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sábado, 12 de abril de 2008

Polonia: mujer rabino trata de reconstruir vida comunitaria

LUBLIN, Polonia (AP) - Tanya Segal cubre sus hombros con un manto de oración rematado en flecos, deposita una guitarra sobre sus piernas cruzadas y dirige una congregación de polacos que celebran con canciones el sábado judío.
En esta ciudad conocida antes del genocidio nazi como la Jerusalén de Polonia, donde los rabinos lucían largos sobretodos negros y sombreros, barbas y mechones de pelo que caen sobre cada una de las sienes, Segal no es un atavismo.
La pelirroja israelí nacida en Rusia es la primera mujer rabino de Polonia. Su llegada en diciembre a un país donde la vida judía fue barrida por los nazis es un testimonio de la resurrección de esa vida, y de una nueva diversidad que está echando raíces en medio del crecimiento de la comunidad.
Segal, una juvenil y enérgica mujer de 50 años de edad, pertenece a la rama Progresista o Reformista. Vive en Varsovia pero viaja frecuentemente por distintas partes de Polonia, con la guitarra a cuestas, en una misión destinada a reformular tradiciones judías en todos los sitios del país, en esta nación de 38 millones de habitantes donde grandes comunidades que hablaban idisch prosperaron durante siglos hasta la llegada de la Segunda Guerra Mundial.
"Es realmente un desafío", dijo Segal luego de conducir un servicio religioso en un reciente viernes a la noche, vísperas del Sabbat, el día más sagrado de la semana para los judíos. "Pero espero satisfacer el interés (de la congregación) y ofrecerle la oportunidad ... de experimentar la vida comunitaria judía".
Los nazis asesinaron a seis millones de judíos, la mitad de ellos polacos, y dejaron un legado de miedo, reforzado por pogroms tras concluir la guerra y por la persecución desencadenada por los comunistas. La población de preguerra de Lublin era de 100.000 personas. De ese total, alrededor de un 40% eran judíos. En la actualidad la comunidad judía asciende a exactamente a 22 personas, aunque se supone que muchos otros tienen antepasados judíos.
Desde el fin de la guerra fría, en 1989, polacos con raíces judías han comenzado a librarse de sus antiguos temores de antisemitismo y han decidido atender eventos judíos, visitar Israel y en ocasiones a retornar a la fe de sus ancestros.
Y a medida que lo hacen, algunos enfilan hacia un sector del judaísmo moderno y liberal y aceptan nuevas costumbres, incluida la participación plena e igualitaria de las mujeres en la vida litúrgica. Ese sector se ha desarrollado en América del Norte y está siendo transplantado a una región dominada históricamente por el movimiento ortodoxo.
"Realmente creemos que las mujeres deben ser completamente iguales (a los hombres) en todo nivel concebible del liderazgo judío", dijo el rabino Burt Schuman, líder de la comunidad de Judíos Progresistas de Polonia. Segal se unió a él en diciembre como segunda rabino en Beit Warszawa, la congregación en Varsovia, tras ser ordenada en noviembre en Jerusalén.
"Ella es un modelo para una nueva generación de mujeres judías polacas", añadió Schuman.
Pero, pese a ser la primera mujer rabino en Polonia, Segal no da mucha importancia a su sexo, y tampoco se considera una feminista.
"Para mí, ser una mujer rabino es algo natural", dijo. "Pero cuando las personas ven a una mujer rabino, aprenden un principio primordial de nuestro movimiento, que es la igualdad. Por lo tanto, eso significa que he cumplido mi trabajo".
Su principal tarea es contribuir al florecimiento de la vida judía luego del genocidio nazi.
"Los judíos siguen aquí, están buscando su identidad, sus raíces. Si ellos están aquí, entonces yo quiero estar aquí", señaló.
Asumir ese papel ha significado un gran sacrificio. Abandonó Israel, el país que había convertido en propio luego de abandonar Moscú en 1990 como madre separada, con un niño de dos años de edad. En la actualidad su hijo, Benyamin, tiene 19 años y es soldado en el ejército israelí.
Segal era actriz y cantante en el Teatro de Cámara de Música Judía, en Moscú, antes de inmigrar hacia Israel. Y esas dotes la han ayudado en el centro cultural Brama Grodzka, un lugar liderado por no judíos, cuyo propósito es promover la vida judía.
Muchos de los que asisten al centro sólo buscan contactos culturales y se muestran renuentes a buscar sus raíces religiosas.
Pero Segal no se desalienta.
Sus propias convicciones religiosas sólo se manifestaron después de su inmigración a Israel, aunque creció con una fuerte identidad judía nutrida por el teatro y la experiencia de enfrentar burlas de compañeros antisemitas en sus años de escuela primaria. El arte, dice, "prepara y adiestra al alma humana para que pueda ser santificada".
Segal tiene paciencia con las personas que se acercan al centro. "No creo que tengan una experiencia religiosa en el corto plazo", dijo. "Demora años en aprender realmente a rezar. Se trata de un proceso. Esas personas vienen a celebrar el Sabbat, y sin importar en qué lugar se hallan en la actualidad, eso está bien".
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Enviada por Comenunca

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