Manuel Caballero /
Es normal que quien conciba el poder como algo de su familia, sólo piense en revanchas
El título de estas notas podría hacer creer que se trata de dos problemas diferentes, aquí yuxtapuestos para aprovechar lo mejor posible el espacio que nos da el periódico. Pero no: creemos una excelente idea, como se advierte en algunas oficinas, públicas o privadas, la de no tratar más de un asunto en cada comunicación. En este caso, se trata de dos caras de la misma moneda, y si las separamos es para su mejor comprensión: al final se verá en qué medida son una misma (y nostra) cosa.
Quien inició esa nefanda tradición fue José Tadeo Monagas, pero la llevó a su cumbre el Benemérito, que nombró a su hermano "Juancho" primer vicepresidente y gobernador del Distrito Federal; y a su hijo José Vicente Gómez, segundo vicepresidente e inspector general del Ejército. La lista del Benemérito
Pero eso no se detenía ahí: la lista seguía con los nombres de Eustoquio Gómez (primo), presidente del estado Táchira; Santos Matute Gómez (medio hermano), presidente del Zulia; Aparicio Gómez (primo), jefe de fronteras con Colombia; Evaristo Gómez (primo), comandante del Ejército en el Táchira; F. A. Martínez Méndez (cuñado), presidente de Aragua; Carlos Delfino (yerno), vicepresidente de Carabobo; el hijo del ex presidente Ignacio Andrade (yerno); Antonio J. Cárdenas, (cuñado), presidente de Nueva Esparta; y Francisco Colmenares Pacheco (cuñado), vicepresidente de Bolívar. Y así, hasta que se acababa la familia: de hecho, a la muerte del dictador, el clamor no era tanto salir de un tirano que había al fin tenido el gusto de abandonar la escena por sus propios pies, sino desembarazarse de "los Gómez". Venezuela no había soportado así, como el Paraguay del Doctor Francia, la ruda conducción de un ególatra suprematista y aislado, sino la tiranía de una familia. Porque no sólo se buscó (y por desgracia se logró) la presidencia vitalicia, sino que además, se quiso que ella fuese dinástica. No podían adivinar
Eso llegó a un punto tal, que a la muerte de Gómez, y hasta la última década (la primera del siglo XXI) el nepotismo ha sido tan inaceptable moral y políticamente, que cuando el presidente Caldera incluyó a su hijo Andrés en su gabinete, casi ardió Troya: los venezolanos no podían adivinar lo que les esperaba a partir de 1999.
Sobre lo cual no vamos a mostrar, como más arriba se hizo con Gómez, la lista de los enchufes burocráticos consanguíneos, pues basta con escribir el nombre de la provincia natal del locatario de Miraflores, Barinas. Preferimos emplear el espacio que nos queda para hablar del otro asunto anunciado en el título: el revanchismo.
En un discurso ante el todavía nonato PUS bolivarero, Chávez anunció en las elecciones de este año no (como debería ser) una confrontación de programas y de líderes, sino "una revancha". Y si eso no se lograba en las urnas, insistió, habría que prepararse para la guerra. Dicho de otra manera, que consideraba los resultados del dos de diciembre próximo pasado no como una derrota política sino como una ofensa personal.Como un deslave
Eso lleva a explicar el estilo de mandar y del simple hablar del azote de barrio que, como un deslave y casi coetáneamente con el de Vargas, nos echamos los venezolanos en el alba del nuevo siglo. Toda la cháchara sobre el "Socialismo del Siglo XXI" (que hasta ahora, por mucho que se exprima las meninges y le ordene hacer otro tanto a sus secuaces, nadie ha sido capaz de explicar "con qué se come") no es otra cosa que un montón de paja seca ardiendo y sobre todo humeando para ocultar que se trata de una dominación personal pura y simple.
Una dominación personal pero no la de ningún Doctor Francia como el de Paraguay, ni siquiera como la del Doctor Duvalier en Haití. No, porque aquí se podría repetirle lo que escribiera Pérez Bonalde de otro ególatra de su tiempo: "tú eres muy bajo para ser tirano". No: se trata de una persona incapaz de ver, en la realidad y no en sus ridículas alucinaciones, más allá de sus narices. Lo que en otros términos quiere decir más allá de su familia. El paraíso del hampa
Lo cual nos lleva a otra consideración, a saber por qué nuestro país se ha convertido en un paraíso del hampa. Hoy por hoy, cuando las monarquías hereditarias son la excepción y no la regla en este mundo, hay algunas corporaciones donde el nepotismo es la regla: porque es normal que los hijos hereden a los padres. Y si esa regla ha dado muy buenos resultados en el Japón, es porque los hijos aceptan recibir las ganancias de los padres, pero también sus pérdidas, sus acreencia pero también sus deudas.
Pero aún con ese ejemplo, cada día es menor el número de empresas en el mundo, sobre todos las mayores que ahora suelen ser "transnacionales" donde sea fácil encontrar entre sus altos ejecutivos alguno que haya llegado allí, como diría Rufino Blanco Fombona, por vía de la bragueta. Hay una excepción, no por secreta menos famosa: una corporación que suele estructurarse tomando como modelo la familia tradicional. Se trata de esa nada ejemplar organización, al conjunto de cuyas familias se les llama indistintamente Mafia y también la Cosa Nostra.
La cual, otra casualidad, o más precisamente otra coincidencia, busca completarse con otro modelo, el cuartel. Así, los que en el PUS se llaman "batallones", en la Cosa Nostra están también integradas por "soldados": los sicarios que en su idioma original ellos llaman soldati.
hemeze@cantv.net
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