Diego Bautista Urbaneja
El chavismo tiene una falla estructural, que no le es posible cancelar
El hecho central de la política venezolana de los últimos años consiste en un fracaso. El fracaso del proyecto político de Hugo Chávez de construir lo que se llama una hegemonía política, en el sentido más importante de esa expresión. Es decir, lograr que las ideas, el lenguaje, los valores, las actitudes... características y definitorias de ese proyecto sean o se conviertan en el modo natural de pensar, valorar, actuar, de la mayoría de los venezolanos. Lograr, por decirlo así, que uno sea chavista incluso sin darse cuenta, sin quererlo y hasta sin saberlo.
Pues no. Eso no ha ocurrido. El dos de diciembre fue una clamorosa muestra de ese fracaso de fondo. Es importante escudriñar un poco las causas de ello. Creo que el elemento central está en que ese proyecto y todo lo que lo caracteriza resulta demasiado elemental, simplista, dogmático, para lo que ha llegado a ser esta sociedad. Demasiado atrás en relación a lo que toda una parte fundamental del país está dispuesta a aceptar como merecedor de su atención y de su respaldo, por sentirlo a la altura de lo que es el mundo de hoy, a la altura del conocimiento que circula por la libre en celulares, computadoras, medios, conversaciones. Lo que dice el oficialismo simplemente no está a esa altura, y eso se siente de manera espontánea, intuitiva, sin necesidad de mayor elaboración, por parte de quien experimenta esa sensación de que el chavismo le queda chiquito a él y al país. Hegemonía
El chavismo tiene una falla estructural, que no le es posible cancelar. Para discernirla, hagamos un breve comentario sobre esa manida palabra, "hegemonía". El concepto se le debe al italiano Antonio Gramsci, un ideólogo marxista original e innovador, que planteaba que la única manera de hacer una revolución en los países capitalistas de Occidente era lograr que la hegemonía burguesa y capitalista fuera sustituida por una nueva hegemonía de base proletaria que sirviese de sustento a un orden socialista. Pero Gramsci hacía una puntualización crucial: toda hegemonía tiene que tener como eje una clase social fundamental, desde la cual irradie y se nutra. Sin ese eje, no hay hegemonía posible.
Pues bien, al chavismo le falta ese eje. Nunca ha podido contar con el sustento de ningún grupo social fundamental de la sociedad venezolana, ni con ninguna combinación de ellos o de parte de ellos. Ni los obreros, ni la clase media, ni los sectores profesionales o gerenciales, ni alguna tecnocracia, ni el empresariado, ni la intelectualidad, ha estado alineada como sector con el chavismo. No tiene éste un sustento social definible, no es la expresión de los valores, intereses, ópticas de ningún sector o alianza de sectores, que por estar en el centro del funcionamiento de la sociedad pudieran emprender con perspectivas de éxito el que sus planteamientos fueran acogidos por el resto de ella, convirtiéndose así en hegemónicos. No hay canal ocho que pueda cancelar esta falla estructural.Definiciones
Esta carencia nos ayuda a definir unas cuantas cosas del chavismo. Viene a ser él en realidad la expresión de las reivindicaciones y frustraciones de los excluidos del anterior orden y régimen. Haber dado expresión a esos elementos ha sido su tarea social e histórica. Ha cumplido la misión de que esas reivindicaciones y frustraciones entren -hayan de entrar- en la agenda de cualquier proyecto que quiera ser viable en el futuro. Pero el chavismo no está en capacidad de cumplir la otra tarea de convertir a esas reivindicaciones y frustraciones en elementos de un proyecto político viable y futurista, entre otras cosas por no estar anclado en la roca dura de algún sector social pujante, o de una alianza de ellos, que lo provea de ideas, propuestas, teorías con la calidad suficiente para aspirar a convertirse en hegemónicas. Lo que resulta entonces es ese batiburrillo atrasado, ese catecismo elemental que constituyen sus planteamientos y que al grueso de este país, como dijimos, le quedan chiquitos.
Sobre ese fracaso y esas fallas es que se desarrolla el desgaste en curso del chavismo. En el fondo, tal desgaste es la caída en cuenta por parte de cada vez más venezolanos de que el chavismo les va pequeño. La tarea que le atribuimos hace tiempo que la cumplió. Lo demás ha sido hastiante inercia, repetición, maniobra, mantenido todo por la renta petrolera y la ausencia de una alternativa.
El fracaso del chavismo de convertirse en proyecto hegemónico ha terminado por ser una cuestión de talla.
dburbaneja@gmail.com. El Universal
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