Por EMILIO NOUEL V.
La sucesión vertiginosa y alucinante de eventos y temas en el vecindario latinoamericano en las últimas semanas, es posible que a cualquier ciudadano de a pie de este país lo tenga sobremanera perturbado.
No hemos terminado de digerir unos sucesos, cuando sobrevienen nuevos hechos relacionados u otros problemas aún más importantes. Y que lo diga cualquier venezolano, que tal vorágine le impide asimilar y reflexionar adecuadamente sobre lo que nos pasa.
Un ejemplo de esto es el grave tema que ha estado sobre el tapete en los días que corren: el conflicto Colombo-Ecuatoriano, y por entrepitura, también,Venezolano.
Lo que empezó como acciones tendientes a concretar un acuerdo de liberación de secuestrados por la guerrilla narcoterrorista FARC, en el que los gobiernos de Venezuela, Colombia y otros participaban de manera consensuada, ha desembocado en un agrio y peligroso enfrentamiento entre 4 gobiernos, como consecuencia de un incursión de fuerzas militares colombianas apenas 2 kilómetros dentro del territorio ecuatoriano, y en la cual muere un grupo de irregulares encabezado por quien en los hechos era el jefe máximo de la organización delictiva, sin bajas ni daños materiales para los ecuatorianos.
Desde el pasado mes de diciembre a esta parte lo que hemos presenciado es una cadena de eventos, declaraciones altisonantes y virulentas, insultos, rompimientos de relaciones diplomáticas, revelaciones asombrosas, denuncias, amenazas, movilizaciones militares, cierre de fronteras, consultas entre cancillerías y mandatarios, reuniones de la OEA y el Grupo de Río y, sobre todo, puestas en escena deplorables.
Este cóctel explosivo condujo a una crispación, a todas luces, inconveniente para todos los actores directamente involucrados y aquellos que no lo son. Las nefastas consecuencias económicas -espero que no se produzcan- serán de lamentar, y a Venezuela, especialmente, le podría tocar gran parte de ellas.
Lo más absurdo de este episodio es que a los venezolanos, que no estamos directamente relacionados con el incidente que desencadenó la tormenta diplomática, nos vaya a afectar con mayor fuerza.
Una vez más la actitud irresponsable del gobierno venezolano nos pone en el disparadero innecesariamente. Una diplomacia, ya errática, que se vuelve además, entrometida, nos coloca ahora en una posición todavía de mayor desprestigio internacional, que vista desde los intereses nacionales es incluso masoquista.
De verdad que muy poco esperamos del gobierno venezolano en materia de sensatez, prudencia y realismo. Su proyecto ideológico lo va seguir llevando a iniciativas descabelladas y conflictivas. Ojalá y no se le ocurra màs adelante una locura que nos lance por el despeñadero de la violencia entre pueblos hermanos y amantes de la paz.
Si bien en este caso ha habido una violación al supuestamente "sacrosanto" principio de soberanía, viendo la infracción en toda su dimensión, y lo extraordinaria que fue, la reacción que tuvo Ecuador ha sido desmesurada y no debió ser llevada hasta donde llegó. Desgraciadamente, intereses y factores de carácter político conocidos proyectaron y agrandaron el problema y no es difícil determinar con cuales aviesas intenciones.
Nos complace enormemente el final de la reunión del Grupo de Río. Al menos, por ahora, se impuso la prudencia en un grave desencuentro que, a mi juicio, fue magnificado. Salieron derrotados los que querían pescar en río revuelto y acorralar a un paìs hermano. Esperamos que el novato e influenciable señor Correa asimile la lecciòn.
Deseamos que en lo sucesivo la comunidad hemisférica se mantenga atenta para evitar que situaciones como éstas se salgan de madre.
Venezuela Analitica
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