Libertad!

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miércoles, 21 de mayo de 2008

Hugo J. Faria // ¿Conspiración del silencio?

¿Quién puede financiar con relativa facilidad el salario mínimo?
Entre los economistas existe consenso, 80%, sobre el libre comercio. La política óptima y en particular para una economía pequeña es la de cero aranceles. Las prácticas mercantilistas de aranceles, cuotas de importación, leyes de salvaguarda, disposiciones contra el dumping y demás barreras no arancelarias son mal vistas porque, primero, les encarecen la vida a las personas. Segundo, hacen artificialmente rentable sectores de la economía donde el país no ofrece ventajas comparadas, propiciando una industria no competitiva dependiente de la discreción gubernamental para su existencia.
Algunos argumentan que otros países como Estados Unidos establecen barreras al comercio internacional en forma de aranceles o de subsidios, Venezuela debe hacer lo mismo. La respuesta de los economistas académicos es: ¿por el hecho de que el imperio le encarezca la vida a sus ciudadanos ricos, con prácticas mercantilistas, justifica que el gobierno venezolano le encarezca la vida a sus ciudadanos pobres con barreras al comercio? En otras palabras, ¿si mi vecino se pone hediondo, acaso mi mejor respuesta es yo también ponerme hediondo encareciéndole la vida a mis ciudadanos pobres? Esto es masoquismo económico, como él se flagela yo también. Además, constituye una ausencia crasa de conciencia social y de responsabilidad social corporativa.
A veces se trata de justificar la destrucción de bienestar que estas empresas ineficientes propician con el argumento de crear puestos de trabajo. La respuesta del consenso es: creación de empleo es muy importante, pero no es deseable el empleo encarecedor de la vida de los ciudadanos. Si el objetivo fuese crear empleos alcanzarlo sería muy sencillo. Cuando construimos una carretera no usemos tractores, démosle palas a los trabajadores y así generamos más empleos. Es más, por qué palas, si les damos cucharas podríamos generar más puestos de trabajo. Obviamente el objetivo fundamental de la actividad económica es el bienestar de sus ciudadanos y los empleos que se generen deben ser congruentes con este objetivo.Reducir costos
Si deseamos un sector industrial vibrante y competitivo, que con su producción no viole derechos de propiedad encareciéndole innecesariamente la vida a las personas, es vital reducir el costo de hacer negocios en el país y orientar los recursos a sectores donde el país ofrece ventajas comparadas como es el turismo, dadas nuestras bellezas naturales, realizando la inversión requerida en seguridad e infraestructura. El mecanismo idóneo para reasignar los recursos es fomentando la competencia, desmantelando el mercantilismo.
De ser coherentes con estos razonamientos de privilegiar al ciudadano, la política comercial óptima es la de reducir gradual pero unilateralmente las barreras al comercio. De esta forma abaratamos la vida de los venezolanos y fortalecemos a la industria al ser los recursos asignados a sectores donde podamos competir. ¿Le pregunto apreciado lector, cuántas veces ha escuchado o leído a expertos en economía en Venezuela sugiriendo la conveniencia de ir a un modelo de libre comercio? A mí me parece que en esta materia hay un silencio ensordecedor a pesar del consenso.Consenso
Existe también consenso de un 60% entre los economistas de que el salario mínimo contribuye al desempleo al encarecerle al empleador el costo del trabajo. Ley de la demanda, el alza relativa del precio de un bien conduce a menor cantidad demandada del mismo, en este caso trabajo. En principio si un poquito de algo es bueno más debería ser mejor. ¿Entonces por qué no fijamos el salario mínimo a nivel de la cesta básica? ¿Será porque el desempleo sería masivo y se le verían las costuras al populismo que representa la política del salario mínimo? ¿Quién puede financiar con relativa facilidad el salario mínimo? La empresa grande y establecida, la pequeña que es fuente potencial de competencia, ve comprometida su viabilidad. Pregunto, ¿los expertos en economía en el país en forma mayoritaria suelen oponerse al salario mínimo a pesar de sus secuelas negativas sobre el tan cacareado empleo?
Nuestros expertos en economía sí suelen comentar con insistencia que el bolívar está sobrevaluado. Es decir, usted tiene demasiado poder de compra y por tanto hay que devaluar. En cristiano, a usted hay que reducirle el sueldo y por tanto hay que atracarlo, beneficiando a la empresa no competitiva al destruir su competencia. Sin negar la posibilidad de un bolívar sobrevaluado, el silencio conspicuo de los expertos está en no proponer soluciones que protejan lo más posible la propiedad privada de los ciudadanos de a pie y que sea compatible con crecimiento: por ejemplo libertad monetaria. Que podamos proteger el fruto de nuestro esfuerzo ganando en euros o dólares.
Invito a los expertos a que reflexionemos sobre los planteamientos que hacemos. A veces pareciera que en lugar de defender el bienestar de los ciudadanos estamos defendiendo los interesas de las empresas ineficientes, salvajismo mercantilista.
hjf1750@gmail.com

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