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sábado, 1 de marzo de 2008

La diplomacia del hermetismo

enviado por :Emilio Nouel
del diairo La Nación de Buenos Aires

La diplomacia del hermetismo
Joaquín Morales Solá

Tanto Néstor como Cristina Kirchner han defendido siempre, no sin ciertaincomodidad, la relación con Hugo Chávez. La Presidenta acaba de hacerlo enel marco de un anuncio sobre nuevas compras de combustibles líquidos aVenezuela. "Dicen que me acerco a Chávez, pero estoy señalando que Venezueladebe integrar la matriz energética de la región", reprochó CristinaKirchner hace pocas horas. ¿A quiénes les reprochó? Supuestamente (nonombró a nadie), a exponentes de un pensamiento distinto sobre el populistacaudillo de Caracas.La mención presidencial merece varias precisiones porque se corre el riesgode que todo termine siendo igual. Salvo algunas voces ultramontanas, no seoyó a nadie que pidiera al Gobierno la ruptura de relaciones políticas ocomerciales con Chávez. La tradición de la diplomacia argentina ha sido,precisamente, la de conservar la relación con todos los países del mundo ytratar de influir en la resolución pacífica de los conflictosinternacionales. Romper con Chávez, porque es un líder cada vez menospresentable en el mundo, iría contra esa vieja práctica de la políticaexterior argentina.Otra cosa es ignorar lo que Chávez hace dentro de Venezuela con el argumentode que no se debe interferir en los asuntos internos de otros países. Hacepoco, la Presidenta le recordó al feroz dictador de Guinea Ecuatorial,Teodoro Obiang, que en su país se han violado -y se violan- todos losderechos humanos conocidos hasta ahora. Lo hizo en público y mirándole lacara.Sería injusto comparar a Guinea con Venezuela y a Obiang con Chávez. No soniguales. Sin embargo, desde hace mucho tiempo llegan noticias alarmantes deVenezuela que afectan a las libertas públicas, a la intangibilidaddemocrática de su oposición y a la libertad de informar y de expresarse. Yahay periodistas presos en Venezuela y algunos medios de comunicación privadoshan sido cerrados o trasladados al poder del Estado. Nunca se supo que algunode los Kirchner le haya advertido a Chávez, aunque más no fuera en privado,sobre esos retrocesos en la democracia de un país con una larga historiademocrática.Otras singularidades marcan la especial relación entre la administraciónKirchner y Chávez. La habitual tarea a cargo de la Cancillería recayósiempre en manos del ministro de Planificación, Julio De Vido, y hubo durantemucho tiempo un embajador paralelo, Claudio Uberti, eyectado del Gobiernocuando apareció en el Aeroparque al lado de la valija con cerca de 800 mildólares. Uberti fue nombrado por Néstor Kirchner en el cargo de responsablede las autopistas, pero nunca se aclaró qué hacía como hombre influyente ydecisivo en los negocios con Venezuela.La Argentina tiene también relaciones comerciales, abismalmente superiores ala de Venezuela, con Brasil o con Chile. En estos últimos dos casos, son losdiplomáticos de la Cancillería los que llevan las cosas y, cuando seinterpone algún problema comercial, es el Ministerio de Economía el queinterviene y opina. ¿Por qué la relación comercial con Venezuela debe pasarsólo por el cerrado y hermético tamiz de los "pingüinos"? ¿Por qué debíahaber un embajador paralelo con frecuentes viajes a Caracas en avionesprivados?Una cosa es comprar y vender en Venezuela (encanto al que ni losnorteamericanos se han negado) y otra es el compadreo argentino con Chávez enlos últimos años. Esa relación tan cercana es peligrosa cuando el líderamigo es, al mismo tiempo, amigo de todos los dictadores del mundo, y sobretodo de los más peligrosos. Peligrosos no sólo para el gobierno de George W.Bush, sino también para las naciones más importantes de Europa. El caso delrégimen teocrático de Irán es el más emblemático.Chávez financia a muchas organizaciones sociales argentinas ligadas alkirchnerismo. Sólo una denuncia periodística hizo saltar a un embajadorvenezolano en Buenos Aires que prodigaba dólares fáciles y generosos. Otradenuncia periodística, sobre el hallazgo de la enigmática valija llena dedólares de Antonini Wilson, expulsó del Gobierno a Uberti, compañero devuelo del venezolano en el avión rentado por el gobierno argentino.26La riesgosa complicidad política con el líder caraqueño tuvo su momentoculminante cuando Néstor Kirchner le permitió a Chávez hacer en el estadiode Ferro un multitudinario acto contra Bush, cuando Bush estaba en Uruguay. LaArgentina puede tener distintos niveles de relaciones posibles con Washington,pero lo único que no puede hacer es poner esa relación, ni ninguna otra, enmanos de un tercero, sobre todo cuando el tercero es un protagonistainteresado en agravar los conflictos.Lula, Michelle Bachelet o Tabaré Vázquez conservan diferentes formas derelación con Chávez, pero en ningún caso se ha identificado a esospresidentes con el estilo o con las políticas del caudillo venezolano. Hantomado distancia a tiempo o tienen tal protagonismo internacional que lapropia comparación hace de Venezuela una relación entre muchas más. NéstorKirchner, poco propenso a frecuentar el mundo, no se cansó de frecuentar, sinembargo, a Chávez.También es cuestionable en el discurso oficial que se le deban "favores" aChávez, cuando éste sólo ha hecho buenos negocios con la Argentina. Elcombustible que Venezuela le vende a la Argentina tiene el actual alto preciointernacional (que el gobierno argentino lo resuelve, para que no se note, consus famosos subsidios internos) y cobra también altas tasas de interés porlos bonos soberanos que le compra.La Argentina cayó en brazos de Chávez cuando se empezó a notar que elproblema local no era la energía, sino la falta de condiciones para lainversión energética. La Argentina ya le vendió a Venezuela bonos por valorde casi un 50 por ciento de la deuda que le pagó al Fondo MonetarioInternacional; este organismo le cobraría la mitad de los intereses que leaplica Chávez. La diferencia, no menor, es que el FMI monitorea laspolíticas internas y Chávez no está en condiciones de hacer eso: tieneproblemas con su propia economía nadando en la abundancia de lospetrodólares.El problema no es, en resumen, la relación con Venezuela, sino el hermetismo,la extrañeza y la confusión que la envuelven.

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