Orlando Ochoa Terán analiza esta semana, desde las páginas de "Quinto Día", la situación política actual de la oposición y del chavismo y se pregunta si el Gral. Baduel ofrecerá una tercera vía que recomponga el cuadro político.
Esta es su análisis:
La revolución bolivariana ha dividido a Venezuela en dos países que se mueven en dimensiones diferentes. El de Chávez con un respaldo cada vez más menguado y el de la oposición formal que gira sobre su propia órbita electoral sin crecer. Entre uno y otro irrumpe una fuerza intermedia a expensas de estos dos grupos.
La oposición, que se cobijó bajo la Coordinadora Democrática, sufrió en el pasado reciente tantos reveses e incurrió en tantos errores que es difícil imaginar que la herencia que recibe el nuevo polo democrático esté libre de alguno de sus erráticos genes. Esa oposición formal, que alguna vez fue acusada de impaciente y que ha evolucionado hacia el otro extremo hasta parecer ensimismada en sus obsesión comicial, no ha sido capaz de atraer, como se pensó en el proceso electoral de 2006, a toda esa masa creciente de descontento que reflejan casi todas los sondeos de opinión.
Este anquilosamiento opositor no deja de sorprender si consideramos que estamos frente al gobierno más incompetente que país alguno haya podido elegir, con la probable excepción de la reelección del presidente Mugabe de Zimbabwe.
La explicación puede estar en que lo genéricamente denominamos como "grupos de opositores", han estado girando como satélites alrededor del gobierno sin salir de su propia órbita geoestacionaria electoral.
El gobierno por su parte, indiferente a estas rotaciones de la oposición, se mueve en su propia dimensión con sus propios planes de navegación.
La guerra y la paz
Tómese como ejemplo esta última crisis con Colombia. El pasado 3 de marzo, el mismo día que los diarios del país anunciaban a 8 columnas que el presidente Chávez había ordenado la movilización de tropas a la frontera, colocando al país al borde de un conflicto bélico, 30 dirigentes que forman parte del universo opositor anunciaban sus aspiraciones de ser electos a las alcaldías de Baruta, Chacao, El Hatillo, Libertador y Sucre. Toda la sopa de letras del espectro opositor se regocijaba con el anuncio electoral mientras el gobierno jugaba con el destino del país en un espectáculo tragicómico.
Los mismos diarios que cubrían la escalada bélica en primera plana, en sus páginas interiores daban cuenta de un conflicto más real y letal. De los 56 días transcurridos de este año hasta el 26 de febrero, 55 personas habían sido secuestradas, de los cuales 46 eran venezolanos y 9 extranjeros. 5 de esas personas fueron asesinadas. El año pasado, indicaba la misma información, se reportaron 12.880 asesinatos y en 2006 fueron 12.256.
Unas horas más tarde el presidente Chávez pedía un minuto de silencio por el "asesinato cobarde" del "buen revolucionario", Raúl Reyes.
Calma y ternura
A una semana de lo que parecía el inicio de hostilidades de la tanta veces anunciada invasión, el mundo fue testigo por televisión del impulso emocional que lanzó al presidente Chávez de nuevo a los brazos del presidente Uribe. La escena tiene el efecto de desencadenar más abrazos mientras Uribe prometía retirar su amenaza de llevar a su colega venezolano a la Corte Penal Internacional.
La diplomacia histérica venezolana se tomó entonces un receso para respirar aliviada aunque el flujo de documentos que comprometen, nacional e internacionalmente, al presidente Chávez seguían fluyendo sin misericordia para terminar concentrándose en el pobre Correa, cuyo intercambio comercial con Colombia no justifica tanta consideración.
Ese mismo día el secretario general de Un Nuevo Tiempo, Gerardo Blyde, acusaba a otros partidos de oposición de respaldar con "supuestos fundamentos legales" la inhabilitación del alcalde Leopoldo López y Enrique Mendoza.
Pocas horas después, Pablo Medina, es el causante de otra desazón. La promesa que inspiraba su serio semblante en la foto donde alertaba ¡Vamos por ti! no tenía otra connotación, como el mismo Medina lo explica, que la electoral.
No obstante, indiferente a estos problemas, la crisis sigue su curso. El desabastecimiento no cesa, la inflación crece en espiral, la inseguridad alcanza su pico histórico entre las preocupaciones más sentidas de la población y Pdvsa, en otra fase más de su nivel de corrupción es acusada en Europa de "lavar dinero" con la empresa estatal bielorrusa Belneftekhim.
La órbita opositora
Nada de esto arredra a los líderes de la oposición. Girando como están en su propia órbita geoestacionaria electoral Antonio Ledezma, lanza su candidatura a alcalde mayor, lo propio hacen Gerardo Blyde, Liliana Hernández, William Ojeda, Alfonso Marquina, Delsa Solórzano, Alfredo Romero y otros tantos.
En medio de este ambiente bélicoelectoral, Carlos Ocariz confunde por un momento al presentar en su plataforma electoral un "plan de desarme" hasta que todos caen en cuenta que está confinado a los habitantes del Distrito Sucre.
En otra dimensión el presidente Chávez pasa de la guerra a la paz en cuestión de horas. La FAN no es más una ficha más en el tablero donde el presidente Chávez juega a la geopolítica. Nunca antes los preparativos militares de un país, asociados históricamente al nacionalismo y al patriotismo, habían sufrido tanto descrédito y burla.
El mismo hombre que se prende de la humanidad del presidente Uribe para rogar por la paz, es el mismo que amenaza a la oposición venezolana con la guerra si esta ganara algunas gobernaciones y alcaldías. El CNE no se siente aludido y la oposición tampoco.
El pasado domingo, a fin de darle coherencia a los disparates que se iniciaron en Santo Domingo, el presidente Chávez, anuncia que solicitó un encuentro con el presidente Uribe, probablemente para detener la contraofensiva del colombiano quien, sin tropas, tanques o aviones, puso a Chávez manos arriba. No importa que unas semanas atrás haya jurado que "mientras el presidente Álvaro Uribe, sea presidente, yo no tendré ningún tipo de relación ni con él ni con el Gobierno de Colombia".
¿Qué quiere el general?
La naturaleza, como la política, odia los vacíos. El general Raúl Isaías Baduel, con una percepción y un sentido de la oportunidad política, no muy común en la mentalidad de un hombre de armas, irrumpió en la política el mismo día que dejó el Ministerio de la Defensa. Cuando todos creían que después cabalgaría en el atardecer hasta desaparecer en el horizonte, irrumpe el 4 de noviembre con un pronunciamiento que, tirios y troyanos admiten, fue crucial para bloquear la reforma constitucional y el destino político del presidente Chávez.
Otras tres intervenciones posteriores, con un timing correcto, confirman que el hombre quedó petrificado por la política como si hubiera mirado fijamente a los ojos de Medusa y ha decidido ocupar el espacio nacional que han dejado al garete los partidos políticos, entretenidos como están en las elecciones regionales.
En estas semanas de crispación, caracterizadas por un escenario diseñado torpemente para despertar los fantasmas del nacionalismo, Baduel corrió el riesgo, no sólo de desestimar la amenaza que formula el gobierno de su país a un potencial enemigo sino que denuncia "la pretensión de Chávez de presentar a Colombia y a sus autoridades como enemigos de Venezuela". Cualquier otro oficial, retirado o no, que no tuviera mucho más que un respaldo moral y la autoritas para decirlo, debería estar en custodia y en el umbral de una Corte Marcial.
El pasado domingo, desde la tribuna que le ofreció la Asamblea de Podemos, otro de los factores concurrentes en la derrota que sufrió Chávez, el general Baduel vuelve a la carga, esta vez, con un pronunciamiento que por su alcance y proyección debía ser motivo de embarazo para la oposición que se entretiene en su feria electoral.Baduel recuerda a los venezolanos que el petróleo no es unos de sus problemas, "el petróleo es el problema de Venezuela". "El actual gobierno" advierte, "ha dilapidado la fortuna (proveniente del oro negro), amén de las más voraz corrupción de la que se tenga registro en la historia nacional". Es necesario, agrega, "que todo el país deje de distraerse con discursos politiqueros y mentiras y se movilice en su propia defensa, sin perder el objetivo, que no es más que el logro de sus intereses fundamentales para asegurarse el porvenir. ¿Cómo lograrlo? ¿Cuál es la vía?" Se pregunta el ex ministro de Defensa.
Presumimos que Raúl Baduel pronto ofrecerá más detalles. ¿La tercera vía de una recomposición del cuadro político?
Raúl Baduel ¿La tercera vía?
Orlando Ochoa
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