Libertad!

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jueves, 31 de diciembre de 2009

Diego Bautista Urbaneja // El concepto chacumbele

Chávez está creando las condiciones de su propio debilitamiento político
Hay una cierta disputa en el campo de los formadores de opinión que adversan al Gobierno respecto a la comparación que se ha hecho entre Chávez y la figura de Chacumbele.

Procede puntualizar tres cosas antes de desarrollar las consideraciones que la discusión mencionada sugiere. La primera, recordar que lo que define a Chacumbele es que "él mismito se mató". La segunda, mencionar que quien ha difundido la imagen de Chávez-Chacumbele es Teodoro Petkoff en sus editoriales del diario Tal Cual. La tercera, y ya como cosa de protección judicial, aclarar que en ningún caso la presencia de la muerte de Chacumbele en todo esto ha de tomarse en un sentido metafórico: lo que se pretende indicar es que Chávez está conduciéndose a sí mismo a su destrucción política.

Lo que han apuntado los críticos del uso de la imagen de Chacumbele para referirse al comandante, es que con ello se induce a una actitud pasiva de parte de las fuerzas democráticas. Si Ch-Ch lo que está haciendo es matándose a sí mismo políticamente, qué caso tiene hacer esfuerzo político alguno. Lo que corresponde es dejar que el sujeto de marras continúe en su labor de autodestrucción política sin ponerle mayores obstáculos, y esperar el momento en que el resultado de tal esfuerzo esté maduro. No se requerirá entonces para cosechar el fruto de la empresa chacumbeliana mayor destreza que la que se necesita para arrancar un mango bajito.

No pretendo ser un intérprete del pensamiento de Petkoff ni mucho menos del significado que le atribuye a su conocida comparación. Pero no me luce probable que lo que tiene en mente el editor de Tal Cual sea esa estrategia que le atribuyen sus críticos. Claro que, si tomamos al pie de la letra el símil, la crítica es razonable. Chacumbele se mató él solito, sin ayuda de nadie. Nadie tuvo que mover un dedo para que ese caballero se destruyera a sí mismo. Eso queda perfectamente claro si se escucha con atención la letra de la guaracha donde se narra la historia. Pero en este caso proceder a una interpretación tan literal es también jalar las cosas por los cabellos.

Pero como dije, no me corresponde imaginar lo que Petkoff pueda tener en mente, sino ver qué puede tener de válido la figura de Chacumbele para la comprensión de nuestra situación política y de las tareas democráticas que de ella se desprende. Resulta ser que puede sostenerse con bastantes razones, que Chávez está creando las condiciones de su propio debilitamiento político. Lo que hace para fortalecerse es compensado con creces por lo que hace para debilitarse. Más todavía: en muchos casos lo mismo que hace para fortalecerse es lo que lo debilita. En toda esa medida, hay chacumbelismo en el socialismo del Siglo XXI.

La idea es susceptible de ampliación. Es poco lo que puede hacerse para que Chávez no haga las cosas con las que cree fortalecerse y que causan gran angustia en mucha gente. No hay manera de evitar que apruebe las leyes que se le antoje, ni de evitar que los tribunales dicten las sentencias que Miraflores desea, ni de... añada usted lo que le parezca. Así que no hay más remedio que dejar que Ch-Ch continúe por su camino.

Pero es bien sabido que en política nada se cae solo. En este caso particular, el chacumbelismo de Chávez no rendirá los frutos que le son naturales si no hay una estrategia muy activa y muy atinada para que ello ocurra. De otro modo, todas esas posibilidades y condiciones que Chávez va sembrando hacia su propia destrucción, se quedan suspendidas, se desparraman, se diluyen sin resultado alguno. No creo que a nadie se le ocurra que ese esfuerzo propio de las fuerzas democráticas no hace falta llevarlo a cabo. En ese caso la discusión se traslada a otro punto, que no vamos a tratar aquí: qué es lo que hay que hacer para que los pasos que da Chávez en la dirección de su propia destrucción política efectivamente conduzcan a ese resultado.

La figura de Chacumbele, para quien quiera tomarla al pie de la letra y tenga ganas de discutir con Petkoff, ofrece efectivamente flancos débiles, como hemos visto. Pero tiene un valor que es bueno rescatar, como antídoto contra la desesperación y la desesperanza. El valor de recordarnos que la marcha de este gobierno está muy lejos de ser una marcha triunfante y que cada paso de vencedor que da siembra al mismo tiempo una condición más para su propia derrota. Eso sí: hasta ahí llega. Lo que pase luego, mientras Ch-Ch hace su trabajo, sí que depende de lo que los demás hagamos.

dburbaneja@gmail.com

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