Checoslovaquia, Rumania y Polonia y se vio incrementada con Crimea.
A finales de los años 1980, la crisis del Estado soviético intensificó el sentimiento nacional de la mayoría eslava, que se movilizó en busca de una mayor autonomía. En 1985 explotó el reactor nuclear de Chernobyl, lo que provocó el mayor desastre radiactivo en la historia de Europa y graves daños en la población. Tras el fallido golpe de Estado contra Mijail Gorbachov (agosto de 1991), el presidente del Parlamento ucraniano Leonid Kravchuk proclamó la independencia, ratificada en referéndum el 2 de diciembre de 1991, con el 90% de votos favorables. En la misma fecha, Kravchuk fue elegido presidente del país.
Ucrania participó en la constitución de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), pero pronto surgieron conflictos con Rusia (moneda propia, tratados bilaterales con las restantes Repúblicas en lugar de una área común), militar (control del armamento nuclear, reparto de la flota del mar Negro) e incluso territorial (Crimea). En las elecciones presidenciales de 1994, Kravchuk fue derrotado por el ex primer ministro Leonid Kuchma. En junio de 1996 el Parlamento aprobó una Constitución democrática, la primera de la era postcomunista.
Siglo XXI [editar]
En 2004 se produce la Revolución Naranja, una serie de protestas populares contra el fraude electoral realizado a favor del candidato gubernamental pro-ruso Viktor Yanukovych contra Viktor Yushchenko. Tras el fallo del Tribunal Supremo se repiten las elecciones, donde Yushchenko gana convincentemente.
Tras la Revolución Naranja y la derrota del favorito de Rusia a la presidencia de Ucrania, Rusia inicia la revisión de sus relaciones con Ucrania. Una de las consecuencias fue el inicio en 2006 de las conflictos con Rusia por la exportación de gas natural.
En las elecciones parlamentarias de 2006, la formación política de Yanukovych obtuvo el 33,28% de los votos, el bloque de la ex primera ministra Yulia Timoshenko, el 22,7%, mientras que el bloque Nuestra Ucrania, la principal base de apoyo del presidente Yuschenko, se ubicó tercero, con el 13,53%. El Partido Socialista de Ucrania, miembro de la actual coalición gobernante, consiguió el 5,37%, seguido del Partido Comunista, con el 3,46% y del bloque Oposición Popular, con el 3,35%.
Véase también [editar]
Revolución Naranja
Enlaces externos [editar]
Historiografía e Identidad Ucraniana (Historiography And Ukrainian Identity).
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La historia de Ucrania inició en el Neolítico. Posteriormente, durante la Edad Media, el territorio fue invadido por los godos.
Tabla de contenidos[ocultar]
1 Antecedentes
2 Siglo XX
3 Siglo XXI
4 Véase también
5 Enlaces externos
Antecedentes [editar]
Si bien el primer Imperio ruso se formó en Ucrania y tuvo por capital Kiev (siglo X), se trasladó más tarde al norte cuando los tártaros invadieron el país. Elementos insumisos (cosacos) se refugiaron en las estepas y pantanos y con la ayuda de Lituania lograron expulsar a los tártaros (1590), pero se vieron sometidos a la nobleza polaca.
Reconquistada la independencia en 1648, pronto tuvieron que aceptar el patrocinio de Rusia (1654) y la repartición del país entre ambos Estados vecinos. La presión rusa se hizo cada vez más fuerte y durante el siglo XVIII privó al país de toda autonomía. Durante el siglo XIX surgieron movimientos separatistas, cuya represión dio paso a la Revolución rusa de 1905.
Siglo XX [editar]
Al estallar la Revolución rusa de 1917, Ucrania se proclamó República independiente, pero la invasión alemana por una parte y las luchas civiles por otra llevaron a la formación de dos Repúblicas, una de ellas sometidas a los alemanes. Victoriosos finalmente los bolcheviques en 1920, Ucrania quedó convertida en la República Socialista Soviética de Ucrania, un Estado federado.
Después de la Segunda Guerra Mundial, que causó graves daños a la economía y a la población del país, Ucrania recibió territorios que habían pertenecido a Checoslovaquia, Rumania y Polonia y se vio incrementada con Crimea.
A finales de los años 1980, la crisis del Estado soviético intensificó el sentimiento nacional de la mayoría eslava, que se movilizó en busca de una mayor autonomía. En 1985 explotó el reactor nuclear de Chernobyl, lo que provocó el mayor desastre radiactivo en la historia de Europa y graves daños en la población. Tras el fallido golpe de Estado contra Mijail Gorbachov (agosto de 1991), el presidente del Parlamento ucraniano Leonid Kravchuk proclamó la independencia, ratificada en referéndum el 2 de diciembre de 1991, con el 90% de votos favorables. En la misma fecha, Kravchuk fue elegido presidente del país.
Ucrania participó en la constitución de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), pero pronto surgieron conflictos con Rusia (moneda propia, tratados bilaterales con las restantes Repúblicas en lugar de una área común), militar (control del armamento nuclear, reparto de la flota del mar Negro) e incluso territorial (Crimea). En las elecciones presidenciales de 1994, Kravchuk fue derrotado por el ex primer ministro Leonid Kuchma. En junio de 1996 el Parlamento aprobó una Constitución democrática, la primera de la era postcomunista.
Siglo XXI [editar]
En 2004 se produce la Revolución Naranja, una serie de protestas populares contra el fraude electoral realizado a favor del candidato gubernamental pro-ruso Viktor Yanukovych contra Viktor Yushchenko. Tras el fallo del Tribunal Supremo se repiten las elecciones, donde Yushchenko gana convincentemente.
Tras la Revolución Naranja y la derrota del favorito de Rusia a la presidencia de Ucrania, Rusia inicia la revisión de sus relaciones con Ucrania. Una de las consecuencias fue el inicio en 2006 de las conflictos con Rusia por la exportación de gas natural.
En las elecciones parlamentarias de 2006, la formación política de Yanukovych obtuvo el 33,28% de los votos, el bloque de la ex primera ministra Yulia Timoshenko, el 22,7%, mientras que el bloque Nuestra Ucrania, la principal base de apoyo del presidente Yuschenko, se ubicó tercero, con el 13,53%. El Partido Socialista de Ucrania, miembro de la actual coalición gobernante, consiguió el 5,37%, seguido del Partido Comunista, con el 3,46% y del bloque Oposición Popular, con el 3,35%.
Véase también [editar]
Revolución Naranja
Enlaces externos [editar]
Historiografía e Identidad Ucraniana (Historiography And Ukrainian Identity).
¿Dónde debe estar Ucrania?
ANDRÉS ORTEGA 31/03/2008
La demanda de adhesión a la OTAN de Ucrania, impulsada por Estados Unidos, ha caído como otro jarro de agua fría sobre los europeos, algunos de los cuales, como Alemania y Francia, la consideran, como poco, prematura. Pero ni Europa, ni Ucrania, ni Rusia han realmente contestado a la pregunta ¿dónde debe estar Ucrania? Europa no estará unificada, como indica el secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop, mientras no coincidan "donde están los países y dónde quieren estar".
La OTAN gana territorio pero está perdiendo a Rusia, advierte Moscú
La cumbre de la OTAN en Bucarest esta semana debe dar el visto bueno a la ampliación a tres nuevos miembros: Albania (¿importará el problema de Kosovo?), Croacia y Macedonia (si se resuelve la cuestión de su nombre con Grecia). Pero, de repente, el presidente y la primera ministra de Ucrania, Yúshenko y Timoshenko, han puesto sobre la mesa su aspiración, aunque prometiendo que no habrá bases extranjeras (lo que prohíbe su Constitución). En lo que será su última cumbre atlántica, Bush, como parte de su legado, quiere dejar encarrilada esta cuestión, con una hoja de ruta o MAP (plan de acción, en sus siglas inglesas) para el ingreso. Durante los mandatos de Bush, la OTAN se habrá ampliado a 10 nuevos miembros: Bulgaria, Eslovenia, Eslovaquia, Estonia, Letonia, Lituania y Rumania, a los que hay que sumar ahora los tres apresurados nuevos invitados. Pero con Ucrania (y Georgia, que plantea una problemática propia y enrevesada) "el tiro le puede salir por la culata", señalan fuentes europeas.
Bucarest será la primera cumbre de la OTAN a la que asistirá el aún presidente ruso Vladímir Putin. La cuestión ucraniana eleva la temperatura. Las relaciones entre Rusia y Ucrania son demasiado íntimas como para que la perspectiva del ingreso de Kiev en la OTAN no plantee serios problemas. Hay centenares de kilómetros de contacto entre ambos países que no tienen delimitación. El ingreso obligaría a definir estas fronteras, y a separar algunas ciudades e industrias militares.
Pero no se trata únicamente de que la OTAN se meta en una senda que aliene a los rusos -o que les otorgue un inaceptable derecho de veto-, sino que los propios ucranios están abrumadoramente en contra del ingreso en la Alianza Atlántica. Más de la mitad lo rechaza y sólo menos de un 20% está a favor, según diversos sondeos. Tanto que la iniciativa oficial provocó un boicoteo parlamentario por la oposición que sólo se resolvió con la aprobación del compromiso de un eventual referéndum. Ucrania debe hacerse una idea de lo que quiere ser, y está aún dividida al respecto.
Para lo que habría una mayoría es para la entrada en la Unión Europea, pero, dada la fatiga de ampliación, esta perspectiva está en estos momentos fuera del horizonte vital de la UE y de Ucrania. Algunos europeos, como los alemanes y los franceses, son contrarios al discurso antirruso que emana de Washington y de otras capitales. En todo caso, piensan que antes de plantear la cuestión de Ucrania y Georgia hay que reducir las tensiones en la región.
La Alianza no sólo se amplía, sino que también gravitan en su derredor posibles socios que no miembros, como Australia, Japón (y para algunos, Israel). Es la conversión de la Alianza en una red de seguridad internacional. China aún no ha planteado objeciones, pero si la ampliación de la Alianza empieza a acercarla a sus fronteras, querrá tener algo que decir. También la OTAN, que en 2009 cumplirá 60 años, debe pensar qué quiere ser y qué quiere hacer, pues quizás esté demostrando en Afganistán que no vale para la tarea que se le ha encomendado. La cumbre de Bucarest debe producir un concepto estratégico sobre Afganistán que sea convincente al explicar por qué, cómo, con qué fines y con qué estrategias actúa la OTAN en aquel país, pues va creciendo la oposición en algunas sociedades europeas a la participación en aquella guerra lejana.
La OTAN no ha decidido aún si Rusia pertenece a Occidente o al resto (The West or the rest). Con la ampliación de la OTAN -percibida como antirrusa desde Moscú por el régimen y la población-, "la Alianza gana territorio pero está perdiendo a Rusia", observan algunos responsables rusos. Y, efectivamente, con cada ampliación de la Alianza Atlántica parecen perder fuerzas los movimientos prooccidentales en Rusia, aunque la Alianza no se presente como una amenaza contra Rusia. De hecho, la amenaza occidental contra Rusia es la más baja desde Napoleón. Pero a menudo las percepciones cuentan más que la realidad.
www.elboomeran.com
ANDRÉS ORTEGA 31/03/2008
La demanda de adhesión a la OTAN de Ucrania, impulsada por Estados Unidos, ha caído como otro jarro de agua fría sobre los europeos, algunos de los cuales, como Alemania y Francia, la consideran, como poco, prematura. Pero ni Europa, ni Ucrania, ni Rusia han realmente contestado a la pregunta ¿dónde debe estar Ucrania? Europa no estará unificada, como indica el secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop, mientras no coincidan "donde están los países y dónde quieren estar".
La OTAN gana territorio pero está perdiendo a Rusia, advierte Moscú
La cumbre de la OTAN en Bucarest esta semana debe dar el visto bueno a la ampliación a tres nuevos miembros: Albania (¿importará el problema de Kosovo?), Croacia y Macedonia (si se resuelve la cuestión de su nombre con Grecia). Pero, de repente, el presidente y la primera ministra de Ucrania, Yúshenko y Timoshenko, han puesto sobre la mesa su aspiración, aunque prometiendo que no habrá bases extranjeras (lo que prohíbe su Constitución). En lo que será su última cumbre atlántica, Bush, como parte de su legado, quiere dejar encarrilada esta cuestión, con una hoja de ruta o MAP (plan de acción, en sus siglas inglesas) para el ingreso. Durante los mandatos de Bush, la OTAN se habrá ampliado a 10 nuevos miembros: Bulgaria, Eslovenia, Eslovaquia, Estonia, Letonia, Lituania y Rumania, a los que hay que sumar ahora los tres apresurados nuevos invitados. Pero con Ucrania (y Georgia, que plantea una problemática propia y enrevesada) "el tiro le puede salir por la culata", señalan fuentes europeas.
Bucarest será la primera cumbre de la OTAN a la que asistirá el aún presidente ruso Vladímir Putin. La cuestión ucraniana eleva la temperatura. Las relaciones entre Rusia y Ucrania son demasiado íntimas como para que la perspectiva del ingreso de Kiev en la OTAN no plantee serios problemas. Hay centenares de kilómetros de contacto entre ambos países que no tienen delimitación. El ingreso obligaría a definir estas fronteras, y a separar algunas ciudades e industrias militares.
Pero no se trata únicamente de que la OTAN se meta en una senda que aliene a los rusos -o que les otorgue un inaceptable derecho de veto-, sino que los propios ucranios están abrumadoramente en contra del ingreso en la Alianza Atlántica. Más de la mitad lo rechaza y sólo menos de un 20% está a favor, según diversos sondeos. Tanto que la iniciativa oficial provocó un boicoteo parlamentario por la oposición que sólo se resolvió con la aprobación del compromiso de un eventual referéndum. Ucrania debe hacerse una idea de lo que quiere ser, y está aún dividida al respecto.
Para lo que habría una mayoría es para la entrada en la Unión Europea, pero, dada la fatiga de ampliación, esta perspectiva está en estos momentos fuera del horizonte vital de la UE y de Ucrania. Algunos europeos, como los alemanes y los franceses, son contrarios al discurso antirruso que emana de Washington y de otras capitales. En todo caso, piensan que antes de plantear la cuestión de Ucrania y Georgia hay que reducir las tensiones en la región.
La Alianza no sólo se amplía, sino que también gravitan en su derredor posibles socios que no miembros, como Australia, Japón (y para algunos, Israel). Es la conversión de la Alianza en una red de seguridad internacional. China aún no ha planteado objeciones, pero si la ampliación de la Alianza empieza a acercarla a sus fronteras, querrá tener algo que decir. También la OTAN, que en 2009 cumplirá 60 años, debe pensar qué quiere ser y qué quiere hacer, pues quizás esté demostrando en Afganistán que no vale para la tarea que se le ha encomendado. La cumbre de Bucarest debe producir un concepto estratégico sobre Afganistán que sea convincente al explicar por qué, cómo, con qué fines y con qué estrategias actúa la OTAN en aquel país, pues va creciendo la oposición en algunas sociedades europeas a la participación en aquella guerra lejana.
La OTAN no ha decidido aún si Rusia pertenece a Occidente o al resto (The West or the rest). Con la ampliación de la OTAN -percibida como antirrusa desde Moscú por el régimen y la población-, "la Alianza gana territorio pero está perdiendo a Rusia", observan algunos responsables rusos. Y, efectivamente, con cada ampliación de la Alianza Atlántica parecen perder fuerzas los movimientos prooccidentales en Rusia, aunque la Alianza no se presente como una amenaza contra Rusia. De hecho, la amenaza occidental contra Rusia es la más baja desde Napoleón. Pero a menudo las percepciones cuentan más que la realidad.
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