Libertad!

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sábado, 1 de marzo de 2008

Una ciudad abandonada

Tulio Hernández

24/02/2008

1. La imagen es una vergüenza. Un bombero coloca en la camilla a un hombre joven lesionado en un accidente vial. Una situación común. Pero hay algo que resalta en la fotografía: el collarín que le han puesto al rescatado para proteger su cuello es de cartón.
Resulta que, como la Alcaldía Metropolitana no suministra los equipos que requieren, los bomberos de Caracas tienen que ingeniárselas para atender a las víctimas que rescatan y, entre otras técnicas de improvisación, llevan siempre consigo piezas de cartón para fabricar in situ los collarines que inmovilizan el cuello de los rescatados.
Es una calamidad. Los Bomberos Metropolitanos, así lo cuenta un reportaje de Javier Brassesco (El Universal, 2-02-08, 3-1), no cuentan con los equipos necesarios para el rescate y transporte de los lesionados que atienden. Tampoco tienen uniformes actualizados, ni el equipo básico, guantes, gasa, apósitos, fajas lumbares, lentes y tapabocas. Y todo esto -estas pruebas de carencia, desamor por la gente común, y pobreza- ocurre en un país que tiene un gobierno que regala millones y millones de dólares a países como Cuba, Nicaragua y Bolivia. La foto es un escupitajo en pleno rostro de cualquier miembro del Gobierno.
2. Lo que ocurre en la ciudad capital de Venezuela es grave. A diferencia de lo que está pasando en buena parte de las capitales y otras ciudades de los países latinoamericanos, en donde sus gobiernos locales han logrado promover procesos de recuperación que mejoran cada vez más la calidad de vida de sus habitantes, Caracas en los últimos años ha ido involucionando terriblemente y lo que ya eran severos problemas en la última década del siglo XX, en la primera del XXI se han agigantando, convirtiendo a la capital venezolana en un ejemplo de desgobierno, fracaso, caos y destrucción institucional.
Los indicadores así lo demuestran. Es verdad que hay municipios en donde la crisis se siente menos. Pero en la mayor parte de la metrópoli cada día movilizarse es más lento. Cada vez la ciudad está más sucia. Cada mes aumenta el número de homicidios y de secuestros. Cada año perdemos un puesto en el ranking de las mejores ciudades latinoamericanas para hacer negocios. Caracas navega sin rumbo, carece de un proyecto de futuro, de unas metas más o menos comunes que orienten, como ocurre en toda ciudad exitosa, las acciones de sus gobiernos locales, sus ciudadanos y sus empresas.
La tarea principal para la cual fue creada la Alcaldía Metropolitana, la de coordinar las acciones de la ciudad y dotarla de un sentido de futuro y un esfuerzo de trabajo común, no se ha cumplido. En los dos gobiernos que ha tenido la ciudad desde que se creó la nueva figura administrativa, el de Alfredo Peña y el de Juan Barreto, la Alcaldía Metropolitana se ha colocado más al servicio del conflicto político nacional, al combate entre seguidores y adversarios del presidente Chávez, que a poner orden administrativo, político y de planificación en una ciudad que ya no puede seguir funcionando por ensayo y error.
3. Por eso resulta fundamental que los sectores de oposición se tomen a pecho, con pasión y mística de bomberos, el rescate de la ciudad y sus distintos niveles de gobierno. Es una obligación histórica no sólo ganar en lo posible todas las alcaldías que en el presente forman el distrito metropolitano, sino preparase para hacer buenos gobiernos municipales y, sobre todo, para construir y ejecutar una visión de futuro compartida por la mayoría de sus habitantes y actores institucionales.
No hay soluciones parciales. Desde cada municipio se pueden atender problemas y servicios puntuales. Pero la posibilidad de construir una ciudad mejor -segura, transitable, limpia, amable, próspera, democrática, abierta a la convivencia, con espacios públicos abiertos para todos y con capacidad para integrar y dignificar las zonas de viviendas más pobres y con menos servicios- requiere de la existencia de proyectos comunes y ambiciosos que hagan remar en un solo sentido, con planes compartidos, a todos los gobiernos locales, las grandes empresas privadas, los centros académicos y los ciudadanos.
Es lo que nos han enseñado las ciudades exitosas. Es lo que a casi una década de gobiernos chavistas en las alcaldías metropolitanas de Sucre y Libertador, éstos no lograron hacer. Es lo que debería ser la base de un acuerdo entre los futuros gobernantes si es que en verdad tienen una vocación transformadora y no meras ansias de poder.

El Nacional

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