Libertad!

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jueves, 1 de mayo de 2008

La otra oposición

Antonio Cova Maduro //
¿Será que el oficialismo se convirtió tan rápido en nómina que ya huele a obituario?
Quién podría afirmar no haber oído el fastidioso quejido nacional de que aquí "no hay oposición" o que la que hay (mal que bien de pronto se adueñan de los medios audiovisuales del país en el tiempito que les deja libre Chávez) "ni se siente"? Tendría que ser un venezolano solitario en una isla abandonada, sin radio ni televisión. Hoy todos conocemos el quejido y, por supuesto, muchos nos hemos sumado a él y de modo entusiasta.
Como sabemos, sin embargo, una cosa es que la gente crea que algo es verdad y otra que, de hecho, lo sea. No se trata, hay que decirlo claro, de que los venezolanos, todos, suframos de una especie de ilusión colectiva, sino de algo mucho más comprensible y, no faltaba más, muy explicativo: el problema reside en qué es lo que llamamos oposición. Si eso lo resolvemos, avanzaremos harto en el camino de comprender lo que por aquí pasa.
Para los venezolanos, para el grueso de la población, oposición es ese conglomerado de partidos y personalidades enfrentadas al Gobierno que está obligado a hacer presencia -continua, por razones obvias- cada vez que el Gobierno comete una pifia, lanza una amenaza o anuncia -una vez más- un nuevo plan, una nueva misión, en resumen, unos nuevos y dispendiosos gastos.
Para los venezolanos, empero, no puede quedar allí la tarea de la oposición. No, su presencia activa ha de ser refrendada. Por eso cada vez que ella dice algo termina frustrando a mucha gente que lo que quiere es "tiros, puños, acción", como en las viejas películas norteamericanas. Quieren, en resumidas cuentas, algo que les haga vivir al borde -como Chávez y su pandilla- sin correr riesgos, claro. Por eso, sólo hay un epíteto que iguala la condenación de la "oposición" que tenemos: ¡apáticos!
No es este el momento para intentar dilucidar esta supuesta apatía paralizante que mucha gente desespera de ver en quienes están contra Chávez y sus locuras. Otro día, con otros asuntos en mente, le entraremos a este asunto. Bástenos despacharlo hoy con una pequeña reflexión: la gente supuestamente no reacciona ante lo grave de cada cosa, porque todo se le define y presenta como grave. Y tiene que distribuir sus energías ¿o no?
Pero volvamos al cuento de camino de que "aquí como que no hay oposición", que significa poco más o menos lo siguiente: "¿y no hay quien le eche un parao a este señor y sus locuras? Lo asombroso es que nadie pida la palabra para proponer lo que parece obvio: ¿y no será mejor que cada loquera nueva muera a mengua, como de hecho lo hará? Porque, en efecto, si estas son loqueras que no tienen patas ni cabeza, es obvio que mucho menos tendrán vida. Es como querer sembrar manzanos en los médanos de Coro: ya pueden llevarlos y cultivarlos, que al primer solazo se achicharrarán, ¿o no?
La oposición, como vemos, ya apareció: o la presenta la naturaleza física, biológica o lo hace la naturaleza misma de las cosas. Es como aquel estribillo que mucha gente parece haber olvidado: "Con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo". ¿Cree alguien en eso por estos días? ¿No será que lo derrotó uno mucho más viejo: "Amor con hambre no dura"?
Pero ahí están, ¡15 candidatos por cargo electivo!, ripostarán algunos. Y lo más grave, en vez de estar enfrentando el ataque al país, por allí andan, ofreciendo villas y castillas, como los antiguos vendedores de pociones y menjurjes curativos en ferias de pueblo, remachan. Nadie parece preguntarse ¿y entonces porqué el país está en estado de sublevación?
Lástima que no se lo pregunten, porque una cosa se conecta con la otra: la oposición que cuenta está en la calle, presentando armas y ofreciendo resistencia. Es ella la que hará saber a Chávez y los suyos que nada que no logre vencer esa resistencia será realidad nunca en este país, como afirman los sociólogos: la medida del cambio la da, siempre, la "capacidad de vencer la resistencia que él engendra", ni más ni menos. Y cuando llegue noviembre, sólo los candidatos que estén en esa onda tendrán los votos. El resto que se olvide.
Por último, tenemos la novel oposición: la que ya gustó Carlos Escarrá en Yaracuy y la que engendró el penoso discurso del general antiinstitucionalista. La del inquisidor Tascón, la de tanto bolivariano pospuesto, la de los sidoristas desengañados en menos de 24 horas.
La oposición, entonces, es tan omnipresente que uno se pregunta ¿y dónde están los gobierneros? ¿Será que el oficialismo se convirtió tan rápido en nómina -hasta pasan lista por ministerios- que ya huele a obituario?
antave38@yahoo.com

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