Raquel Gamus - Tal Cual - Venezuela
S in duda Rómulo Betancourt y Fidel Castro son los dos líderes latinoamericanos de mayor trascendencia de la segunda mitad del siglo XX. Más allá de sus cualidades personales, representaron los proyectos políticos alternativos a las dictaduras tradicionales, que defendieron a sangre y fuego y se empeñaron en extender más allá de sus fronteras.
Además de ideólogo de la democracia representativa venezolana y latinoamericana, evidenciada en su profusa obra, Betancourt fue un visionario político en especial en su concepción del papel del partido político, que imprimió a Acción Democrática, considerada por muchos como su obra mas importante.
Su liderazgo se sedimenta con la gestación del Pacto de Punto Fijo, punto de partida para su segundo acceso al poder, que sentó las bases para la finalización de su período de gobierno y para la alternabilidad democrática que imperó en Venezuela durante mas de 40 años. Distinto fue el camino seguido por Fidel Castro, cuyo natural carisma se rodeó de una aureola de heroísmo por su gesta en la Sierra Maestra, quien desde su acceso al poder, derrocando a Batista, se perfiló como un líder revolucionario; postura aderezada con un alto contenido antiimperialista que contribuyó a su ubicación como indiscutible figura tercermundista y líder de la izquierda mundial y a entronizarlo en el mando. Pronto el objetivo común de ambos líderes como adversarios de las dictaduras tradicionales, desapareció para dar lugar a una nueva confrontación, entre democracia y socialismo, en la cual ambos fueron protagonistas El fracaso de la intención de los movimientos subversivos promovidos desde La Habana, unido a la caída del mundo socialista, hacían suponer la desaparición de las expectativas de instauración de un modelo socialista, resurgidas en torno a la figura del presidente Chávez, quien se ha colocado al servicio de Fidel Castro, a quien se empeña en emular con devoción, entre otras cosas, explotando el sentimiento antiimperialista mundial, que a diferencia de su mentor, no ha logrado encender en su país.
Quisieron las circunstancias que la celebración del centenario del natalicio de Rómulo Betancourt coincidiera con la decisión de Fidel Castro a no postularse mas a la presidencia, para dar paso, no sin cinismo, después de 49 años en el poder, a "nuevas generaciones", gesto interpretado como magnánimo solamente por el presidente venezolano, quien sigue aspirando el mismo camino, a pesar del mayoritario rechazo obtenido el 2 de diciembre. La conmemoración del aniversario de Betancourt convocó no sólo a sus tradicionales partidarios, sino también a adversarios e incluso perseguidos; es de suponer que en parte por la objetividad que permite el paso del tiempo para evaluar su indudable significado en la historia política venezolana y en otra buena parte, como respuesta a la tragedia que hoy vive el País; porque más allá de las insuficiencias de la democracia representativa y los graves errores cometidos por Betancourt, su militancia a favor de la subordinación del poder militar al poder civil y de la alternabilidad democrática, que no sólo defendió sino que practicó, constituye el punto de partida para evitar la perpetuación de un régimen autoritario en el que se empeña el presidente Chávez.
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