Mons. Baltazar Porras //
Los fanáticos ven complots y conspiraciones en todas partes
Umberto Eco en su obra A paso de cangrejo, brinda reflexiones que ayudan a entender muchas cosas. La historia se cansa de dar saltos hacia delante y se encierra de nuevo en sí misma para cometer errores que parecían superados.
La segunda parte del libro está dedicada al fenómeno del régimen de populismo mediático. Denunciar el error o tener derecho a expresar disidencia debe ser un derecho. Esto no está tan claro hoy. Los tiempos son oscuros, las costumbres corruptas y hasta el derecho a la crítica, cuando no lo ahogan las medidas de censura, está expuesto al furor popular.
La retórica es la técnica de la persuasión y no es una cosa mala, aun cuando se pueda persuadir a alguien con artes reprobables a hacer algo en contra de su propio interés. Son muy pocas las cosas de las que se puede convencer al oyente por medio de razones apodícticas. Hay países y culturas donde el poder se basa en el consenso, y en ellos se utilizan técnicas de persuasión; y hay países despóticos donde sólo rige la ley de la fuerza y la prevaricación, donde no hace falta convencer a nadie. Prevaricar es abusar del propio poder para obtener ventajas en contra del interés de la víctima transgrediendo los límites de lo lícito.
Uno de los argumentos que se utilizan para desencadenar una guerra o para iniciar una persecución es la idea de que hay que reaccionar ante un complot urdido contra nosotros, nuestro grupo o país. Lo que hubiera podido resolverse por vía diplomática se hace por la fuerza y los desplantes. Es la apelación al síndrome del complot. Sólo apelando a una frustración común se vuelve emotivamente necesario y comprensible el golpe de escena final. En cualquier caso los fanáticos ven complots y conspiraciones en todas partes. Todo parecido es pura coincidencia. Pero hace falta pensar y repensar dónde estamos y a dónde nos quieren llevar.
faustihg@yahoo.es
El Universal
No hay comentarios:
Publicar un comentario