Carlos Rodríguez Castañeda
El régimen, que pretende cambiarle el nombre a todo para no cambiar nada, como no ha cambiado, ahora, conforme a informaciones de prensa, pretende cambiarle el nombre, Rómulo Betancourt, a una de las parroquias de Barinas. Es el neopuntofijismo en acción que es un clon, como el puntofijismo arcaico, del mismo patrón: La corrupción.
Y eso que han dado en llamar oposición, que no es otra cosa que el puntofijismo arcaico, clon, como el neopuntofijismo, ahora en el poder, como ya dijimos, del mismo patrón, la corrupción, lanza su grito, en reacción, desde una añoranza del pasado que, por pasado, no avizora nuevos amaneceres.
Es el enfrentamiento entre el neopuntofijismo y el puntofijismo arcaico, siempre de espaldas al pueblo y siempre en procura de anular, secuestrar, la voluntad del colectivo para que aparte la vista de su propio entorno vital y, manipulado, se deje involucrar en un conflicto que deja de lado el interés popular, ¿Qué importancia tiene para esa parroquia que esa división político-territorial se deje de llamar Rómulo Betancourt? ¿Qué importancia tiene para ese colectivo que se siga llamando Rómulo Betancourt? Con ese nombre sólo soportó hambre y miseria durante el régimen del puntofijismo arcaico. Bajo ese nombre sólo ha soportado hambre, miseria, pobreza extrema durante el régimen, hoy en el poder del neopuntofijismo. Ya bajo el puntofijismo arcaico, ya bajo el neopuntofijismo, para decirlo con versos de Héctor Guillermo Villalobos, ha sido lo mismo, "Que si acaso cambia el nombre, la vida no hay quien la cambie".
Lo que hay que cambiar es la miseria, la pobreza, el estado de indefensión frente al hampa común y a la de cuello blanco, a las que fue sometida esa comunidad, como toda Barinas, como toda Venezuela, durante el puntofijismo arcaico; a como ha seguido siendo sometida por el neopuntofijismo ahora en el poder.
Está bien que el actual régimen, neopuntofijista, proponga, para distraer la atención colectiva, cambiarle el nombre a la parroquia Rómulo Betancourt y que, para cambiarle el nombre, reconociendo tácitamente que es ineficiente e indolente y que las medidas, en su mayor parte omisivas, que adopta, son ineficaces, se dediquen a proponer cambios de nombres sin cambiar nada. Está bien que el puntofijismo arcaico, autollamándose oposición, siendo, como lo es, reaccionario y retrógrado, de espaldas ayer y hoy al pueblo, accione para mantener el nombre de Rómulo Betancourt sin que haga nada, como ayer no hizo desde el poder ejercido, para mejorar las condiciones de esa colectividad como la de ninguna otra. Es reaccionario (de reacción) porque nada propone y por eso lo que hace es sólo reaccionar ante las medidas distraccionistas del régimen. Y mientras el régimen no adelanta otra medida distraccionista, esa oposición nada hace, nada dice, depende, por su carácter reaccionario, de lo que haga o deje de hacer el régimen. Y es retrógrado porque con la vista y el alma puestas en el pasado lo que hace es añorar la vuelta a la falsa democracia de partidos para disfrutar a sus anchas del poder, como disfrutó en el pasado reciente sin freno y sin decoro.
Publicado porDiario :La Prensa de Barinas
No hay comentarios:
Publicar un comentario