En la calle todo el mundo nos pregunta cómo va la unidad de la oposición, y con frecuencia se afirma en tono grave: ¡mira que sin eso estamos muertos! ¡Únanse! Por ello, el tema de la unidad se ha convertido en el centro del debate nacional y por supuesto de la Mesa Unitaria, cuya actividad gira en torno a ella de cara a las elecciones parlamentarias de 2010.
Desde esta columna hemos sostenido que la unidad es un valor superior en la coyuntura que atraviesa el país, y además una herramienta indispensable para la lucha por la democracia, el desarrollo económico y social y las posibilidades de superación de los más pobres, quienes sólo a través del empleo digno y la propiedad privada podrán salir de abajo.
No obstante, para que la unidad sea eficiente además de valiosa, debe ser también amplia y transparente. Es decir, por un lado, en ella debemos caber todos los sectores que militamos en la causa de la libertad y el progreso, y por el otro, deben crearse reglas de juego claras que sean respetadas por todos. Lo primero es un ejercicio de inclusión y tolerancia entre nosotros mismos; y lo segundo es la garantía de que los acuerdos servirán para algo.
Estas dos condiciones vienen a colación por la experiencia de 2008, cuando se firmó un pacto entre 17 organizaciones, pero a la larga la mayoría de los partidos signatarios quedaron fuera de las fórmulas presentadas como unitarias, violándose el procedimiento acordado, con lo cual se provocó la derrota en 2 gobernaciones, decenas de alcaldías y cientos de diputaciones regionales. En muchos casos operó la típica repartición por cuotas entre sólo 4 partidos, sin importar la calidad ni el liderazgo de los designados. Esto además fue avalado por algunos factores de poder como expresión de unidad.
Además de los errores de 2008, otras experiencias también arrojan importantes lecciones. En el 2004, por ejemplo, fuimos unidos al referéndum revocatorio, pero una postura equivocada frente a los abusos del CNE nos condujo al fracaso. Es decir, Unidad sin estrategia acertada no sirve de mucho. De igual forma, en el 2006 fuimos unidos con Rosales, pero escogimos al candidato tarde y nuestra estructura electoral era todavía muy débil. Es decir, unidad a destiempo y sin músculo tampoco garantiza nada.
Por último están los temas de la tarjeta única y el método de selección. Lo primero fue ya resuelto en el sentido de descartar esa posibilidad y en principio pensamos que era lo lógico, no sólo por la aspiración legítima de los partidos de estar en el tarjetón y además cuidarse de una ilegalización que conlleva buscar unas firmas muy difíciles de lograr después de la Lista Tascón, sino porque además, en realidad, el objetivo final de sumar todos los votos se cumple con la alianza perfecta que se está perfilando.
En cuanto al método, finalmente se estableció que fuera una combinación que privilegia al consenso como principal opción y establece las primarias para aquellos circuitos donde no se logre aquel. Si el cronograma acordado se cumple, a más tardar el 30 de abril tendremos el cuadro completo de candidatos democráticos a la Asamblea Nacional.
En este momento dos comisiones de trabajo redactan los reglamentos respectivos. Una vez que se sancionen, todo dependerá de la voluntad política y madurez de los actores involucrados. Ojalá prive el sentido de responsabilidad para enfrentar este inmenso reto y podamos todos servir limpiamente a Venezuela.
cipriano.heredia@gmail.com
Coordinador General de Visión Emergente
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