Las ruinas de Sendero Luminoso en Perú, y la demolición sistemática de las FARC
Hace ya un rato que vivimos bajo el signo de un diagnóstico: "América Latina ha dado -y sigue dando- un giro a la izquierda" y eso parece complacer mucho a la prensa extranjera, sobre todo a la europea. Ustedes saben, el añejo complejito aquel del "buen salvaje", que a ratos se viste -y se queda vestido- de encanto en Cannes y Saint Tropez. Pero, ¿cuán cierto es este veredicto, que es eso en lo que terminó convertido aquel diagnóstico?
El veredicto acaba de recibir un duro golpe y justamente en el país que les habría encantado fuese su vitrina de exposición: Colombia. ¿Qué cosa mejor para estos "analistas" que ver a una guerrilla, a la que se despoja de la sangre que ha derramado y la droga que ha comercializado y se la deja sin su otra cara: la de una gran operación financiera, para imaginarla como modernos Robin Hood, adueñados de los bosques de Sherwood -selvas de Colombia-, repitiendo la hazaña de los barbudos de Sierra Maestra?
Pues bien, desde el gigantesco repudio internacional a las FARC no han hecho otra cosa que ir cuesta abajo en la rodada. Ejecutado su principal computista, dejando un legado que reverbera en las cancillerías y ejércitos del planeta, todo le ha ido mal de unos meses para acá.
Luego vino una traición asesina a uno de sus dirigentes y una comandante entregándose porque ya no podía más. Y ahora lo que les faltaba: que el Gobierno -no ellos- hiciese pública la muerte de su líder histórico a fines de marzo, en medio de un acoso incesante del ejército, que hoy se replica sobre el resto de los comandantes. Las FARC boquean y poca ayuda pueden brindarle sus amigos de Ecuador y Venezuela, salvo derramar lágrimas y solicitar "minutos de silencio".
Aún no podemos medir el impacto que el colapso de las FARC tiene para el continente. Hay que leer el libro de Juanita León (País de plomo) para entenderlo: sobre todo su crónica de cómo el ejército torció el intento de la guerrilla por convertir a Bogotá en una Dien Bien Phu latinoamericana.
Quizás el único gran logro de la guerrilla colombiana termine siendo el de haber contribuido decisivamente a la construcción y desarrollo del ejército más importante y competente de toda América, US Army incluida. Son ya 60 años de lucha incesante y pertinaz.
Pero más allá de Colombia -que hoy vive un momento estelar, como lo manifiesta el que los carteles mexicanos de la droga ya sustituyeron a los colombianos- ese veredicto del fulano "giro a la izquierda" hay que analizarlo en otros escenarios, como ya lo están haciendo Dieterich y algún que otro iluso de los primeros días.¿Y Brasil?
¿Giro a la izquierda en Brasil? ¿De quién?, o quizás mejor, ¿para quién? Por lo que uno lee lo que ha hecho Lula es darle un segundo aire al duro capitalismo brasilero. Nada lo ejemplifica mejor que su incapacidad, hasta ahora, de imponer un mínimo de control a quienes sistemáticamente destruyen la selva amazónica. Lula ha estabilizado al sistema, ni por un centímetro le ha dado vuelco alguno y lo ha hecho con el aplauso universal de las fuentes de poder del planeta. Nada más, pero tampoco nada menos.
En Uruguay: nada singular y en Chile, al igual que en el Perú, prosiguen -para fortuna de esos pueblos- las políticas de los gobiernos anteriores. Si esos son "giros a la izquierda" tendremos que revisar qué es lo que queremos decir con el término "giros". ¿Será que son tan completos que cubren 360º? O quizás mejor, que van girando de a poquito de modo de no irse a pique en lo que intentan.
La verdad es que lo que ven debe producirles vértigo: las ruinas del irrecuperable Sendero Luminoso en Perú, y por estos días la demolición sistemática de las FARC y similares en Colombia. Ambos casos les gritan que por allí no van los tiros: dos muy eficientes movimientos guerrilleros que no pudieron superar la tenaz resistencia que fue capaz de oponerle cada una de las sociedades que los padecían.
¿Y qué podría decirse de la ruta pacífica que emprendió esa misma izquierda en otros países? Bueno, parece que llegaron con retraso. Encima, en Venezuela, en mala junta: con acompañamiento militar y exceso de petrodólares. Demasiada carga para no hundirse pronto. Y tras ella -o mejor, tras sus dólares regados con dispendio y sin cabeza- se pegaron Bolivia y Nicaragua: Estados clientes no más. De lejitos Ecuador, sin saber todavía qué rumbo tomar y más abajo, la pareja Kirchner, apuntalados con bonos de la deuda pública con comprador asegurado. ¿Qué futuro tiene este giro, que no sea el de los 360º?
antave38@yahoo.com
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