Libertad!

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lunes, 19 de mayo de 2008

Marco Rodríguez // Ni lo sueñen

No es de extrañar que el Gobierno, a tan solo 3 meses de haber empezado el año, haya reconocido que no va a poder cumplir la meta de inflación.El panorama no luce alentador. El crecimiento económico está bajando y sufrimos todo tipo de distorsiones. La inflación, en particular, devora los ingresos del venezolano. El Gobierno quizás se da cuenta de una realidad ineludible: los precios suben con mucha facilidad, pero es prácticamente imposible que bajen.Insistir con los controles de precios solo va a agravar el problema de escasez, y lo que es peor, eventualmente también va a contribuir a elevar la misma inflación que pretende contener.Ofrecer más dólares oficiales solo va a enriquecer más a los importadores, con poco o ningún efecto sobre el precio final que pagamos los consumidores por los bienes.Bajar el dólar paralelo tampoco dará ningún resultado deseable, esto contribuye a que se fuguen capitales mientras que los precios permanecen iguales o siguen aumentando.Esto sucede porque la inflación que sufrimos hoy no se debe a un problema de costos, sino a la demanda: Los importadores compran al dólar oficial y venden a cuanto puedan vender, usualmente al doble del costo. Los detallistas también agregan un jugoso margen y el consumidor termina pagando el triple porque todavía tiene como hacerlo, al menos algunos de ellos… ¿Cómo llegamos aquí?Este enredo se origina en el paro petrolero del 2003, cuando hubo que tomar medidas muy severas. En particular, la implementación del control de cambios y la fuerte devaluación inicialmente a Bs. 1.600. En el año 2004 el dólar parecía carísimo cuando estaba a 1.920. Hoy día, ponerle mano a un dólar Cadivi de Bs. 2.150 es considerado una ganga.El problema es que la economía quedó tan devastada en el 2003 que había que generar demanda de cualquier manera. La fórmula adoptada funcionó: más y más gasto junto con un control de cambios medianamente funcional que permitió incrementar la demanda interna, ayudado por el precio del petróleo que aún hoy no ha detenido su aumento.Muchos venezolanos gozaron de mayor bienestar económico: se elevaron salarios, algunos recuperaron su empleo y compraron carro nuevo con grandes facilidades de crédito.Entre 2004 y 2006, Venezuela tuvo la economía de mayor crecimiento en el mundo, mientras que la inflación, aunque elevada, estaba bajando. Sin embargo, desde el 2007 se manifestaron todo tipo de distorsiones: cuesta un mundo conseguir huevos, leche o un carro nuevo. Bajaron el cupo de dólares oficiales. La inflación la publican en algo más de 20%, pero parece que todo, excepto la gasolina, cuesta el doble.La fórmula no está funcionando. El gasto que dio resultado en los últimos años, en estos momentos genera más inflación y menos crecimiento. Si continúan con más de lo mismo, sufriremos de un consistente deterioro: más inflación, menos crecimiento, y mucha escasez. Lo más conveniente sería comenzar a devaluar el dólar oficial, flexibilizar considerablemente los controles, y continuar incrementando el gasto. Esto produciría una inflación mayor a 30% pero mantendría el crecimiento y aliviaría el problema de escasez. Además, se podría continuar aumentando los salarios y dar asistencia a los más desfavorecidos.Otra opción es dejar de gastar, contener los salarios, y detener el crecimiento: medidas severas en relación al bienestar general, pero la única forma de bajar realmente los precios.Ninguna opción es atractiva, pero continuar así solo va a posponer y agravar lo inevitable.
Economista
marcoaureliors@gmail.com

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