Libertad!

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viernes, 8 de febrero de 2008

Las monjitas del Sagrado Corazón

Carolina Jaimes Branger // Luisa
"Para encontrar héroes y heroínas no es necesario irlos a buscar al pasado"
Hace dos semanas escribí un artículo sobre la madre Villalón, querida maestra, guía, modelo de muchas jóvenes en el colegio Sagrado Corazón de Caracas.
"Escribe sobre la influencia que tuvieron las madres sobre todas nosotras", me pidió mi amiga Luisa Elena Aguilar. "Que sepan todos que no trabajaron en vano, que su obra no fue arar en el mar". Y hoy lo escribo, porque así fue.
El Sagrado Corazón de Caracas se fundó cuando las madres llegaron a Venezuela huyendo del régimen de Fidel Castro en Cuba, a principio de los años sesenta. Nuestros padres las ayudaron a construir el colegio en el Alto Hatillo, obra que se inauguró en 1968. Pero a principio de los años setenta la congregación se vio envuelta en la vorágine que para el mundo católico significó la Teoría de la Liberación y otros movimientos similares. Las madres entonces decidieron vender el colegio de las "niñas ricas" e irse a educar a las "niñas pobres". Sintieron en ese momento que habían perdido el tiempo con nosotras.
"No lo perdieron", me dijo Luisa. "Fíjate que en toda obra social hay una antigua alumna del colegio¿ además, lo de "niñas ricas" era muy relativo. Había niñas ricas, niñas de clase media y niñas pobres". Pero nunca nadie se sintió diferente, porque las madres supieron darle importancia a lo verdaderamente importante, relevancia a lo realmente relevante, trascendencia a lo sustantivamente trascendente. Por eso hoy, a treinta y cuatro años del cierre del colegio, y con sólo cuatro promociones de bachilleres, el colegio sigue vivo. Y las madres viven y vivirán siempre, porque hay una parte de ellas en todas nosotras.
Y si hay alguien que personifica de manera sustancial la esencia de lo que significó el Sagrado Corazón, esa persona es Luisa Elena Aguilar. Hace más de quince años padece de esclerosis múltiple y tiene una fortaleza y una valentía que no deja de sorprendernos. Las vicisitudes de su condición las ha pasado con ánimo y alegría. Es médico, y antes de preocuparse por ella, está pendiente de sus pacientes. Desde la cama de la clínica donde está hospitalizada, se informa, receta, aconseja.
"Gracias por el ejemplo que me has dado" le dijo una enfermera. Y es que para encontrar héroes y heroínas no es necesario irlos a buscar al pasado: hoy cruzan nuestras vidas. Algunos, como Luisa, en una silla de ruedas.
http://es.f233.mail.yahoo.com/ym/Compose?To=cjaimesb@gamial.comjoaquinramon00@yahoo.es

1 comentario:

Anónimo dijo...

me encantaría contactar con todas ustedes
soy gloria Aranaz
2ª promocion ciencias
aranaz7@hotmail.com