Libertad!

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jueves, 1 de mayo de 2008

¡El mejor!

Luis Jose Uzcategui //
Una década de duras realidades es una buena razón para que la sociedad venezolana despierte de otro viejo y pérfido entumecimiento cultural que invade en demasía a las naciones latinoamericanas: el no darle prioridad a los derechos de la mente.
Por lo menos desde 1968, los movimientos sociales en diferentes países del mundo, dejaron como alerta ineludible la prevalencia de la cultural de la duda, la autonomía del individuo, el derecho a no ser engullido vorazmente por el populismo y el cuestionar tener que vivir sometido al show mediático político, la nueva forma de autoritarismo. En ningún momento se había dado una oportunidad tan propicia para que la sociedad venezolana se sentara a pensar lo que le está pasando, el por qué y a proyectar lo que puede pasar si no se genera una acción gigantesca de rescate de los derechos individuales o mentales. Derecho a no ser engañado, humillado con dadivas, vapuleado con improvisaciones y pisoteado como tontos que solamente sirven para acudir a elecciones.
El mundo hace años puso en marcha un proceso, pausado pero imparable, de cambio de costumbres y modos de vida, cuyos efectos políticos y legales se han ido concretando lentamente. Ayer con los movimientos sociales en Berkeley, Tokio, Roma, Berlín, París, Polonia, Checoslovaquia, México. Hoy podría ser en Venezuela convertida en una nación avanzada en los derechos de la mente, que perfilásemos los objetivos de las sociedades del 2020, con una acción política de no permitir que se aturda y esclavice al humano mediáticamente, que no se asomen rastros de una añosa educación dirigida a resentidos, ni mucho menos se imponga el "bozal de arepa" como factor emocional que haga pensar y actuar al ciudadano.
El futuro está en la autonomía del individuo frente a todas las promesas comunitaristas, culturales, políticas o religiosas. Cuestionar siempre cualquier enunciado que se nos ponga por delante y no dar nunca por definitivas las ideas recibidas; y el acento libertario, sobre la capacidad del sistema de integrar sus contradicciones. El venezolano no solamente debe evitar que le ataquen día y noche con torrentes de palabrería política, también es su derecho prepararse para retar un presente y sus adversidades sintiéndose, pensando y actuando como ¡El mejor!

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